El Papa habla claro a los alemanes: el separatismo es obra del diablo y acaba en cisma Cuatro mujeres valientes han hecho hablar al Papa, ¿será suficiente para librar a los católicos alemanes del llamado “Comité Sinodal”?


Entre los días 10 y 11 de noviembre de 2023 se constituyó en Alemania un Comité Sinodal (Synodaler Rat) que, siguiendo el encargo dado siete meses atrás en la última reunión del Camino Sinodal alemán (Synodaler Weg), asumió el poder sobre la Iglesia católica en ese país. El mismo día 10 el papa Francisco escribió una carta en la que repudió firmemente esa toma del poder frente a la cual solo habían protestado cuatro de los 27 obispos alemanes que forman parte del citado Comité Sinodal.


Soy Santiago Mata, les doy la bienvenida al canal Centroeuropa y en este vídeo les invito a conocer el trasfondo de esta actuación del papa Francisco y las consecuencias que podría tener.

En primer lugar hay que precisar que la carta del Papa no se conoció hasta el día 21 de noviembre y que iba dirigida a cuatro mujeres que tan solo cuatro días antes habían escrito al Papa manifestando su preocupación por la deriva contraria al catolicismo del Camino Sinodal alemán, del que ellas formaron parte por designación de la Conferencia Episcopal alemana, pero que abandonaron en febrero de 2022 para rechazar la deriva anticatólica, cosa que no había hecho ninguno de los obispos alemanes, ni siquiera los cuatro mencionados que votaron contra las resoluciones mayoritarias.

Por eso en mi opinión estas mujeres evocan el recuerdo de Edith Stein, judía y filósofa católica, que en 1933 escribió al papa Pío XI, denunciando cómo el nazismo, que se disfrazaba de cristiano, terminaría por atacar a los católicos con el mismo odio que desataba contra los judíos. Stein, que el año siguiente ingresó en el Carmelo y murió mártir víctima de los nazis en el campo de concentración de Auschwitz, es hoy patrona de Europa, para resaltar precisamente cómo esa mujer fue más valiente que todos los obispos de Alemania a la hora de denunciar los abusos contra la fe cristiana en ese país.

El Camino Sinodal alemán ha pretendido ser mucho más que la fase preparatoria local, en ese país, del Sínodo de los Obispos que se ha celebrado en Roma en octubre de 2023 y que se clausurará en octubre de 2024.

En efecto, desde su puesta en marcha en 2019 -mucho antes de que se organizara el Sínodo de Obispos- el Camino Sinodal alemán pretendió controlar el gobierno de la Iglesia, y los obispos alemanes consintieron primero en no tener ni siquiera la mayoría de votos y por fin en no tener ni siquiera el derecho de veto, aunque lo que se decidiera en el Camino Sinodal fuera opuesto a la doctrina católica.

El Camino Sinodal alemán adoptó propuestas inaceptables para los católicos como la de suprimir el celibato sacerdotal y proponer la ordenación diaconal y sacerdotal de mujeres, adoptar la ideología de género suprimiendo del catecismo cualquier crítica a la homosexualidad, y en consecuencia bendecir parejas homosexuales.

Para esto último, ni siquiera se esperó al permiso de Roma, y tampoco en lo que respecta a la toma del poder por parte de un llamado Comité Sinodal, que quedó constituido los días 10 y 11 de noviembre, con mayoría, como se ha dicho, de laicos.

Los obispos, que votaron contra esta toma del poder por los laicos del llamado Comité Central de los Católicos Alemanes (ZDK) son el cardenal Rainer Maria Woelki, arzobispo de Colonia, más los obispos Gregor Maria Hanke, de Eichstätt, Stefan Oster de Passau y Rudolf Voderholzer de Ratisbona.

Por su parte, las cuatro mujeres que escribieron al Papa el 6 de noviembre, en el orden que aparecen en la respuesta papal, son: Katharina Westerhorstmann, teóloga; Marianne Schlosser, teóloga; Dorothea Schmidt, periodista y Hanna-Barbara Gerl-Falkovitz, filósofa de la Religión.

Antes de sopesar la respuesta papal a la carta de estas cuatro mujeres, parece conveniente señalar las dos actuaciones anteriores con que el Vaticano advirtió al Camino Sinodal alemán sobre la gravedad de los errores en que estaba cayendo. La primera fue una carta firmada por el papa Francisco el 29 de junio de 2019, en la significativa fiesta de los Santos Pedro y Pablo, garantes de su autoridad. La carta, de 13 capítulos, se titulaba “Al pueblo de Dios que peregrina”.

