El legajo 1339, expediente 1, de la Causa General, contiene dos relatos del general Antonio Aranda que parecen no haber sido publicados hasta ahora. Pueden completar la visión que da en otro breve informe que según este blog conservaba su familia, y en otros documentos como el diario de campaña del soldado Manuel González Cabeza.
El primer relato que transcribo es el segundo cronológicamente, ya que lleva fecha de 10 de marzo de 1941. Está escrito -como corresponde al material de la Causa General- para dilucidar responsabilidades. Aranda deja claro que el coronel de Gijón no obedeció sus órdenes, así como que -según tiene oído- la desobediencia fue acordada colectivamente por los jefes y oficiales del regimiento de Simancas. Menciona el relato que ya había publicado en la Revista Ejército en 1940, y que ha sido publicado parcialmente en alguna otra página web. Ese relato es muy extenso, pero no contiene las consideraciones sociológicas de Aranda sobre Asturias -en las que se remonta a 1918-, que son probablemente la parte más interesante de su declaración para la Causa General.
El relato que presento en segundo lugar es cronológicamente el primero -está escrito antes de noviembre de 1937- y su finalidad es la contraria: resaltar los méritos colectivos y particulares en la defensa de Oviedo. En muchas partes es obvio que Aranda está copiando su diario de operaciones -escribe, por ejemplo: «hemos tenido tantas bajas»- y es más estrictamente militar, por lo que aquí sólo transcribo algunas consideraciones sobre la población civil y el final del asedio. Respecto al texto de 1941 hay dos diferencias notables: el papel menos relevante que asigna a los falangistas en 1941, y que para entonces ha suprimido la referencia a los pacos que hostigaban a los militares desde dentro de la ciudad en los momentos más duros del asedio. La documentación completa puede verse en esta carpeta.
Santiago Mata, Madrid, 29 de abril de 2012. Sigue la transcripción desde el folio 21 del expediente 1 del legajo 1339:
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DON ANTONIO ARANDA MATA, GENERAL DE DIVISIÓN, DIRECTOR DE LA ESCUELA SUPERIOR del EJÉRCITO,CERTIFICO: Que habiendo sido requerido a declarar de lo que supiere por razón de mi cargo en el expediente que para la Causa General de Oviedo se instruye, manifiesto llamarme como se indica, de profesión la de mi cargo, natural de Leganés (Madrid), no comprendiéndome las demás Generales de la Ley cuyo alcance conozco, y respecto a las del interrogatorio expongo:
1 – Estado del orden público en la provincia de Oviedo antes de iniciarse el Movimiento Nacional.
A) – En Asturias luchaban desde el año 1918 el partido socialista apoyado en la masa obrera de la cuenca minera y el partido conservador apoyado en los terratenientes del campo. Posteriormente aparecieron en el conflicto el partido sindicalista apoyado en la masa de obreros de la industria del hierro en la Felguera y de industrias diversas de Gijón y el partido llamado primeramente reformista y luego melquiadista, constituido por la burguesía de Gijón y parte de Oviedo con bastantes prosélitos en la mitad occidental de Asturias especialmente en Luarca y Navia. El partido Falangista era muy reciente y se hallaba aún en la minoría de edad teniendo sus mayores y más fervientes partidarios en Gijón, con la Jefatura y un grupo importante en Oviedo y otro menor en Mieres. Sólo la represión violenta del año 1935 originó por reacción la aparición de pequeños núcleos aislados del Falangismo en toda la provincia, compuestos en su mayoría de estudiantes y hombres muy jóvenes. El partido comunista no tenía masa alguna pero lo mismo que el anarquista tenía dirigentes de gran audacia que filtrados en los partidos socialista y sindicalista dieron lugar al anarco-sindicalismo y al socialcomunismo fundados en 1935 para la mejor organización del Movimiento revolucionario.
b) El orden público puede decirse era absoluto en la provincia hasta el año 1934 salvo en la cuenca minera donde la unanimidad política de sus habitantes y dejación de los Gobiernos había dado lugar a la constitución de un feudo de los socialistas, sindicalistas y comunistas que gobernaban la región a su antojo. Se daba el ca-
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so de algunos pueblos que llevaban diez años sin facilitar reclutas al Ejército. La posesión de armamento portátil por parte de todos los mineros y la mayor parte de obreros hacía el orden precario y la vida de muy poco valor en esta región minera. No existía sin embargo bandolerismo alguno en la totalidad de la provincia.
c) 1934.- Conocido era el desarrollo del movimiento revolucionario en 1934 organizado por la representación parlamentaria y sofocado rápidamente sin otra represión que la inmediata de las fuerzas de ocupación que no alcanzó a ninguno de los dirigentes y mantuvo por tanto vivo el espíritu rebelde de estos a base principalmente de la total impunidad.
