Un balancín para aclararse con las leyes LGTBIQ Llamo balancín a una forma de razonar que ayude a los profesores de Religión católica a explicar su postura respecto a las leyes LGTBIQ


Para los profesores de Religión católica, puede ser un reto explicar su postura respecto a las leyes llamadas LGTBIQ, que según se enfoque o se diga pretenden fomentar la igualdad de género o la diversidad. Por si ayuda en esa tarea, he ideado un procedimiento intelectual que podría compararse a lo que en el mundo de los juegos infantiles es un balancín.

Lo llamo balancín porque se trata de centrar la cuestión en torno a tres preguntas o focos hacia los cuales convergen las preguntas que queramos responder. Estos tres focos forman un triángulo cuyos vértices son: 1) el método o la doctrina que nos va a servir de base en que apoyarnos, y que en este caso consiste en reconocer la realidad como algo más allá de los intereses subjetivos o las convenciones sociales; 2) el sujeto que responde y su actitud, que se resume en la acogida del otro; 3) el destinatario -podríamos llamarle objeto, pero tratándose de una persona resulta inconveniente- de esta actitud y lo que para él proponemos, que es el progreso, en todos sus aspectos.

Si invertimos este triángulo para hacerlo descansar sobre el primero de los vértices, podemos asemejarlo a una palanca en la cual hay una base que es el punto de apoyo, que si es suficientemente sólido nos hará capaces de mover el mundo de acuerdo con el dicho de Arquímedes; en otro vértice hay un sujeto que al renunciar a su peso o altura para acoger al otro, permitirá al que es objeto de su atención -y que está situado en el tercer ángulo- subir y progresar. Por eso el triángulo se asemeja a un balancín.
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