Por qué el Papa parece castigar a los buenos y proteger a los malos. La semana pasada hemos visto lo que parece ser un ejemplo de esta aparente contradicción: el jueves 9 de noviembre de 2023, el papa Francisco destituyó al obispo norteamericano Joseph Strickland, considerado por muchos un defensor de la fe. En cambio, ninguno de los 19 obispos alemanes que han aceptado que la Iglesia de ese país sea gobernada por laicos, ha sido depuesto.
¿Tiene el Papa una doble vara de medir y solo castiga a aquellos que le han criticado o que parecen conservadores? ¿Por qué no castiga a los progresistas, aunque sus doctrinas y prácticas contradigan a las de la Iglesia católica?
Soy Santiago Mata, les doy la bienvenida al canal Centroeuropa y espero poder explicarles que la razón por la que el Papa actúa así está en un proverbio africano que Francisco ha repetido con frecuencia, por ejemplo en su viaje a Mozambique en 2019. Dice así: “Si quieres llegar rápido camina solo, si quieres llegar lejos, ve acompañado”.
Para explicar la importancia que el papa Francisco da a este proverbio me he situado ante esta plaza donde, como ven, está teniendo lugar un desfile. Piensen por un momento qué es lo esencial en un ejército. Un ejército es un grupo de personas armadas, uniformadas, que aprenden a colaborar para cumplir una misión, y que se entrenan para ella mediante ejercicios físicos, aprendizaje del uso de las armas, etc. ¿Cuál de estas tareas es más importante? Depende de qué objetivo se planteen: por ejemplo, si quieren que al menos algunos soldados cumplan una misión o si pretenden que lo haga el mayor número posible de ellos.
Para esta comparación casi hubiera sido preferible pensar en un grupo de montañeros que asciende una montaña. Si dejamos que cada uno ejercite sus fuerzas lo mejor que sepa, probablemente algunos lleguen mucho antes que otros a la cima. Si, en cambio, tratamos de que lleguen todos, tardaremos mucho más.
Como ya han adivinado, para el papa Francisco, lo importante en la situación actual de la Iglesia es que el grupo permanezca unido. Volviendo al ejemplo del ejército, no importaría que los soldados no estuvieran bien uniformados, que ni siquiera supieran emplear bien las armas, o que no estuvieran bien entrenados para el combate. Lo fundamental, desde este punto de vista, sería al menos que se mantuvieran dentro de la formación, que no cundiera el pánico, y que el grupo no se dispersara. Ahora bien, ¿irían ustedes a la guerra con ese ejército de Pancho Villa?
Volviendo a lo sucedido la semana pasada en la Iglesia, el 9 de noviembre el Papa cesó al obispo norteamericano Joseph Strickland, que si duda era un soldado bien entrenado, pero también rebelde, al menos desde el punto de vista del papa Francisco. El peligro parecía ser que la rebeldía de Strickland se extendiera dentro de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, que iba a renovar sus cargos.
Paralelamente, siguiendo lo previsto en el Camino Sinodal alemán, el viernes 10 y el sábado 11 de noviembre, se traspasó el gobierno de la Iglesia católica en Alemania a un Comité Sinodal que escapa al control de los obispos. Sólo cuatro obispos alemanes se negaron a colaborar. ¿Por qué el Papa no interviene aquí? Porque los alemanes no se han salido de la formación. Es decir, que aunque todos pueden ver que no siguen el paso y el ritmo del Papa en el desfile, ellos dicen que sí los siguen.
Veamos con más de detalle los casos de Strickland y de los alemanes, y alguno intermedio.
Para el sacerdote Santiago Martín, la destitución de monseñor Strickland fue un intento de frenar las críticas al Papa en la Conferencia Episcopal Estadounidense:
El padre Santiago Martín no entra en detalle en las críticas de Strickland al Papa, cuya gravedad resalta, en cambio, el padre José Antonio Fortea:
Para dejar claro que la gravedad y falta de fundamento de algunos de los ataques de Strickland contra el Papa hacían más que justificable su destitución, me remito a lo expuesto por el padre Byron en su canal un Sacerdote Millenial. Este link y todos los demás pueden verlos en el artículo al que remite la descripción de este vídeo.