Sin recato alguno se pregonó lo que ellos llamaban la segunda vuelta y esta impunidad fue causa de que la mayoría de los habitantes de Asturias unos por interés, otros por proteger sus capitales y otros simplemente por miedo a la coacción personal se afiliasen en los partidos de izquierda y contribuyesen en su casi totalidad activa o pasivamente a la más fácil explosión del movimiento revolucionario de 1936.
d) Medios de los partidos izquierdistas. Después de octubre de 1934 las masas revolucionarias fueron desarmadas a conciencia especialmente en armas automáticas y fusiles quedando tan sólo en su poder una gran cantidad de pistolas fáciles de ocultar, como luego pudo comprobarse en 1936 en cuyo momento todo su afán era lograr del Gobierno y el Ejército la entrega del armamento de que carecían. El desarme de 1934 fue, pues, eficaz. A partir de la llegada al poder del Frente Popular intensificaron la organización de sus milicias y su instrucción militar aún cuando estaban muy limitadas por la falta de armamento hasta el punto de que el 18 de julio escasamente pudieron presentar unos tres mil milicianos de los cuales solamente la mitad tenía armas muy variadas y gran parte de ellos marcharon a Madrid a base de llevar consigo solamente dinamita de la que esperaban gran efecto moral.
De las fuerzas militares sólo un pequeño contingente de voluntarios (unos cien) del batallón de Zapadores de Gijón que pertenecían todos a la población de Gijón y sus cercanías, se sumó a los rojos desertando del Cuartel del Coto pero todo el resto de la guarnición de Asturias compuesta de gallegos permaneció extraordinariamente fiel a la Causa Nacional. Las fuerzas de Asalto de Oviedo eran muy adictas a pesar del cambio de Jefes y Oficiales operado en marzo de 1936; en cambio la compañía de Gijón mandada por Oficiales izquierdistas se sumó por entero a los rojos desde el primer momento. La Guardia Civil en su conjunto permaneció fiel al Movimiento manifestándose tan sólo alguna flaqueza en las fuerzas de la cuenca minera y Gijón si bien nunca se debió a que sus componentes profesaran ideas izquierdistas sino a la desmilitarización y falta de fe producida en algunos de sus Jefes, Oficiales y clases por la confusión política de la época y su apartamiento de los núcleos principales del Ejército. Las fuerzas de Carabineros profesaban en su casi totalidad las ideas izquierdistas y se pasaron al enemigo con la muy honrosa excepción de su Jefe, la Plana Mayor de la Comandancia y un pe-
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queño núcleo de clases y soldados.
El orden público en los campos.- Fue absoluto hasta la llegada del Frente Popular si bien tan solo lo era en su exterior pues en el fondo de todas las conciencias y voluntades era evidente el estado de rebeldía y lo que era peor la convicción absoluta de su superioridad y derecho. Hasta tal punto era esto cierto que en las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular el pánico de los dirigentes de la política derechista dio lugar a que en la misma capital faltasen personas para cubrir los puestos de las mesas electorales en las que naturalmente los componentes rojos hicieron cuanto les vino en gana. En las ciudades el orden era tan sólo aparente pues la propaganda y reunión de los dirigentes era constante así como las amenazas a las personas de derecha que por regla general no eran denunciadas ante el temor a la represalia. Era general en Oviedo la opinión de que los rojos habían procedido correctamente con la población no combatiente en 1934 y que en definitiva triunfarían en toda España: a ello respondía la actitud y conducta de toda la masa neutral o derechista que jamás se preparó para la defensa buscando frecuentemente complicidad y seguros de vida y propiedad en la amistad y favores otorgados a los elementos rojos.
A partir de la llegada del Frente Popular el orden falló por completo. El primer acto fue la salida de la cárcel de los catorce mil presos que esperaban el fallo de la Justicia por los sucesos de 1934 y que naturalmente reforzaron el núcleo de la próxima rebelión. El uso de las armas cortas se hizo general para todos los rojos a costa del desarme implacable de la población de derechas. Se relevaron los Mandos de los Grupos de Asalto y en parte de las fuerzas de la Guardia Civil y Carabineros poniéndolos en manos de personas de izquierda o al menos de poca consistencia miltar. Se acordó el relevo del Jefe que suscribe que únicamente no se realizó por no hallarse Jefes o Generales de la categoría y condiciones oportunas para asumir el mando en Asturias. El primer Gobernador Civil del Frente Popular Sr. Bosque era un ferviente izquierdista que cifraba el orden en la no existencia de las fuerzas de orden público y en acordar la libertad más completa a las masas populares. Este Gobernador organizó o facilitó al menos la ejecución de varios atentados entre ellos el que ocasionó la muerte al ex-Ministro reformista Sr. Martínez y desde luego encubrió la totalidad de los asaltantes. Facilitó cuantas armas cortas pudo a la masa roja y presionó a los elementos capitalistas y funcionarios del Estado para la no observancia de las Leyes y su interpretación tendenciosa hasta llegar al extremo de que dos meses después podía decirse que en Asturias no existía Autoridad Civil de ninguna clase y en ningún orden pues unas eran francamente rojas y otras estaban de tal forma coaccionadas y atemorizadas que no ejercían en manera alguna su misión. Ante tal estado de cosas, el General que suscribe, marchó a Madrid a reiterar su dimisión ante el entonces encargado del Ministerio de la Guerra Gene-
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ral Masquelet y a pedir explicaciones al Presidente del Gobierno Sr. Azaña sobre los propósitos del mismo obteniendo tan sólo vagas promesas sobre los deseos del Gobierno de mantener la Autoridad y la observancia a la Ley; como no le convencieron absolutamente nada tales palabras y después de cambiar impresiones con varios de sus compañeros regresó a Asturias para organizar la resistencia y a ser posible la represión de la nueva rebelión que claramente se apercibía para fecha muy próxima. De todo ello dio conocimiento en lo posible a la guarnición de Asturias en un acto celebrado con motivo de la entrega de la bandera al regimiento de Simancas.
