Tres funcionarios dan fe de los crímenes cometidos en la Catedral de Jaén, pero también de cómo consiguieron frenar los abusos para conseguir un trato más humano hacia los detenidos. Insisten en el ejemplo de virtudes y fe que estos dieron.
Pieza tercera de Jaén. Cárceles y sacas Archivo Histórico Nacional,FC-CAUSA_GENERAL,1009,EXP.5
Sus 276 folios son una enumeración de las 8.258 personas apresadas entre el 19 de julio de 1936 (2 personas, el 20 ya son 13, 29 el 22…) y el 4 de marzo de 1939. La lista está firmada el 14 de marzo de 1941. Para 958 días son 8,6 presos nuevos cada día.
1009, exp. 4, folio 28
INFORME ACERCA DE LA QUE FUE PRISIÓN HABILITADA DE LA CATEDRAL DURANTE EL GLORIOSO MOVIMIENTO NACIONAL
Se habilitó la Santa Catedral para Prisión en virtud a órdenes recibidas de la Dirección General de Prisiones y del frente popular y Gobierno Civil de esta provincia el día 3 de Agosto de 1936, siendo Director de la misma el que también lo era de la provincial D. Lorenzo Alonso Montero. Poco más tarde se encargó de aquella Dirección el Administrador D. José Moreno Murciano y por traslado de este Sr. a Totana, pasaron los servicios al Oficial D. Segismundo Martí Morillo, el que en funciones se encargó de la Administración de la provincial hasta su clausura.
La población allí recluida compuesta de unos 800 proximadamente, fue organizada en secciones de 100 subdivididos en grupos de a 25 y en un sistema de aglomeración que ocupaban todas las naves, capillas y coro del Santo recinto.
La alimentación en un principio se suministraba de la Prisión provincial, transportada en una camioneta, pero ante los conflictos que diariamente se suscitaban en las calles inmediatas, a la llegada del rancho, ya que el público malvado protestaba y escandalizaba para impedir que se les diese de comer, llegando en una ocasión a verter las gavetas y tirar el rancho al suelo, ante estos conflictos repito, se instalaron en los sótanos y después en una capilla cocinas donde se condimentaba el rancho. Este era bastante deficiente, escaso y malo, a base de verduras, lentejas habas, etc. pero con muchos insectos y gorgojos.
La parte alta de la Catedral y el Sagrario lo ocupó el servicio de la D.E.C.A., milicianos desaprensivos allí instalados, que destruyeron maderas y gran parte del archivo de un gran valor, quemándolo para calentarse.
El registro de talegas y comidas que venían del exterior, así como las que salían, estaba a cargo de milicianos nombrados por el frente popular, los que cometían toda clase de abusos, quedándose con todo aquello que les parecía. Más tarde este servicio pasó al personal de vigilancia de la Prisión y se corrigió en parte aquellos abusos, pero por orden gubernativa se suspendió y prohibió la entrada de comidas y las que llegaban las retenían o requisaban para mandarlas al comité de refugiados o al Socorro Rojo según manifestaban.
Las comunicaciones tanto orales como escritas estaban también suprimidas o denegadas, y únicamente se daban aquellas que taxativamente ordenaba el Gobernador, si bien hay que hacer constar, que burlando esta prohibición, algunos funcionarios que sentíamos vivamente el triunfo de las armas Nacionales, traspasábamos e introducíamos cartas, noticias y algo de comer con las reservas y exposiciones consiguientes.
En la primera quincena de Agosto de 1936 y organizada y dirigida por el Oficial de la Prisión provincial D. Juan Molina Moreno, salió una expedición de unos 150 reclusos para ser trasladados a la Prisión provincial como así lo hicieron; entre ellos se encontraba el Iltmo. Sr. Obispo de la Diócesis, sus familiares y el Vicario Apostólico. Más tarde se supo que unidos a otros tantos de la provincial y de esta, fueron conducidos con rumbo a Alcalá de Henares, dando origen en el traslado al tristemente recordado “tren de la muerte”.