Strickland aparece como primero de los 103 firmantes (4 de ellos obispos) de un documento publicado el 16 de septiembre de 2022 en LifesiteNews que acusa a la carta apostólica Desiderio desideravi del papa Francisco de cometer una herejía condenada por el Concilio de Trento, al afirmar que basta la fe para ser admitido a la comunión. Pero, como prueba el padre Byron, esa afirmación no está en la carta de Francisco.
El padre Byron remite a la conferencia de Strickland en Roma el 31 de octubre de 2023, organizada de nuevo por LifesiteNews, en la cual el obispo elogiaba a un individuo que llamaba a Francisco falso Papa, protector del aborto y decía que “Francisco es un experto en producir cobardes, predicando el diálogo”. Strickland afirmó que “está saliendo del Vaticano y apoyado al menos por el papa Francisco el ataque a lo sagrado”.
Parece evidente que una línea roja que Francisco no permite que se cruce es la de excluir el diálogo y pretender que la Iglesia debe condenar a cuantos defiendan doctrinas inciertas o perjudiciales. Pero el Papa, recordando el proverbio africano, parece preferir que permanezcan en la Iglesia, y que a pesar de esa chocante diversidad, de algún modo todos eschuchemos en ella al Espíritu Santo.
¿De qué modo? De un modo concéntrico, es decir, las cosas irán bien en la medida en que permanezcamos juntos, pero no revueltos, sino desfilando, o mejor dicho formando un círculo. ¿En torno a quién? Lo habrán adivinado, en torno al Papa. Por eso se da esa paradoja de que el Papa sea muy tolerante en lo doctrinal, siempre que no se ponga en duda que todo el poder le ha sido delegado. A esta realidad se refiere con la palabra “discernimiento”: todo es correcto si gira en el mismo sentido en que marcha el Papa.
Veamos un par de ejemplos de esta paradoja. Uno es el juicio contra el cardenal Becciu, el primero emprendido por un Papa contra un cardenal. El periodista norteamericano John Allen afirma que este juicio se ha convertido “en un referéndum sobre el poder Papal”.
En el caso de Becciu, como en el de Strickland, el Papa impone su voluntad de una forma que puede parecer brutal, pero justificada por la gravedad del asunto. Por tanto, para ser cierta, la expresión de que parece que el Papa castiga a los buenos requiere algún ejemplo más, y voy a mencionar el del Opus Dei.
Como es sabido, esta institución católica está siendo forzada por el Papa a realizar una reforma. Como toda intervención papal, tiene que estar justificada por denuncias o críticas. ¿Y qué se le critica al Opus Dei? No que ataque al Papa, como en el caso de Strickland, o que despilfarre el dinero, como en el caso de Becciu. ¿Entonces?
Volviendo a la comparación con el desfile militar, en mi opinión, desde el punto de vista de quien prioriza que nadie se sienta coaccionado para abandonar el ejército, el problema del Opus Dei es que para algunos parecía que desfilaban de una forma demasiado independiente: para el papa Francisco, según parece, el hecho de que una institución de la Iglesia tenga a la vez carisma y jerarquía sería equivalente al de una formación militar que llevara su propia banda de música, con el peligro constante de que marcara su propio ritmo. Y, como hemos dicho, un elemento fundamental para mantener unido el rebaño católico, en el universo de la sinodalidad, es que gire mirando siempre a un solo centro.
La existencia, por así decirlo, de una aparente pluralidad de centros de poder, sería incompatible y podría, desde ese punto de vista, provocar que, aunque fuera en la buena dirección, se marchara con otro ritmo, y que algunos llegaran a la meta antes, con una actitud que podría ser calificada de elitismo.
Imponer la autoridad papal como única forma de mantener la unidad de la Iglesia, puede ser, en mi opinión, la explicación de que se mantenga, por orden del Papa, una acusación a todas luces infundada de abusos sexuales contra un profesor que es miembro del Opus Dei, y que se pretenda en la práctica convertir ese caso en una causa contra la institución, llamándola caso Gaztelueta, y tratando de forzar que la institución, el Opus Dei, se haga cómplice de las irregularidades del caso y termine por expulsar de su seno al profesor acusado.