B) – En este estado de cosas se llegó al 17 de julio de 1936. Concretando puede resumirse:
1º – Los distintos elementos contrarios del Frente Popular sólo habían hecho tentativas aisladas cerca de Asturias sin llegar en ningún caso declaradamente al Jefe que suscribe ni concretar nunca los fines de su acción ni la personalidad de los dirigentes. Asturias estaba por tanto al margen de lo que luego se denominó el Movimiento y en los planes que al parecer tenían los directivos de éste se estimaba totalmente perdida para los fines del mismo la provincia de Asturias pensando en recuperarla después una vez hubiese triunfado el Movimiento de otras provincias de España. Las fuerzas del Ejército eran en conjunto totalmente adictas al Movimiento. Naturalmente las Autoridades de orden civil eran en su inmensa mayoría izquierdistas y contrarias al Movimiento y el resto guardaba dificilmente el equilibrio rehuyendo toda manifestación explícita. Los pequeños Jefes del partido Falangista procedían separada y aisladamente y no tenían relación alguna con los altos mandos militares. Por consiguiente, y esto conviene establecer de una manera clarísima, la sublevación contra las violencias, ilegalidades y desmanes del Frente Popular fue en su preparación, esencia y ejecución obra exclusiva de las fuerzas militares, es decir, Ejército, Asalto, Guardia Civil y algunos Carabineros con determinadas excepciones. Después de producirse el Movimiento se sumaron elementos civiles, unos para combatir abiertamente al enemigo común y otros simplemente para defender su vida y la de sus familiares y su hacienda.
2º – La iniciación del Movimiento tuvo sus comienzos un mes antes del triunfo del Frente Popular. El Jefe que suscribe preveyó el fracaso de las elecciones y la reacción consiguiente y comenzó los preparativos para el sostenimiento del orden dando cuenta oficialmente de ello a sus Jefes militares, entre ellos al General Goded, Inspector de la Región, General Franco, Jefe de Estado Mayor Central y General Fanjul, Subsecretario del Ministerio de la Guerra; estos informes han sido publicados por los rojos en la prensa de Gijón durante el asedio de Oviedo, al parecer por haberse hallado en el equipaje del General Goded al ser detenido en Barcelona. Las precauciones consistieron en el estudio detallado de la defensa de Oviedo y Gijón, defensa que fue asignada como tema de estudio
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a las respectivas guarniciones, realizándose multitud de ejercicios sobre el plano y con fuerzas sobre el terreno; asimismo en la adopción de medidas de seguridad en la Fábrica de Trubia y en la de Oviedo tanto por la defensa militar de ambas como para evitar la utilización indebida de las armas y piezas sueltas que en ellas se fabricó. Sobre la fábrica de Trubia que era la que inspiraba mayores recelos se hizo un estudio oficial de su defensa siéndole asignada tres meses antes una guarnición permanente constituida por una compañía de infantería reforzada con ametralladoras y morteros. También se dictó una orden general reservada a todas las fuerzas y destacamentos de la provincia con instrucciones severísimas sobre la conducta que cada uno debía adoptar frente a toda insurrección llegando a autorizar a los Oficiales para desposeer del mando a los Jefes que no procedieran con arreglo a sus deberes y honor militar.