Más allá de recomendaciones a mantener la unidad, meditar el Evangelio, buscar a Cristo y recordar los errores cometidos en el pasado, ese largo texto no denunciaba errores concretos. Pero ¿cuáles eran esos errores del pasado? Si nos referimos a los que el Camino Sinodal alemán pretendía rectificar, se trataba de los abusos sexuales por parte de clérigos en Alemania.

En lugar de buscar culpables y castigarlos, la Conferencia Episcopal Alemana decidió afrontarlos organizando con el Comité Central de Católicos alemanes (ZDK), es decir, con un órgano que cobraba sus sueldos de la propia Iglesia, un proceso de diálogo en busca de soluciones, al que primero se llamó, en marzo de 2019, Proceso Sinodal, y desde el 1 de diciembre del mismo año Camino Sinodal.

La solución que propuso el Camino Sinodal para evitar nuevos abusos fue cambiar la moral sexual de la Iglesia, incluyendo la supresión del celibato sacerdotal y las limitaciones a la homosexualidad, supuestamente para que siendo más libres los sacerdotes no se vieran tentados a cometer abusos. Al mismo tiempo, se acusaba a los obispos de no haber evitado esos abusos, y como remedio se proponía desposeerles del poder real en la Iglesia católica.

La idea de resolver mediante el diálogo (y no buscando a los culpables) los que se había hecho mal en Alemania supuestamente podría encajarse con la reflexión sobre la sinodalidad, muy querida para el papa Francisco, como puede verse en el documento sobre La sinodalidad en la Iglesia, que se publicó el 2 de marzo de 2018, y que recogía las reflexiones de la Comisión Teológica internacional desde 2014.

Sin embargo, cuando terminó la XVª Asamblea general del Sínodo de los obispos de 2018, dedicada a los jóvenes, no se decidió que el siguiente sínodo tratara sobre la sinodalidad.

Así las cosas, la sinodalidad podía haber terminado siendo solo un tema de interés sobre el que el Papa quiso que reflexionara la Comisión Teológica Internacional, y sobre el que él mismo escribió la Constitución Apostólica Episcopalis Communio, de 15 de septiembre de 2018, donde sinodalidad seguía siendo ante todo la forma de trabajar colegialmente los obispos.

Pero entonces se puso en marcha en Alemania el Camino Sinodal, vistiendo con la palabra de moda su particular solución frente a los escándalos por los abusos sexuales cometidos dentro de la Iglesia en Alemania.

Según dijo el papa Francisco el 4 de octubre de 2023 al inaugurar la sesión plenaria en Roma de la XVIª Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad, cuando terminó en octubre de 2019 el sínodo regional sobre la Amazonia, la mayoría de obispos opinó que el siguiente Sínodo general de los obispos debía tratar sobre el sacerdocio, y no sobre la sinodalidad.

Al citar esta anécdota al final de mi reflexión titulada “Las dos mentiras sobre el papa Francisco”, sugerí que podía ser interesante preguntarse por qué el Papa impuso su voluntad frente a la de los obispos respecto al tema del Sínodo. A la vista de lo sucedido en Alemania, parece claro que para el Papa la única forma de evitar que el Camino Sinodal alemán continuara por la vía de la unilateralidad hacia la secesión cismática, era englobarlo en un proceso más amplio, convirtiéndolo en parte del Sínodo general de obispos.

Con la esperanza de que no se notara demasiado que los alemanes iban a lo suyo, el Sínodo de los obispos en Roma -cuyo documento preparatorio no estuvo listo hasta el 7 de septiembre de 2021– trató de implicar al mayor número de laicos en todo el mundo, y finalmente los admitió como miembros de pleno derecho, para camuflar así la irregularidad que suponía que el Camino alemán no solo incluyera laicos, sino que estos fueran mayoría y arrebataran el poder a los obispos.

Hasta cuatro cardenales y 70 obispos dirigieron al Camino Sinodal alemán una “fraternal corrección” en abril de 2022, pero el papa Francisco evitó actuar en primera persona: el 16 de enero de 2023 fueron tres cardenales de la curia romana, el secretario de Estado Pietro Parolin, el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Francisco Ladaria, y el del Dicasterio para los obispos, Marc Ouellet, quienes enviaron sus advertencias al presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Georg Bätzing.

Esta carta ni siquiera se presentaba como un encargo del Papa, sino como reacción a una pregunta de cinco obispos alemanes, si bien expresamente aprobada por el Papa “que ha ordenado sea así transmitida”. La respuesta de Bätzing fue evasiva, pedía tiempo y paciencia, y en el punto clave sobre el traspaso del poder episcopal a un comité dominado por laicos, afirmaba que de momento sólo era una propuesta que los obispos no habían aprobado.

