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Anímese a votar en blanco… A lo mejor ganamos Votar en blanco me parece mejor que abstenerse, y en todo caso un mensaje urgente para los cuatro principales políticos españoles


Desde que ejercí por primera vez el derecho al voto en 1983, nunca me he abstenido voluntariamente (puede que alguna vez por accidente), pero varias veces he votado en blanco y me parece que el 26 de junio lo haré de nuevo.

No suelo hacer campaña por ningún partido (aunque hice una, y bastante exitosa, en 1989 por Europa por la vida), pero cuando se acercan las elecciones siempre me entra el gusanillo de influir en algún familiar mío, así que para ellos escribo, con una cierta pero injusta sensación de tener que justificar mi elección. Porque, oigan, es buena, pero claro, no tanto como para asegurar que quien no la comparta se equivoque.

Ya me había resignado a votar al menos malo de los cuatro partidos principales (el PP), cuando un catedrático a quien tengo mucho respeto, y que tiene una familia numerosa y por tanto no podría juzgar que lo que hace es escandaloso, me dijo que se iba a abstener.

A mí el hispánico ir a la contra siempre me ha dado muy mala espina, culpa de estudiar algo de historia y haber oído muchas veces que la envidia es el vicio más abundante en España… Así que no, no me parece bien no votar y luego ir por la calle gritando «que no nos representan», que ya es medio siglo el que llevo a cuestas y estoy muy seguro de que los hombres somos seres sociales y tenemos que ser gobernados por personajes, mejor si además nos representan.

Si alguno ha aguantado hasta aquí, confieso que esta supuesta explicación no es más que una excusa para tratar de separarme de los que quieren dar una «lección» a los políticos, excusa algo tramposa. Porque no pienso que la envidia sea el principal vicio de los españoles y en cambio sí que los políticos merecen una lección: pero claro, quien pretende dar lecciones cae fácilmente en el mayor vicio de todo ser humano, españoles inclusive, que es la soberbia.

La lección de la crisis

En los años que he pasado en el paro -y del que ahora estoy fuera con un contratillo temporal que expira con este mes (si tienen alguna oferta, comuníquenmela con un comentario en este mismo blog, gracias)- me he aburrido y prometo no aburrir al lector explicando por qué la profesión en que trabajé durante 20 años (afortunadamente, como los hermanos Marx, tengo otras) se ha ido al garete. Lo importante ahora es que se ha ido al garete y el chollo de profesiones (y sueldos) que teníamos antes nunca volverá (o si vuelve yo no viviré para verlo).

Esta es la lección que, modestamente, pero no desde la ignorancia práctica, pienso que deben conocer los políticos españoles, sencillamente porque no es bueno que todos la hayamos tenido que aprender y ellos no. Ojo, insisto, que esto no es envidia ni cabreo, es que no es justo que un país (y encima uno tan estupendo como España) esté regido por idiotas que no saben por dónde les da el aire (que serían los tres partidos «aspirantes») o por malvados que quieren vivir en un garito donde no les dé el viento, mientras los demás nos helamos de frío (que sería el partido gobernante hasta el momento en que escribo y lo poco que les quede, o sea el PP).

De los aspirantes, dos que se llaman progresistas son en realidad retrógrados que quieren volver al pasado, uno de ellos no sabe ni cómo (PSOE) y otro (Podemos) hace juegos de prestidigitación, de esos que tanto nos gustan a los españoles, y se lleva de calle a la gente haciendo creer que volverá al pasado, pero no como el del cochecito de la película, sino al estilo español: matando curas. Pero yo no me entretendré en rebatirles: no son más inteligentes que los que, en la primera revolución industrial, quemaban máquinas y telares porque quitaban trabajo al personal. Que no hay vuelta atrás, chavales.

El tercer aspirante (Ciudadanos) solo se diferencia del PP en que dice que ellos también pasan frío y que meterán a todos bajo el chiringuito: o sea, la diferencia es que todavía no mienten, o mienten menos. Pero en el chiringuito de la mamandurria no cabemos todos. Y a eso hay que añadir que son partidarios de todo lo que les sume votos, lo mismo bodas gays, que eutanasia, que prostitución, que libre venta de drogas… En su bazar chino tienen seguro cosas que gustan a cualquiera, pero un montón de material infumable para cualquier persona con dos dedos de frente.

Y ya que he dado un repaso a los aspirantes, entre los que no se van a jalar una rosca menciono solo a Vox para decir que aunque en su extremismo nacionalista (español, claro) tienen cosas atractivas, el mero hecho de que el Yunque les haya dado a luz y siga apoyándoles sin que ellos se desmarquen de esa sociedad secreta, me hace recurrir a la sabiduría popular del dime con quien andas… y te diré a quién no votaré.

PP: Dadme la mayoría absoluta y os daré una España grande

Me dejo para el final el caso más triste, el del PP gobernante que sigue siendo el menos malo de los cuatro partidos, si bien su actitud (o sea la de Rajoy) es probablemente la más perjudicial. Ellos (él, porque todos parecen de acuerdo con el Santa Klaus gallego) no niegan del todo la crisis, aunque sí mienten a manos llenas al decir que vamos saliendo de ella, como si fuera un salir para volver al punto de partida en plan historia cíclica de los griegos. Nos dicen que nos darán trabajo, pero no nos dicen que será una porquería al borde de la indecencia, o como diría el muñequito Buzz Lightyear, hasta la indecencia y más allá… Pero oye, que con tal de sobrevivir, yo acepto lo que sea.

Yo como tantos, pero no como el señor Rajoy. Él quiere un trabajo de los de antes, como los que siempre ha tenido: Que si mi partido es el más votado, no se vale molestar, que presidente yo y los demás a mirar.

Los políticos, por lo que se ve, son los únicos que no se han enterado de que eso de vivir del cuento se ha acabado. Y no digo que no tengan derecho a gobernarnos, ni que yo les quiera fastidiar y hacer la vida imposible y por eso no les voto. Es que España se ha vuelto ingobernable, como es inhabitable un hogar con la porquería de sueldos que tenemos hoy día. Pues dejen de soñar, sobre todo usted señor Rajoy, con una España gobernable, y acostúmbrese a que las cosas no les salgan, que es a lo que nos hemos tenido que acostumbrar el resto de los españoles.

Un hogar ingobernable se saca a flote como un barco que hace agua: remangándonos todos para achicar, poniendo todos nuestro granito de arena. Ustedes deberían haber desterrado el marxismo, la lucha de clases y de ideologías, de la política, y aprendido a remangarse… Vamos, como lo que dice el jefe de Ciudadanos, solo que de verdad y no para ponerse medallas y luego volver a las andadas y echar la culpa del fracaso al vecino. Que somos todos vecinos y no partes de dos Españas. Porque ustedes, con eso de que ahora son cuatro, se creen con licencia para seguir peleándose. El señor Rajoy empeñado en pedir la mayoría absoluta como Gil Robles en el 36 (su equivalente, ya se entiende: el gobierno solo para mí y que no me molesten), y lo que se va a encontrar, en eso como entonces pero hoffentlich sin que llegue la sangre al río, es que le van a hacer la cama. En esa pelea a cuatro bandas no participo, en eso sí puedo decir que no me representan, aunque sigo pensando que incluso aunque sean incapaces de gobernar, sí deben representarnos a todos. Y de ahí el voto en blanco. (Más sobre La ideología española.)

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