3 – El 17 de julio a las doce de la noche tuvo conocimiento el Jefe que suscribe de la iniciación del Movimiento en Marruecos mediante conferencia telefónica con Ceuta donde residía su mujer y hermano Comandante Don Luis Aranda, uno de los enlaces y organizadores de la rebelión en Marruecos. En su vista, a la mañana siguiente ordenó la concentración de las fuerzas de la Guardia Civil sobre sus cabeceras de compañía razonándolo ante el Gobernador Civil como medida de precaución. El día 18 se concentraron en Oviedo de tres a cuatro mil hombres de las milicias socialistas y comunistas en su mayoría sin armamento y ante la insinuación de sus Jefes sobre la utilidad que pudieran desempeñar en Madrid aprobó su salida para dicho punto con el fin de descongestionar Oviedo para su más fácil ocupación siempre que marchasen sin armas y a base de avisar a las Autoridades militares afectas de los puntos de paso para su más fácil destrucción. En dicho día 18 y ya sin conocimiento del Gobernador Civil ordenó la concentración de las compañías de la Guardia Civil sobre Oviedo salvo la de Gijón que debía hacerlo sobre dicha plaza. En la madrugada del día 19 fue llamado por el General Mola el cual le comunicó la marcha del Movimiento preguntándole sobre su actitud; le comunicó que pensaba apoderarse de Oviedo aquel mismo día en cuanto tuviese fuerzas suficientes a lo que respondió con una cariñosa felicitación. Durante todo el día 19 trató de obtener noticias de León y Coruña sobre la actitud de aquellas fuerzas no obteniendo sino evasivas. Las noticias del resto de España eran incoherentes y contradictorias. Desde mediodía del 19, el Jefe que suscribe recibió constantes presiones de los elementos izquierdistas para la entrega del armamento al pueblo y más tarde varias órdenes terminantes en el mismo sentido del Teniente Coronel Sarabia en nombre del Presidente Azaña, el General Miaja como Ministro de la Guerra y del General Castelló que también parece fue Ministro de la
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Guerra algunas horas si bien este último las trató de atenuar con frases de doble sentido. Me defendí tratando de ganar tiempo con la necesidad absoluta de una orden escrita y cuando a media tarde la recibí me ausenté del Gobierno Civil con pretexto de gestionar la ejecución de la orden una vez supe había concentradas en Oviedo fuerzas de la Guardia Civil equivalentes a unos seiscientos hombres con otros tantos del Ejército me parecieron suficientes para apoderarse de la población por sorpresa. Así se realizó a partir de las cinco y media de la tarde.
4 – El primer acto fue comunicar mi decisión a los Jefes de Cuerpo, Teniente Coronel de E.M. Sr. Ortega Baisse, Comandante de E.M. Sr. Cores, y Capitán de E.M. Sr. Camino; Teniente Coronel de la Guardia Civil Sr. Lapresta, Coronel de Infantería Sr. Recas y Capitán de Artillería en funciones de Comandante Sr. Corujedo, todos los cuales aprobaron mi decisión y se ofrecieron a ejecutarla con el mejor espíritu. Seguidamente comuniqué con el Coronel Franco, de Artillería, Director de la Fábrica de Trubia y Coronel Pinilla, de Infantería, Comandante Militar de Gijón los cuales también ofrecieron coadyudar al éxito de la sublevación. El primero puso algunas dificultades a la orden de volar la Fábrica de Trubia, por lo menos sus transformadores de energía antes de que cayera en poder de los rojos pero asegurando en todo caso su buena defensa. Una vez asegurada la cooperación de todos, me dirigí al Cuartel de Pelayo residencia del Regimiento de Infantería de Milán que era el núcleo principal de las fuerzas y desde allí hice llamar al Comandante de Infantería Don Gerardo Caballero que sabía escondido en Oviedo y muy significado por haber sido Jefe del Grupo de Asalto de la población y entusiasta del Movimiento Nacional. Tan pronto llegó le encomendé la misión de sublevar el Grupo de Asalto, entonces en manos de mandos izquierdistas, y apoderarse del Gobierno Civil, Teléfonos, Telégrafos y Cuartel de Santa Clara donde residían las fuerzas de Asalto como lo realizó con gran acierto y energía. Seguidamente ordené que fuerzas del Regimiento de Infantería de Milán y del Grupo de Artillería de Oviedo ocupasen algunas de las posiciones militares previstas para la defensa inmediata de la población y se mantuvieran sobre las armas para apoyar el Grupo de Asalto si era preciso. La Guardia Civil se puso absolutamente de nuestro lado desde el primer momento de una manera incondicional; por último fueron llegando al Cuartel de Pelayo personas sueltas que ante la noticia de la sublevación iban unas a sumarse al Movimiento y otras a protegerse contra los posibles desórdenes sin que acudiese en los primeros momentos ninguna personalidad relevante ni partido u organización política en grupo ni representada por sus Jefes principales. En realidad la población permaneció a la expectativa; los rojos ante la noticia de la sublevación perdieron por completo la moral y sin necesidad del empleo de la fuerza evacuaron rapidísimamente la población marchando a la cuenca minera y despojándose voluntariamente en el camino de todos sus uniformes y atributos políticos no sin hostilizar a