En septiembre de 1936 y por orden del mismo Gobernador rojo Manuel Martín Galeano, fue saqueada la Catedral, rompiendo unas cajas de caudales que había en una Capilla, y llevándose cuanto allí existiera, así como todas las lámparas, joyas y otras alhajas de plata y oro allí existentes y en el Museo Catedralicio, arrebatando también la Reliquia del Santo Rostro. Intervinieron en estas operaciones entre otros desconocidos, los hermanos Manuel y Antonio Romero, Francisco Pablo Escalona empleados de Banca y Manuel Valenzuela Cuevas auxiliándoles en estas operaciones el empleado rojo José Gallego Nicolás.
Destruyeron por entonces también los órganos de la Catedral de un gran valor positivo, y las campanas.
Algunas joyas, aunque pocas por la estrecha vigilancia de los empleados rojos, fueron salvadas por presos que conseguían ocultar y sacar
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a la calle y algún funcionario antiguo de Prisiones, afectos incondicionales del Glorioso Movimiento, que con grandes riesgos los trasladaba a persona de confianza absoluta fuera de la Prisión.
El trato a los presos, aunque no agresivo de obra, lo era grosero y despectivo por parte de los empleados rojos, en especial un tal Rafael Jiménez Expósito, que perseguía despiadadamente a todo aquel que sorprendía rezando o dedicado a lecturas de libros sagrados, Francisco Delgado (Ca beza de buque como le llamaban) y José Gallego Nicolás que eran groseros en el trato.
Las comunicaciones y comidas se restablecían de una manera discontinua sin seguridades absolutas en su restablecimiento.
Se hablaba ya de evacuar la Catedral para limpiarla y dedicarla a museo, y en la noche del día 3 de Abril de 1937, fue cercada y tomada militarmente por policías armados y fuerzas de asalto organizando una expedición de 45 reclusos, que habían de ser, según manifestaban, los primeros en bajar a la provincial. La dirección de esta saca corrió a cargo del funcionario D. Pedro Nieto Luque auxiliado por José Gallego Nicolás y Antonio Gutiérrez Castillo, y entre los dirigentes se encontraron los comunistas Aroca, Valenzuela, Cirilo y otros más desconocidos. Después se supo el acto criminal cometido con ellos.
El día 6 del mismo mes nuevo intentona de saca, la que ya no se llevó a efecto, porque advertidos los reclusos de la malograda suerte que desgraciadamente corrieron sus compañeros, se sublevaron resistiéndose a salir como así se consiguió.
Transcurrió así el tiempo y el día 7 de Noviembre de 1937 fue evacuada definitivamente la Catedral trasladando la población reclusa, parte a la Provincial y otros a la Habilitada de Santa Úrsula.
Jaén 14 de Mayo de 1941
(Rúbrica: José Moreno [Merino])
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INFORME ACERCA DE LA QUE FUE PRISIÓN HABILITADA DE LA CATEDRAL DURANTE LA DOMINACIÓN MARXISTA.
El régimen establecido era de aglomeración ocupando los detenidos el coro, naves y capillas y pudiendo circular libremente por todo el interior del Sagrado edificio; salvo aquellos destinos que podían estar y salir durante el día al rastrillo para la recepción y salida de comidas y ropas, como así mismo para las comunicaciones.
Era Director D. Lorenzo […]
Los funcionarios pertenecían unos a la clase de Guardianes, sección subalterna, y otros, los menos, Oficiales y a la Sección Técnica Auxiliar. Los primeros nombrados por los partidos y frente popular, excepto tres de ellos que eran Guardianes del Cuerpo: José Gallego Nicolás condenado a muerte, Benigno Sánchez Ruiz, absuelto que fue en Consejo de Guerra y Agustín Correas Baguer trasladado a la prisión de Cabeza de Buey y que se pasó a la Zona Nacional. De los Oficiales uno D. Pedro Nieto Luque pertenecía al partido republicano federal y era de ideas francamente izquierdistas y partidario del triunfo del marxismo. Falleció en Cazorla. Los demás Oficiales son todos adictos incondicionales al nuevo Régimen y fervorosos entusiastas de la Causa Nacional, por lo que colaboraron a ella por cuantos medios hallaron a su alcance […]
La comida era mala y a veces consistía en habas cocidas con agua de aceite y llenas de gorgojos. Hubieron días de prohibírseles la comida y el pan por el Frente Popular.
