El papa Francisco ante la guerra de Ucrania y el cisma en Alemania.

El papa Francisco, el cisma alemán y la guerra de Ucrania ¿Cuál es la causa de la soledad del Papa, de cómo afronta el cisma alemán y de que no reconozca la culpa de Putin en la guerra de Ucrania?


Bienvenidos al canal Centroeuropa, les saluda Santiago Mata en este domingo 17 de marzo de 2024, tras una semana en la que se han cumplido, en concreto el miércoles 13 de marzo, 11 años de la elección del papa Francisco. Con este motivo, quiero hacer una reflexión sobre el estado no tanto de salud del Papa, sino sobre lo que yo me atrevería a calificar de estado de soledad o de descuido.

Tomando pie de las palabras que el Papa improvisó en la audiencia de ese mismo miércoles aniversario de su elección, quiero también reflexionar sobre la importancia que el Papa da a la guerra de Ucrania, intentando encontrar el sentido que puedan tener las palabras que anteriormente había dicho aconsejando a las autoridades de ese país mostrar bandera blanca para negociar.

Y, hablando de negociar, quisiera hacer una tercera reflexión sobre cómo ha evolucionado el panorama de la herejía, es decir de las doctrinas no católicas y de la división, o sea el cisma, dentro de la Iglesia en Alemania, y en concreto del hecho de que esos temas que en Alemania se esgrimen por muchos bajo la etiqueta de reforma de la Iglesia, hayan sido excluidos por el Papa del temario de la segunda y última reunión romana del sínodo sobre la sinodalidad en el próximo mes de octubre. Les invito también a reflexionar acerca de si hay un hilo conductor entre estos tres asuntos, pidiéndoles que la cuenten mediante algún comentario a este vídeo.



Hablemos, pues del estado general del Papa. Sobre su salud no soy quien para aventurar nada. Quiero referirme, dejándoles ver aquí precisamente el desarrollo de la audiencia del miércoles 13 a un hecho que me parece relevante: y es que el Papa está, si no solo, poco acompañado. No me refiero solo a que asista poco pueblo a la audiencia en este aniversario. Es que, en las tribunas de invitados, tanto eclesiásticos a la izquierda de la imagen como civiles a la derecha, también hay pocas personas y no vemos a personalidades relevantes. Se nota en el besamanos final, donde aparecen solo dos ancianos cardenales y diez obispos o arzobispos.

Mientras van pensando el por qué de esta soledad del Papa añado el matiz del descuido: por qué lleva el Papa el solideo torcido, por qué sus gafas están también mal colocadas y torcidas. ¿Es que no hay una persona que se preocupe de que el Papa vaya bien vestido y tenga unas gafas decentes? Puede que sea una casualidad, pero ahí lo dejo y, si es caso, volveré sobre ello al final.

Para tratar el segundo punto, les pido en primer lugar que escuchen la que fue prácticamente única petición de las escasas palabras pronunciadas por el Papa, repito, en la audiencia de su aniversario: perseveremos en la oración por quienes sufren las terribles consecuencias de la guerra. Hoy me han traído un rosario y un evangelio de un joven soldado muerto en el frente. Él rezaba con ellos. Tantos jóvenes que van a morir. Oremos al Señor para que nos dé la gracia de vencer esta locura de la guerra que siempre es una derrota.

Aunque hasta el 20 de marzo no se publicará el texto completo de la entrevista en que el papa Francisco opinó que Ucrania debería “tener el valor” de sacar la bandera blanca para negociar con Rusia el fin de la guerra, tras dos años de guerra me parece que podemos decir que el Papa no se niega a reconocer quién es el agresor en esta guerra, es decir a denunciar los crímenes del ejército ruso y de Putin, porque no los conozca, porque no crea tener misión de denunciar estos crímenes o porque quiera mantener una posición de neutralidad que facilite una negociación de paz, o al menos no solo por esta tercera razón. Me explico.

El Papa, ciertamente, confía en poder influir para que haya paz, y piensa que denunciar los crímenes no ayuda a una futura negociación. Pero es que, además, piensa no solo que Ucrania tiene buena parte de la culpa en esta guerra, si no la mitad, es que además piensa que Putin no debe ser reconocido y denunciado como criminal porque representa a una gran nación que debe ser respetada.