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su paso ligeramente el Cuartel de Pelayo donde sabían residía el puesto de Mando. La Autoridad Civil representada por el Gobernador Sr. Lausín, intentó contrarrestar el Movimiento situando fuerzas de la Guardia Civil en Telégrafos y Teléfonos y una compañía de Asalto en el Gobierno Civil, fuerzas todas que se sumaron al Movimiento al aproximarse las nacionales. Ante esto, dicho Gobernador se vio precisado a rendirse si bien nunca quiso sumarse al Movimiento y expuso repetidas veces que tan sólo se rendía ante la fuerza. En el Cuartel de Asalto la presencia del Comandante Caballero puso de su parte a la casi totalidad de la fuerza pudiendo detener algunos Oficiales de ideas izquierdistas y obligar al Jefe del Grupo Comandante Ros, a encerrarse en un calabozo con algunos Guardias adictos de donde salió al día siguiente en forma agresiva siendo muerto con todos sus acompañantes sin que por nuestra parte hubiese bajas que lamentar. Así pues, el Movimiento en Oviedo tuvo éxito completo a base de sorpresa, y de la rapidez y energía en la ejecución realizándose tan sólo por fuerzas militares y sin que hubiera realmente serios combates que entablar. A las diez de la noche la población estaba totalmente dominada. Acto seguido, el Jefe que suscribe lo comunicó por radio a todos los hombres amantes de su Patria y ofreciendo armamento a quienes desease cooperar. Durante la noche fueron facilitados unos mil cien fusiles a otras tantas personas de la ciudad de Oviedo de los cuales unos seiscientos tomaron más adelante parte en la defensa y el resto se volvió a sus domicilios. La población civil no ofreció resistencia seria en ningún punto así como tampoco cooperaron mostrándose pasivos en su totalidad, afianzó al Movimiento una pequeña proporción del sector burgués y aristócrata y en una expectación hostil las nueve décimas partes formadas por obreros o gentes del pueblo totalmente adictas a los partidos de izquierda. Parte del elemento masculino, casi todos los dirigentes, Autoridades del Frente Popular y milicianos, evacuaron la población rápidamente quedando en nuestro poder el Gobernador Civil y el Diputado socialista Graciano Antuña que fueron más tarde sometidos a Consejo de Guerra y ejecutados.
C) – 1 – Las previsiones de orden público con respecto a la provincia de Asturias fueron naturalmente opuestas del lado de las Autoridades Civiles y Militares puesto que se inspiraban en criterios totalmente encontrados. El proyecto de actuación militar está contenido en un documento elevado en el mes de febrero de 1936 al Ministro de la Guerra y al General Goded, Inspector de la Región, el cual fue hallado por los rojos en el equipaje de este General en Barcelona y publicado durante el sitio de Oviedo en un periódico de Gijón como prueba de que lo que ellos llamaban traición del Coronel Aranda estaba perfectamente preparado cinco meses antes del Movimiento. En esa propuesta se exponía lo conveniente para hacer frente a los trastornos de orden público que pudiera originar el triunfo del Frente Popular; comprendía la formación de tres núcleos en Oviedo, Gijón y Avilés y otros menores en las cabezas de partido tendien-
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do a poseer una base firme apoyada en el mar desde la cual se maniobrase en dirección a la cuenca minera o paralelamente a la cosata según viniese siempre partiendo de que las comunicaciones con León no podían conservarse puesto que atravesaban la cuenca minera y que en cambio dominaríamos el mar. Las sucesivas reducciones de fuerzas y especialmente el licenciamento decretado con fines políticos pocos días antes del Movimiento hicieron imposible este plan que se redujo a la formación de dos núcleos en Oviedo y Gijón perfectamente preparados para dominar estas plazas y sostener su comunicación, dotados de material y municiones suficientes para poder actuar durante un mes o defenderse dos meses sin recibir auxilio exterior que se seguía suponiendo vendría por el mar pues ya no se disponía de fuerzas para pensar en dominar la provincia en la que había de combatirse de treinta a cuarenta mil hombres decididos y encuadrados. Para esto se contaba en primer lugar con las fuerzas militares y de la Guardia Civil; de Asalto había duda por ser rojos sus Jefes y no se contaba con los Carabineros pues si bien sus Jefes eran en general partidarios de la idea nacional, la masa del Cuerpo era francamente roja. Del elemento civil no se podía contar con ninguna de las Autoridades y sí tan sólo pequeños núcleos de voluntarios pero en muy pequeño número pues el partido Falangista contaba con número muy reducido de adheridos en Gijón y Oviedo, la mayor parte muchachos, y casi ninguno en el resto de la provincia y los partidos de derecha no ofrecían ayuda efectiva de combatientes dignos de tomarse en cuenta a efectos de maniobras y ataque. Sólo se podía esperar la ayuda de un millar de ellos en total en cada una de las poblaciones de Gijón y Oviedo caso de tener que defenderse de los ataques rojos.