El trato dado por los Guardianes comunistas y socialistas fue hosco y despectivo. Rafael Jiménez Expósito, condenado a muerte, llegó a pegar a un detenido y romper el libro de rezos de algún sacerdote que veía orando. Fue el único maltrato de obra que creo se haya dado.
En la noche del 3 de Abril de 1937 excarcelaron 45 detenidos por fuerza pública y paisanos armados, que rodearon la Catedral y tomaron las calles adyacentes irrumpiendo con los dirigentes de los partidos marxistas en la lonja de la Catedral después de pasar por la guardia exterior militar. Por los mismos detenidos se supo que a los excarcelados los habían formado y entregado a la horda D. Pedro Nieto Luque, Antonio Gutiérrez Castillo, condenado a muerte y José Gallego Nicolás con igual pena.
El día seis del mismo mes e informados ya los cautivos del execrable y horrible asesinato cometido por aquellas hienas, se negaron a salir y se evitó la repetición del acto cruentísimo.
Siempre con la amenaza del exterior el siete de Noviembre del referido año fue por fin evacuada la Santa Catedral, […]
Jaén 15 de Mayo de 1941
[Rúbrica: Francisco Gil de Avalle y Muñiz]
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INFORME sobre la Prisión Habilitada de la Santa Catedral, de esta Ciudad, durante el periodo de la dominación marxista.
El ambiente del interior de esta prisión, era agobiador y deprimente tanto por la penumbra, propia del lugar, tan alejada para lo que se le destinaba, como por su atmósfera enrarecida y nauseabunda, producto del hacinamiento y procedencia de los retretes, lo que originaba en los que llevaban tiempo sin abandonar este ambiente, aparte de otras dolencias, generalizadas afecciones bronco-pulmonares, con marcado recrudecimiento, en los que ya las padecían, como así mismo diversas afecciones de la vista. Al empeoramiento de este ambiente hay que sumarle el procedente de los humos de la cocina y demás emanaciones derivadas de esta, al instalarse más tarde en el interior del templo.
En el régimen de aglomeración establecido, los detenidos se hallaban divididos en secciones y estas en grupos, las que dormían en las distintas naves y capillas laterales, lo que originaba que en los rigores del invierno y muy especialmente en las noches de viento se hacía insoportable la intensidad del frío, por las corrientes que se establecían, al tenerse abiertos los balcones de las partes altas, lo que originó en más de una ocasión la protesta de los vigilantes rojos al imponérseles la obligación de cerrarlos, lo que siempre hicieron contrariados y redoblando sus groseras protestas, alegando para esta resistencia el razonamiento de que nada merecían, lo que originó el que este servicio fuese muchas veces realizado por los propios oficiales del cuerpo a fin de alejar en lo posible violentos y desagradables incidentes con los rojos y que pudieran traducirse en perjuicio de los propios detenidos, por lo que a pesar de aquellos, se habilitaron también, para pernoctar otros departamentos del templo, más reservados de los rigores del frío, y fueron ocupados, especialmente, por los más ancianos y delicados.
En orden a los detenidos, se descubría en ellos además de la disciplina, que por las virtudes e índole de los mismos, todos sentían y practicaban, la inquietud y el recelo que la presencia de cualquier desconocido en el establecimiento les producía, como consecuencia al régimen de despotismo y vejaciones a que los vigilantes rojos les tenían sometido, pues por éstos y muy especialmente por los afiliados a los partidos más extremistas, eran tratados con el mayor rigor y despotismo, destacándose entre ellos, Francisco Delgado, Rafael Giménez, significado por sus persecuciones religiosas y José Gallego Nicolás, en sus explotaciones inicuas y despiadadas.