Naturalmente que el Papa no ha expresado estas ideas literalmente, y es posible que la forma en que yo las expreso no sea exacta, pero si lo prefieren, la idea esencial aquí es que el Papa Francisco no está juzgando la guerra en Ucrania conforme a los datos reales, según los cuales es una agresión criminal injustificada e injustificable por parte de Rusia, mientras que Ucrania no hace más que defenderse, sino que la está juzgando conforme a sus ideas previas, que son muy críticas respecto a lo que considera imperialismo norteamericano, y también respecto a las potencias europeas a las que considera culpables de colonialismo, y en este esquema de ideas Ucrania aparece como un aliado de esos Estados Unidos, de esa OTAN y de esos países europeos a los que el papa Francisco considera promotores de injusticias.

Rusia, que siempre ha estado en el lado opuesto a estas potencias malignas, es vista, según este esquema, si no como agente del bien, al menos como alguien que está a la defensiva y que tiene menos culpa en la causas de la violencia. De ahí que, cuando el Papa acusa abiertamente a alguien, sea a los vendedores de armas, que, según dice, son los únicos beneficiarios de esta guerra. Obviamente, el que vende armas, las vende porque se las encarga alguien que está interesado en gastar el dinero que cuestan, confiando en que recuperará ese dinero invertido.

La opinión que acabo de exponer se parece, al menos eso pienso, a la que expresaba también el pasado miércoles 13 el periodista norteamericano John Allen en el vídeo que dedicó a las palabras del Papa sobre Ucrania, donde aseguraba que la postura del Papa se parece más a la de Brasil o la India que a la de Washington o Bruselas y que por eso se niega a admitir que en este conflicto haya buenos y malos: para él tanto derecho tienen Estados Unidos y sus aliados occidentales a ser superpotencias como Rusia, y no va a cambiar de opinión.

Respecto al tercer punto mencionado, mientras que el Papa pide a Ucrania que renuncie a sus territorios, él no está dispuesto a ceder más terreno a quienes desde Alemania quieren convertir a la Iglesia católica en una institución democrática donde manden los laicos y no los obispos. En una carta al cardenal Mario Grech, encargado de organizar el sínodo, que lleva fecha del 22 de febrero aunque no se dio a conocer hasta el 14 de marzo, el Papa enumera los 10 temas polémicos que no se tratarán ya en el sínodo, y encarga al cardenal Grech que forme unas comisiones que estudien esos temas, entregando sus conclusiones, a ser posible, en junio de 2025, es decir, al final del curso que se abrirá con la última sesión del sínodo de la sinodalidad.

El padre Santiago Martín, en el vídeo que les indico en la descripción de este, afirma que al prohibir que se discutan los temas que pretendían discutir los alemanes, el Papa imposibilita que el sínodo pueda ser manipulado en favor de las herejías. Esto es tan cierto como que, la principal pretensión de los rebeldes alemanes, la de la democratización de la Iglesia católica despojando del poder a los obispos, ni siquiera se contempla en la lista de 10 temas prohibidos.

En cambio, el primero de los diez temas polémicos o difíciles que el sínodo ya no tratará es el de las relaciones con las Iglesias católicas orientales (los uniatas ucranianos, básicamente). Todas estas Iglesias han rechazado el documento Fiducia supplicans, al que me refiero en un vídeo específico y en otro sobre por qué han perdido la fe los alemanes, por lo que el Papa parece haber dejado claro que esas polémicas bendiciones que se pretende que recaigan sobre las parejas irregulares pero sin bendecir el motivo por el que esas personas se juntan, es la máxima cesión que el pontífice está dispuesto a hacer al Camino Sinodal alemán.

Ciertamente, el diaconado femenino permanece como uno de los 10 puntos difíciles que el Papa encarga a algunas comisiones. Pero está fuera de la discusión pública, de la que tendrá lugar en el sínodo.

Por parte de Roma, parece que se cierra un capítulo, con un gesto con el que el Papa parece tomarse en serio el peligro de un cisma tanto por quienes exigen novedades como por quienes las rechazan: habría que mencionar, además, entre los contratiempos, el rechazo de Fiducia supplicans no solo dentro de la Iglesia católica, sino fuera y en particular por los orientales ortodoxos: así, fue considerada como una separación de la doctrina cristiana tanto por la comisión de la Iglesia ortodoxa rusa que la estudió -y que dictaminó en ese sentido el 26 de febrero- como por la Iglesia copta, que llevó su juicio negativo al extremo de suspender el 8 de marzo todo diálogo con la Iglesia católica.