2 – La defensa de Gijón estaba preparada con la misma minuciosidad que la de Oviedo, es decir, se había estudiado perfectamente el terreno y señalado con detalle hasta las menores posiciones a ocupar para su defensa y para el enlace con Oviedo; se cuadruplicaron los equipos de ametralladoras y se dobló la proporción de estas armas con las correspondientes dotaciones de cartuchos. Se realizaron ejercicios de ataques y defensa en las cercanías de Gijón a los que concurrieron fuerzas de Asalto y Guardia Civil, ejercicios a los que acudió casi siempre el Jefe que suscribe quien dio las últimas instrucciones personalmente al Coronel Comandante Militar de Gijón el día 18 de julio por la tarde en Gijón, es decir, la víspera del Alzamiento hallando siempre en él la ayuda y espíritu más entusiasta.
3 – El día 17 de julio al tener noticia a media noche del Alzamiento en Marruecos, conseguí del Gobernador Civil me autorizase la concentración en Oviedo de las compañías de la Guardia Civil en sus cabeceras respectivas pues se hallaban muy dispersas por la provincia y el día 18 y a espaldas de dicho Gobernador ordené directamente a dichas compañías se concentrasen siete sobre Oviedo y una sobre Gijón
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como así lo realizaron todas menos la de Mieres y La Felguera que debían venir a Oviedo. A las cuatro de la tarde y hallándome en el Gobierno Civil recibí del Ministro de la Guerra la orden de entrega a los Oficiales rojos del armamento y municiones depositadas en los Parques y Fábricas. Sin contestar a ello y utilizando un pretexto salí del Gobierno Civil y marché a la Comandancia Militar donde di la orden de ocupar la población. Antes de realizarse llamé por teléfono al Comandante Militar de Gijón, Coronel Pinilla (q.e.p.d.), le enteré de mi decisión y le ordené realizase lo mismo en Gijón contestando enterado sin poner dificultad ninguna; al mismo tiempo di ordenes semejantes al Coronel Franco, Comandante Militar de Trubia, agregando debía volar la Fábrica cuando no pudiera seguir defendiéndola o al menos practicar las suficientes voladuras para inutilizarla por más de tres meses y como a esto último opusiera dificultades se lo reiteré con energía. Realizada la ocupación de Oviedo y hacia las diez de la noche, volví a llamar al Coronel Comandante Militar de Gijón para conocer el resultado de su acción manifestando en los primeros momentos que no ocurría novedad ninguna pero al pedirle detalles me manifestó no habían salido del Cuartel las fuerzas porque los Oficiales opinaban que si lo hacían se iban a promover sucesos muy violentos. Sorprendido por tales palabras cuando en la tarde y al recibir la orden no había puesto inconveniente alguno y además se trataba de una acción perfectamente conocida y prevista de meses antes, le reproché violentamente su incumplimiento y reiteré la orden de salir inmediatamente a ocupar las posiciones que protegiesen la totalidad de la población como estaba estudiado aunque ya se había perdido el efecto de sorpresa y así prometió hacerlo. Posteriormente he sabido por la declaración de un Teniente de Navío que se halló en el cuartel de Simancas, fue herido y pudo salvarse, que lo ocurrido exactamente fue que el Coronel Comandante Militar reunión en Consejo de Guerra a todos los Jefes y Oficiales del Regimiento de Simancas en el cual se tomó el acuerdo de no salir del Cuartel ni actuar sobre la población ante el temor de ser batidos, acuerdo del que se levantó una acta. Ignoro si esto se comunicó y en qué forma al Cuartel de Zapadores y al de la Guardia Civil de los cuales el de Zapadores resistió bastantes días refugiándose después la fuerza en el de Infantería y el de la Guardia Civil se rindió a las veinticuatro horas al parecer sin razón suficiente que dejara el honor militar a la altura debida. Hacia las seis de la mañana del día 20 salió una parte de la guarnición de Gijón a tratar de ocupar algunos puestos de los previstos en el plan de defensa pero fue batida y rechazada en la mayoría de los sitios por lo que hubo de replegarse al Cuartel con grandes pérdidas debiéndose ello en primer lugar a estar los rojos ya muy prevenidos y armados y después a la defección de parte de las fuerzas que salieron y a haberse pasado al enemigo encuadrándose la Compañía de Asalto de Gijón con todos sus Oficiales.
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Responsabilidades que pueden deducirse.- El Coronel Pinilla, Comandante Militar de Gijón, defendió después heroicamente el cuartel de Simancas muriendo en el asalto final. El Capitán de la compañía de Asalto de Gijón que se pasó al enemigo debe hallarse en el extranjero. El Comandante de la Guardia Civil de Gijón ha sido ya sometido a un Consejo de Guerra. El Comandante de Asalto de Oviedo que trató de hacer frente a los nacionales fue muerto el segundo día en combate. Respecto a las fuerzas de Carabineros habrán sido sus individuos juzgados separadamente allí donde fueren habidos.