A pesar de este ambiente de opresión, tanto moral como físico, en que la vida de los detenidos se desarrollaba, el ánimo de estos fue siempre satisfactorio, tanto por virtud de su moral y la Fe, en todos reinante como por su confianza en el triunfo de la Santa Causa, por la que todos sufrían con la mayor resignación su prisión, la que en todos momentos endulzada por los oficiales antiguos del cuerpo, en cuantas ocasiones le fueron factibles, y de una manera continuada, proporcionándoles la satisfacción de las noticias de las emisiones Nacionales, con el arrollador avance de nuestros gloriosos soldados, que era lo que más vivamente confortaba sus ánimos, a la vez que destruíamos los bulos que propalaban las radios y prensa roja y que los marxistas, con ánimo de una mayor mortificación y aumentando estos bulos, comentaban entre los detenidos.
En honor a la verdad debe hacerse excepciones en esta clase de vigilantes, ya que afortunadamente los había de una mayor cultura, pertenecientes a los partidos más moderados y animados a la vez de una mejor disposición hacia los detenidos, circunstancia que los oficiales del cuerpo, conscientes de nuestros deberes, aprovechamos para encomendar a estos empleados los servicios que mejor se traducían en el mayor beneficio de los detenidos, consiguiendo con esto, con nuestros ejemplos y continuas correcciones, en todos los servicios, así como con nuestras atenciones para con los detenidos, terminar en poco tiempo, con aquel régimen de tiranía ejercida en un principio por los rojos, con lo que el régimen de la prisión fue suavizado y dulcificado, haciéndose más humano y soportable.
El servicio de encargos estuvo en un principio encomendado a los milicianos, el cual desempeñaban con la habitual y grosera desaprensión peculiar en todos ellos y que envanecidos por el cargo e influenciados por el
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ambiente de la época hacían víctimas de sus desmanes y groserías a los detenidos y familiares de estos. Este servicio más tarde fue encomendado a los vigilantes, con lo que experimentó alguna mejoría, por su mayor control y ordenación en los servicios.
Este servicio en más de una ocasión fue suspendido por las autoridades rojas, decomisándose en otras las comidas que así se estimaron y que al decir de ellos fueron llevadas al comité de refugiados o al frente popular, por tenérseles así ordenado por sus directivos. La autoridad del Director era considerada por ellos como cosa secundaria y en un plano de inferioridad. Igualmente se hizo, en otras ocasiones, con las mantas, colchones y otros efectos llevados a la prisión con destino a los detenidos.
Los ranchos, en los primeros tiempos, hasta que se instalaron las cocinas […] cuando lo eran de lentejas se recuerda la gran cantidad de desperdicios e insectos que flotaban en su superficie así como la exageración de chinas y tierra contenidas en el fondo.
Para idea de la mala condición de este rancho basta consignar el hecho de haberse comprobado la sobra de más de 400 plazas, en un racionado de unas 500, a que ascendería, por entonces el total de la población recluida. Se mejoraron estas condiciones y en días sucesivos se comprobó que agotamiento total de estas plazas.
[…] a los detenidos se les tuvo, en ocasiones, sin la ración de pan correspondiente cuando esta no faltaba en toda la población civil.
Como hecho elocuente de la tiranía reinante y de la animosidad existente hacia los detenidos, se expone también el caso de que elementos indeseables de la población se opusieron en un día del mes de Septiembre, a que se les llevase el rancho a los detenidos, cosa que consiguieron, así como tirarles la comida a la vez que proferían insultos hacia los detenidos y pedir vociferando el fusilamiento de todos ellos, por lo que tuvo que reforzarse la guardia de la prisión, ante el peligro de un asalto a la misma por las turbas marxistas, en la que abundaban también mujeres y milicianos.[escrito a mano en el margen: Al frente de ellos una tal Magdalena Molina Moro, condenada en consejo de guerra a 20 años de prisión. Hoy en libertad]
Con el auxilio de esta guardia, a la que se le señalaron los puntos estratégicos, y los flacos, de la prisión, quedó conjurado este peligro.
Las comunicaciones, tanto orales como escritas, fueron también en más de una ocasión suspendidas por las autoridades rojas y lo mismo que los encargos sin ninguna razón ni fundamento para ello.
A pesar de tanta persecución y medidas de vigilancia, los detenidos con beneplácito y concurso de los oficiales afectos a la Causa, practicaban sus rezos y demás actos religiosos, incluso la celebración de misas, llegándose hasta el extremo de haberse amortajado a un Padre Carmelita, fallecido en la prisión, con hábitos y demás revestimentos religiosos.