Bätzing decía desconocer la carta a la que respondían los cardenales romanos, escrita por los cuatro obispos alemanes que terminarían por rechazar el traspaso de poderes al Comité Sinodal, más el de Augsburgo. Los obispos preguntaban si podían entrar a formar parte del Consejo Sinodal (Synodaler Ausschuss) que el Camino Sinodal formó, tras finalizar en marzo de 2023, con el mandato de establecer en el plazo de siete meses el Consejo Sinodal.

La respuesta de los cardenales romanos era que “ni el Camino Sinodal ni un organismo establecido por él, ni siquiera una Conferencia Episcopal, tiene competencia para establecer un Consejo Sinodal a nivel nacional, diocesano, ni parroquial”. Es decir, que todo el poder en la Iglesia emana de los obispos.

Parece que la lección aprendida en el Vaticano tras comprobar que el Camino Sinodal alemán no toma en consideración ninguna de sus advertencias, es la de no esperar a las decisiones de los alemanes, sino anticiparse, y como siempre la de dejar el papel de poli malo a los cardenales de la curia, y el de poli bueno al Papa. Y también el de no dejar que los destinatarios se enteren por la prensa: es decir, dejar pasar cierto tiempo antes de publicar los documentos.

Así nos encontramos con que la carta del Papa a las cuatro mujeres alemanas está fechada el 10 de noviembre, víspera de la autoproclamación de su soberanía por parte del Consejo Sinodal, pero no se publicó hasta el 21 de noviembre. Y solo después nos hemos enterado, en concreto el 24 de noviembre, de que, mucho antes de que el Papa escribiera a las cuatro mujeres alemanas y por tanto antes de la constitución del Comité Sinodal, el 23 de octubre, el cardenal secretario de Estado, Parolin, envió una carta a la secretaria general de la Conferencia Episcopal alemana con un calendario de reuniones.

Se trata en concreto de tres rondas de reuniones, en los meses de enero, abril y junio de 2024, en las que los obispos alemanes serán recibidos por representantes de hasta cinco de los 16 dicasterios de la Curia Romana: los de la Doctrina de la Fe, la Promoción de la Unidad de los Cristianos, los Obispos, el Culto Divino y los Textos Legislativos. El que no sean convocados por el dicasterio para los laicos es difícil de interpretar: parece que es más urgente que los obispos aprendan a hacer su propio trabajo en la Iglesia, antes de que corrijan a los laicos.

El cardenal Parolin advierte que no se va a hablar de los temas que el Camino Sinodal alemán ha pretendido incluir en la agenda, como sacerdocio femenino o bendición de parejas homosexuales.

Para hacer conscientes a los alemanes de que no pueden ir por libre, echa mano el cardenal Parolin en su carta del 23 de octubre (aunque publicada el 24 de noviembre) del Sínodo de Obispos en curso para argumentar que “es necesario respetar este camino de la Iglesia universal y evitar la impresión de que se están llevando a cabo iniciativas paralelas indiferentes al esfuerzo de caminar juntos”.

Al final, no es que el papa proteja o no quiera corregir a los que en otro vídeo llamábamos entre comillas “malos”, sino que busca el mejor modo y manera de hacerlo; lo cual, en cierto sentido, sí, es protegerlos, pero no de la corrección, sino del daño que se hacen a sí mismos, del demonio y del cisma. A todos estos peligros hace referencia el propio Parolin en su carta al recordar la del Papa a los alemanes en 2019:

¡Cuidémonos los unos a los otros! Cuidémonos de la tentación del padre de la mentira y de la división, del maestro del cisma, que, impulsando la búsqueda de un bien aparente o de una respuesta a una situación particular, termina por desmembrar el cuerpo del santo y fiel pueblo de Dios.

Y sobre las cuatro mujeres que escribieron al Papa desde Alemania, para no alargar más este vídeo, les pongo en la descripción sendos links a comentarios de cada una de ellas sobre por qué escribieron al Papa y cómo agradecen su respuesta. Confiando en que, en efecto, aún sea tiempo de evitar el separatismo en la Iglesia de Alemania, les recomiendo que se suscriban al Boletín de Centroeuropa para seguir informados e informarme. Se despide de ustedes afectuosamente, Santiago Mata.

Katharina Westerhorstmann: https://www.vaticannews.va/de/kirche/news/2023-11/deutschland-katholiken-brief-papst-franziskus-westerhorstmann-it.html

Marianne Schlosser: https://www.religionenlibertad.com/cultura/525747774/marianne-schlosser-solida-teologa-alemana-argumentos-enemigos-celibato.html

Hanna-Barbara Gerl-Falkovitz: https://omnesmag.com/recursos/hanna-barbara-gerl-falkovitz-nueva-etica-sexual-en-el-camino-sinodal-aleman/

Dorothea Schmidt: https://www.domradio.de/artikel/katholische-journalistin-sieht-papstbrief-grosse-bedeutung

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