Realmente la mayor responsabilidad residió en la falta de preparación de las fuerzas militares anteriormente al advenimiento del Frente Popular pues reiteradas veces se dijo de palabra y por escrito a los altos cargos militares la situación deplorable en que se hallaban las fuerzas y su insuficiencia para sostener el orden en la provincia pues se llegó a debérseles por el Estado cinco meses de haberes y tener los Oficiales que ceder parte de sus pagas para dar de comer a algunos de ellos. Del mismo modo fueron responsables las fuerzas llamadas de derechas que al llegar el momento de las elecciones no cumplieron con sus deberes cívicos y aun parte de ellas establecieron acuerdos más o menos tácitos con fuerzas centristas que siempre mantuvieron su política indefinida para hallarse siempre al sol que más calienta. En este desmoronamiento general de los espíritus sólo se mantuvieron firmes unas cuantas docenas de hombres y muchachos heroicos de Falange Española, un millar de hombres de la clase media y edad en su mayoría superior a cuarenta y cinco años que tomaron las armas en Oviedo y las manejaron con extremado honor, y las fuerzas del Ejército (en su casi totalidad gallegas) y la Guardia Civil, así como el Grupo de Asalto de Oviedo y la Plana Mayor de la Comandancia de Carabineros de Asturias que en medio de tal desastre no vacilaron en sacrificarse aún en momentos en que no podía aspirarse a la victoria y resultaba muy difícil creer la posibilidad de sostenerse mucho tiempo a la defensiva.
D) Respecto al cerco y asedio de Oviedo se acompaña copia de la declaración prestada para el expediente de la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando a sus defensores y un número de la Revista oficial “Ejército” que contiene datos sobre la ejecución militar de la defensa. Respecto al ensañamiento de los elementos marxistas con la ciudad, debe hacerse presente lo siguiente:
1º – Prisioneros que cayeron en sus manos, pocos en número, si realmente eran nacionales, fueron implacablemente sacrificados en general torturándoles previamente.
2º – Aún cuando el fuego de cañón y de la aviación alcanzó a toda la ciudad tiraron muy preferentemente contra el barrio de la población burguesa que batieron con una insistencia reveladora de su odio hasta el extremo de que la aviación cuando no disponía de bombas arrojaba paquetes
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de granadas de mano y hasta adoquines. Lo mismo ocurrió con los líquidos incendiarios que sólo alcanzaron a casas de la calle Uría, a la Estación del ferrocarril y a uno de los conventos.
3º – De una manera intencionada y expresa trataron de destruir la Catedral y su torre en las que jamás hubo fuerzas militares que lo justificasen y sí tan solo un campanero para dar la alarma aérea por medio de las campanas de la torre.
4º – Desde el primer momento cortaron la conducción de agua lo que más tarde originó una epidemia de fiebre tifoidea que alcanzó a más de un diez por ciento de la población con numerosos fallecimientos.
5º – En el tercer mes de sitio los rojos promovieron una conspiración para asesinar al Jefe que suscribe y su Plana Mayor siendo descubierto casualmente y sancionados los culpables después de haber terminado el sitio mediante Consejo de Guerra oportuno.
6º – Como no llegaron a entrar en el casco de la población y sí sólo en el comienzo de algunos arrabales no les fue posible destruir ni profanar las principales iglesias pero cuantas imágenes hallaron por el campo fueron profanadas y algunas colocadas amarradas con cadenas en la parte visible de sus parapetos como ocurrió con el Cristo de la Ermita del Espíritu Santo.
7º – El odio contra los defensores era tal que en Gijón se preparó una jaula erizada por dentro de garfios para encerrar al Jefe que suscribe, yendo ordinariamente escoltada por unas docenas de mujeres furiosas provistas de armas blancas y las cuales se habían repartido previamente el cuerpo o cuerpos de los prisioneros.
Y para que conste a los efectos oportunos, expido el presente en Madrid a diez de marzo de mil novecientos cuarenta y uno.
[Firma: Antonio Aranda, y sello de la Escuela Superior del Ejército – Dirección]
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DON ANTONIO ARANDA MATA, GENERAL DE BRIGADA, JEFE DEL EJÉRCITO DE OPERACIONES EN ASTURIAS [Este escrito sin duda debe fecharse entre su ascenso a general tras el asedio y la concesión de la Laureada -6/9 de noviembre de 1937, ya que al final del escrito indica el mérito de personas en particular durante el asedio, y se concedió la Laureada a todos colectivamente.]