El servicio de enfermería, muy deficiente por la carencia de medicamentos, instrumental y demás efectos, era desempeñado por Médicos, practicantes y enfermeros detenidos, habiéndose en ocasiones nombrado algún Médico libre. En un principio estuvo instalada en un local amplio y algo separado de la prisión, instalándose más tarde en distintos sitios de la misma por haberse aislado del resto de esta el lugar primitivo, al usarlo los militares para depósito de armas y explosivos.
Como hecho importante también hay que exponer, figura del desvalijamiento de las riquezas del tempo, así como la destrucción de otras, tales como el órgano, las campanas y el archivo y otras de menor importancia como la quema, para calentarse de confesonarios, bancos, sillas y otros efectos, habiéndose conseguido el salvar otros al facilitarse su salida de la prisión para su guarda y otros al haber sido escondidos en el interior del templo.
El día 3 de Abril de 1937, con pretexto de comenzarse a evacuar la Catedral para la provincial, a fin de dejar aquella para museo, como hacía tiempo se venìa diciendo, se rodeó la Catedral y ocupó la lonja de la misma, por fuerza pública y milicianos armados y poco después agentes de la autoridad, con representantes del frente popular y unos números de asalto llegaron al rastrillo de la prisión, en donde desatendiendo, desautorizando y usurpando por la violencia para su libre albedrío atribuciones de orden legal y morales por ellos no sentidas y en cambio haciendo objeto de sus respetos y confianza al oficial más antiguo de servicio, D. Pedro Nieto, de marcada tendencia izquierdista y que había salido a recibirlos, entre este y demás empleados rojos destacándose entre ellos José Gallego Nicolás y Antonio Gutiérrez Castillo, según referencia de los mismos presos excarcelaron 45 detenidos, que lejos de tener ingreso en la provincial
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nos enteramos después que fueron vilmente asesinados.
El día 6 del referido mes quisieron repetir la criminal azaña, cosa que no consiguieron, porque enterados ya de lo sucedido con la anterior expedición, del día 3, se avisaron a los detenidos para que estuviesen preparados para la defensa y no pudiesen ser víctimas de un nuevo engaño. En este nuevo intento, pretendido con insistencia, por los mismos empleados, que en la anterior, o sean D. Pedro Nieto, José Gallego y Antonio Gutiérrez, los cuales no permitieron, al dicente, el que se hablase con los detenidos a fin de dárseles instrucciones para evitar el eminente [SIC por inminente]
peligro de una nueva excarcelación a la vez que pretendieron echarle de la Catedral, lo que lejos de realizar se dirigió al grupo de los ya formados y animándoles se les invitó para que se disolviesen, los que al hacerlo irrumpieron en una general protesta, de toda la prisión, con promesa firme de no salir ni un solo hombre.
La Catedral tuvo sucesivamente tres directores: D. Lorenzo Alonso, Director de la provincial que lo fue también de la Catedral, hasta Agosto de 1936, en que se hizo cargo de la dirección de esta el Administrador de la provincial, D. Juan J. Moreno y últimamente el Oficial del cuerpo, D. Segismundo Martí, que lo fue hasta Noviembre de 1937, en que fue evacuada la Catedral.
Forzado es terminar este informe haciendo el más merecido elogio por las virtudes de todos los detenidos y en especial a los que desempeñaron servicios auxiliares, los que por su abnegación y sacrificios prestaron silenciosos y señalados servicios a todos sus compañeros de cautiverio y a la Santa Causa por la que con tanta resignación como orgullo y Fe inquebrantable sirvieron.
Jaén 15 de Mayo de 1941.
(Rúbrica ilegible, puede ser J. Gut: quizá Damián Gutiérrez Ledesma)
Un trabajo extraordinario. Enhorabuena.
Estaba haciendo unas reseñas sobre José Moreno Merino, Francisco Gil de Avalle y Muñiz, José Montilla Márquez, Antonio Faraco Corral, Rafael Luque López, Damián Gutiérrez, y muchos más, de las prisiones de Jaén, y me ha servido de mucho estos informes. Mi abuelo murió en la PPJ el 23 de septiembre de 1942. Gracias.