Queda por saber cómo reaccionarán los alemanes, y en particular los que aspiran a imponer la herejía democratizadora creando un Comité Sinodal que gobierne la Iglesia en todo el país. Algunas pistas podemos obtenerlas de los dos nuevos arzobispos que recientemente han tomado posesión: Herwig Gössl para Bamberg, capital de Franconia, donde ya era obispo auxiliar, y Udo Bentz para Paderborn, en Renania del Norte-Wesfalia.

Como en la mayoría de las diócesis alemanas, salvo las de Baviera donde son ellas quienes presentan al Papa los candidatos a obispo, el Papa tenía que proponer tres candidatos para que las autoridades locales eligieran a uno. En Paderborn, por primera vez, se trató de aplicar un sistema aprobado por el Camino Sinodal alemán para que los fieles laicos participaran en la elección, pero el Vaticano impugnó el procedimiento en abril de 2023.

El obispo elegido, Bentz, no mencionó durante la toma de posesión para nada al Camino Sinodal, en cambio sí señaló que su principal misión era ser instrumento de unidad y agradeció su nombramiento al papa Francisco y solo por delante de él a Dios. Por su parte, Herwig Gössl, al tomar posesión el 2 de marzo como arzobispo de Bamberg, también se refirió a su papel en favor de la unidad, y mientras sigue afirmando que no piensa que las mujeres puedan ser sacerdotisas, dice que sí se imagina que puedan ser diaconisas, e igualmente que puedan predicar en las misas personas no ordenadas.

Aquí vemos también como la página de la Conferencia Episcopal alemana da voz a personas críticas con la exclusión del tema del diaconado y la ordenación de mujeres en general del Sínodo (hermana Katharina Kluitmann, expresidenta de la Conferencia de monjas alemanas). En ese nivel de sacar noticias se dan mucha prisa.

Respecto al punto esencial de la rebelión, el de crear un consejo sinodal alemán y otros que controlen cada una de las 27 diócesis, parece que donde se mantienen las espadas en alto es en Múnich, la diócesis de origen de Benedicto XVI, donde siguen manteniendo el plan de establecer el llamado “Gremio sinodal” para la próxima fiesta de Pentecostés. Y la presidencia recaerá sobre el arzobispo diocesano, el cardenal Marx, aunque parece poco claro que este pretenda echar un pulso al Papa, pues ya presentó su dimisión al Papa en junio de 2021, aunque Francisco la rechazó, pidiéndole que siguiera en el cargo.

Dado que el motivo por el que los obispos alemanes organizaron en Camino Sinodal fue combatir la corrupción de los propios obispos, y que el Sínodo de la Sinodalidad no ha sido más que un intento de dar largas a las pretensiones de aquel Camino Sinodal, quizá el que la forma de elegir obispos honestos sea uno de los temas que Francisco ha retirado del Sínodo para que se trate en comisiones, pueda ser clave para frenar los aires de reforma por vía de la democracia en Alemania. Siempre, claro está, que la soberbia humana no se enroque en sus posiciones por pura resistencia al cambio.

Y si, para finalizar y volviendo a los tres temas tratados, piensan en qué punto puedan tener en común, me gustaría saber cuál es su conclusión. La mía es que precisamente las ideas fijas, la ideología, agrava estas situaciones de por sí difíciles. Respecto a la soledad del Papa, es posible que por su insistencia en no consultar con sus subordinados, supuestamente para simplificar los procedimientos, se encuentre ahora con que pocos comparten sus inquietudes; respecto a la guerra de Ucrania, el Papa parece arrastrar los prejuicios propios de ciertos populismos sudamericanos; así que, aunque su dolor por las muertes de inocentes es sincero, no ve posible ni útil echar la culpa a la Rusia de Putin; y respecto a Alemania, aunque durante mucho tiempo ha actuado como si los progresistas nunca pudieran amenazar la unidad de la Iglesia, finalmente se ha visto obligado a frenarles, si bien no se sabe si tanto porque tema que puedan consumar ellos el cisma, o porque lo consumen quienes desde posiciones más ortodoxas no estén dispuestos a cederlo todo. Esperando haberles sido de alguna utilidad, y confiando en que se suscriban al canal y al Boletín de Centroeuropa si quieren seguir informados, se despide de ustedes atentamente, Santiago Mata.

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