El Papa responde a los Dubia el 2 de octubre de 2023.

Papa al Sínodo: ni ordenar mujeres, ni casar homosexuales En respuesta a cinco cardenales, el papa Francisco repite que no es posible ordenar sacerdotisas a mujeres ni casar a parejas de homosexuales


Hola, les saluda Santiago Mata, para comentar brevemente la respuesta que hoy, 2 de octubre de 2023, ha dado el papa Francisco (ver en este link) a los temas más espinosos que ha de tratar el próximo Sínodo de los Obispos, confirmando que no se puede ordenar sacerdotisas a mujeres, que no se puede casar a parejas homosexuales y que para dar la absolución de los pecados, el sujeto que se confiesa debe mostrar sincero arrepentimiento por sus pecados.

Aunque seguramente podrán encontrar pronto en otros lugares sesudos análisis teológicos, hago este vídeo sobre todo para completar lo dicho en el vídeo en que comenté la posibilidad de que el Papa fuera hereje (ver en este link) por el hecho de apoyar doctrinas morales probabilísticas, es decir, demasiado tolerantes. Pues bien, a mi entender, con estas respuestas que hoy ha publicado el Papa, queda más claro si cabe que no tiene sentido arrojar sobre Francisco esa acusación, ya que con esta declaración marca distancias respeto a esa moral que da un valor determinante en el juicio moral a las circunstancias de los actos humanos, hasta el punto, me atrevería a decir, de que supone una auténtica rectificación de algunos aspectos dudosos de la exhortación apostólica Amoris laetitia de 2016.

Precisamente viene a cuento la mención de Amoris laetitia porque fue entonces, hace 8 años, cuando cuatro cardenales presentaron al Papa sus dudas, Dubia en latín, acerca de si lo expuesto en Amoris laetitia suponía una relajación de las normas morales, particularmente si implicaba un cierto permiso para dar la comunión (y por tanto previamente la absolución sacramental) a personas divorciadas que, por tanto sin haber obtenido la nulidad matrimonial, se hubieran vuelto a casar.

El Papa dejó pasar 8 años sin contestar a esas preguntas pero hoy ha publicado la respuesta a las nuevas preguntas que el 10 de julio de 2023 enviaron los dos cardenales supervivientes de los cuatro que presentaron las Dubia de 2016 -el alemán Brandmüller y el norteamericano Burke-, y a otros tres que sumaron sus firmas: el mexicano Sandoval Íñiguez, el guineano Sarah y el chino Ze Ze-kiun.

De esta forma, el Papa mata dos pájaros de un tiro porque responde a los obispos más conservadores, que le critican supuestamente por defender una moral demasiado tolerante y pone límites claros a quienes se han reunido en el Sínodo de los obispos precisamente con intención de romper algunas de las normas tradicionales de la Iglesia en materia moral.

Francisco interviene dos días antes de que dé comienzo el Sínodo de obispos sobre la sinodalidad, precisamente en un momento en el que los participantes en dicho sínodo están reunidos, o si se prefiere encerrados, en un retiro espiritual: es decir, que esta respuesta puede interpretarse como una aclaración, y por tanto una ruptura de la supuesta neutralidad del Papa, respecto a los puntos más conflictivos que se van a tratar en el Sínodo.

Dicho de otro modo, el Papa está marcando a los participantes en el Sínodo, que ya están en Roma, unos límites que estos deben respetar si quieren permanecer dentro de la Iglesia católica.

Vayamos pues con un somero repaso a esas preguntas a las que el Papa ha dado respuesta.

La primera pregunta (o duda, dubium en latín) se refiere a si se puede afirmar que la revelación divina cambia en función de los cambios culturales y antropológicos de la sociedad. El papa Francisco responde que no, afirmando en el punto b) que “la divina Revelación es inmutable y siempre vinculante”, aunque añade que es preciso siempre esforzarse por comprenderla y explicarla mejor. En el punto f) insiste en que el Magisterio (de la Iglesia) “no es superior a la Palabra de Dios”, pero que tanto los textos como “los testimonios de la Tradición necesitan una interpretación”, precisamente para distinguir lo permanente de lo caduco: curiosamente, no precisa de nuevo el Papa que esa interpretación corresponda al Magisterio, pero en el contexto de la pregunta se entiende que lo está afirmando.