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En total las fuerzas militares sumaban mil ochocientos hombres. La misma noche del día 19 al 20 se procedió a armar el mayor número de personas que ofreciesen garantía, pero la población no respondió, en parte por ser en gran medida izquierdista y el resto por falta de decisión; únicamente actuó con energía, desde el primer momento, Falange Española que proporcionó unos cuatrocientos hombres escogidos de seiscientos o setecientos afiliados, que se añadieron, como tercera sección, a las compañías de Infantería y de Asalto y en parte utilizados en las posiciones mezclados con la Guardia Civil. Por tanto el número de combatientes inicial fue como máximo dos mil doscientos, de los cuales había que deducir servicios y enfermos.
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Día cuatro de septiembre.- El enemigo ha decidido el asalto de la población y para ello trata de aterrorizarla con el bombardeo continuo de aviación que dura desde el día cuatro al día ocho de septiembre, llegando a arrojarse en un solo día mil quinientas bombas; quedan cortadas todas las comunicaciones telefónicas, líneas de transporte, electricidad y cañerías de gas, por lo que quedan aislados los sectores y la población a oscuras. Los abastecimientos se hacen con extrema dificultad, especialmente el agua para la población civil.
Día ocho de septiembre.- El enemigo inicia el ataque a fondo a las posiciones de San Esteban, que es rechazado despues de doce horas
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Día catorce de septiembre.- El enemigo hostiliza la carretera a San Esteban de las Cruces desde la Loma llamada del Monte, lo que obliga a asaltarla de madrugada por sorpresa, logrando ocuparla con diez y seis bajas. En este momento las bajas militares pasan de quinientas. Se inicia la formación de una segunda línea de defensa constituida poco más o menos por el casco de la población, a base de voluntarios de Oviedo, de los cuales solo unos cuatrocientos tienen armamento y unos cien Falangistas. La presión es constante y el cerco absoluto, haciéndose muy difícil incluso el paso de confidentes. De la población civil, una buena parte, inicia tiroteos nocturnos contra individuos aislados o edificios militares, o bien aprovechando los bombardeos de la aviación enemiga, por lo que se hace preciso la creación de ocho patrullas de limpieza que poco a poco van consiguiendo localizar los pacos y suprimirlos.
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Del día 24 de septiembre al tres de octubre […]. La Plaza de Oviedo está reducida a unos mil quinientos hombres de guarnición con un millón de cartuchos de fusil y mil disparos de cañón. Comienza una epidemia tífica que obliga a realizar una vacunación rápida. [4 de octubre] La aviación enemiga bombardea furiosamente la población civil.
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El continuo bombardeo de aviación y artillería ha destrozado todas las transmisiones y conducción de energía eléctrica, luz y agua. Se abastece durante la noche como es posible. La población civil está recluida en los sótanos con difícil alimentación y gran número de enfermos.
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Día once de octubre. Hay una calma en el ataque, salvo en el Sector del Cementerio, donde el enemigo ataca nuestro puesto avanzado del Caño del Águila y línea de Villafría que se sostiene difícilmente por el gran número de bajas. Se aprovecha la noche para abastecer los puestos y en previsión de nuevos ataques se empiezan a constituir en el interior de la población reductos de resistencia, guarnecidos por voluntarios civiles con víveres para ocho días y algunas municiones que ya escasean muchísimo, pues sólo hay cien mil cartuchos para toda la guarnición.
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La resistencia se hace imposible abarcando todo el perímetro y se prepara la retirada hacia los reductos interiores, especialmente el formado por la Fábrica de Armas, Cuartel de Pelayo y Cuartel de la Guardia Civil, con la Loma de Pando que los domina. Las munciones se han reducido a veinticinco mil cartuchos. Quedan útiles quinientos hombres, contando los convalecientes, enfermos y heridos leves, más una cifra aproximada de doscientos a trescientos paisanos distribuidos en cinco reductos. Sin embargo el espíritu es excelente, pues por hallarse toda la fuerza dentro de casa sufren menos incomodidades.
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Día 17 de octubre. Desde muy temprano acude nuestra Aviación
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en gran medida y eficacia y se observa la evacuación por el enemigo del monte Naranco, donde a mediodía aparecen fuerzas Marroquíes. El enemigo presiona en el frente oeste y especialmente en el barrio de San Lázaro, pero ya se contiene con gran espíritu hasta el anochecer; sobre las seis y media de la tarde y con una niebla muy densa, un puesto de la plaza de América avisa la presencia de un Grupo de hombres armados que dicen ser nacionalistas; se ordena su renococimiento con grandes precauciones y poco después ese mismo grupo aparece en la calle de la Independencia donde su Jefe es reconocido por otro Oficial, comprobándose se trata de la parte de la vanguardia de la columna Teijeiro que va afluyendo rápidamente al mando del Comandante Don Jacobo López; una hora después entra en la población el Coronel Jefe de las Columnas de Galicia Don Pablo Martín Alonso. El cerco está roto y el sitio ha terminado.