La segunda duda pregunta si se puede considerar acorde con la Revelación y el Magisterio la “práctica generalizada de bendecir las uniones entre personas del mismo sexo”. El Papa responde claramente que, para la Iglesia, solo puede llamarse matrimonio la “unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos”, que por esa razón la Iglesia evita “todo tipo de rito o de sacramental” (es decir, de bendición), que pueda “dar a entender que se reconoce como matrimonio algo que no lo es”. De esta forma, el Papa excluye cualquier bendición a parejas homosexuales que pueda confundirse con una bendición matrimonial.

En caso de que se acepte dar bendiciones “solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio”, insiste el Papa en que eso no se puede presentar como una norma, es decir, que habrá que evaluar cada caso, en abierta crítica, por tanto, a aquellos obispos que en Alemania han dado órdenes a sus sacerdotes, siguiendo las conclusiones de Camino Sinodal de ese país, de bendecir a las parejas homosexuales.

La tercera duda, sobre la afirmación de que la Iglesia es sinodal por naturaleza, la resuelve el Papa afirmando que la sinodalidad tiene un carácter consultivo y no significa un derecho a participar en la esencia de la autoridad de la Iglesia para aquellos que no son obispos: afirma, en concreto, que todo el pueblo de Dios puede “hacer oír su voz y sentirse parte en el camino de la Iglesia”; y por si quedara duda, menciona para explicarlo un documento de san Juan Pablo II, pontífice nada sospechoso de pretender diluir la autoridad de la Iglesia en una especie de democracia.

La cuarta pregunta, sobre la ordenación sacerdotal de mujeres, vuelve a citar a san Juan Pablo II para reafirmar que es una cuestión definitiva “la imposibilidad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres”.

La quinta y última duda pregunta si se puede considerar un derecho humano el perdón, referido al perdón en el sacramento de la confesión. El Papa aclara que no, que “el arrepentimiento es necesario para la validez de la absolución sacramental”.

Como se ve, no aparece ni en las preguntas ni en las respuestas la  mención a la comunión de los divorciados vueltos a casar, pero a mi parecer, queda respondida indirectamente porque primero hay que considerar si volver a casarse estando aún casado es algo bueno; y si concluimos que vivir maritalmente con una mujer que no es la propia no es compatible con la vida de la gracia que se nutre tanto de la confesión como de la comunión, resulta fácil concluir que quien vive en esas circunstancias tiene que arrepentirse y hacerse así digno de la gracia del perdón.

De esta forma, el Papa aclara y hasta diría que rectifica la postura de los obispos argentinos que interpretaron Amoris laetitia como un permiso general para dar la comunión (casi se diría que sin necesidad ni siquiera de confesión, como si no hiciera falta el arrepentimiento por algo incorrecto) a los divorciados vueltos a casar sin nulidad matrimonial previa.

Sin duda muchos teólogos podrán comentar más detalladamente esta actuación papal, por mi parte me parece suficientemente lúcida para callar la boca a los críticos que desde posiciones tradicionalistas pretendían que el Papa apoya herejías morales, y desde luego también una advertencia muy clara a quienes pretenden que todo puede cambiarse en un sínodo, haciéndoles ver que deben respetar la doctrina perenne de la Iglesia también en los aspectos morales más discutidos. Me parece que el Papa se separa así de ese probabilismo al que parecía apoyar en Amoris laetitia.

Sin más queda a su disposición Santiago Mata, recordándoles que pueden suscribirse al canal Centroeuropa y clicar la campanita si quieren recibir aviso cuando emita un nuevo vídeo, y unirse si quieren apoyar económicamente. Hasta pronto, muchas gracias.

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