Hasta aquí espero haber mostrado que el papa Francisco sólo reacciona contra aquellos que discrepan, en apariencia o realmente, de su convicción de que solo importa caminar juntos, como si en un ejército solo hubiera que aprender a marchar en formación, sin importar la forma física, ni la destreza en el manejo de las armas, ni el valor, ni el adiestramiento para el combate, etc.
En este contexto, puede resultar chocante que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe haya declarado, el 13 de noviembre, que sigue siendo incompatible ser masón y católico, “por ser inconciliables la doctrina católica y la masonería”. Parece un respiro tras una serie de respuestas ambiguas con las que se han dejado puertas abiertas a la comunión de divorciados (25 de septiembre) y a que las personas llamadas transexuales sean padrinos de bautismo (3 de noviembre).
Puede resultar chocante, pero no lo es, ya que quienes pretendían ser masones y católicos eran filipinos, que a fin de cuentas no amenazan con salirse de la Iglesia católica. A esos aún se les puede exigir algo. Llegamos por fin a la pregunta de por qué no castiga el Papa a los alemanes que acaban de crear un Comité Sinodal para que mande sobre los obispos.
Se cumple así la renuncia de los obispos alemanes hecha el 4 de abril de abdicar de su poder de gobernar. Con el derecho canónico en la mano, solo quedarían cuatro obispos católicos en Alemania: los de Colonia, cardenal Woelki, Eichstätt, Gregor Hanke; Passau, Stefan Oster y Ratisbona, Rudolf Voderholzer.
¿Qué probabilidades hay de una intervención Papal? Muy pocas, mientras los que controlan el Comité Sinodal sigan afirmando que ellos sí quieren caminar en la misma dirección que el Papa. Incluso algunos afirman que el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Georg Bätzing, ha dado marcha atrás, al haber fracasado en el Sínodo de la Sinodalidad, en cuyo documento final no consiguieron los alemanes y sus aliados que se introdujera ni una sola exigencia de cambiar la doctrina sexual católica.
Ahora, la prioridad para lo que controlan la Iglesia católica en Alemania desde el Comité Sinodal es consolidar lo ganado: el poder sobre la estructura de la Iglesia y sobre el dinero. Veamos al respecto esta entrevista publicada el 10 de noviembre en la web oficial del catolicismo alemán (katholisch.de) con la teóloga Julia Knop, quien afirma que el peligro para la Iglesia es la continuidad en la doctrina.
Como si lo suyo no constituyera una afirmación doctrinal, y eso que su título es el de profesora de teología dogmática, asegura Knop que la firmeza en la fe provoca una simplificación “mucho más peligrosa que el relativismo”.
Con habilidad, Knop trata de poner de su lado al pontífice romano, al asegurar que “el papa Francisco se basa en señales ambiguas” y concluye que “la confusión es una categoría importante en la Iglesia”, es decir, que quienes quieren aclarar las cosas son peligrosos.
Knop niega en su artículo que la tarea del Magisterio de la Iglesia sea “proporcionar claridad” y “llevar el depósito de la fe intacto a través de los siglos”. Apenas unos renglones más abajo, y puesto que en el fondo el Magisterio de la Iglesia no tiene para ella misión de enseñar, sencillamente Knop borra su razón de ser como autoridad entre Dios y los hombres.
La verdad, según Knop, consiste en la relación con Dios, y no cabe definirla con frases: “esta relación, la fe, es inmediata, y no necesita enseñanza alguna”. Tratando de poner una vez más al Papa de parte de esta verdad construida en la praxis al estilo hegeliano o marxista, insiste la profesora en que para Francisco “la realidad es más importante que la idea”. Afirmar que existen la verdad y la autoridad, para Knop, “no es una promesa de salvación, sino una declaración de guerra”.
La fe de Knop es seguramente más autónoma que la de Lutero, quien no haría elogios de la “confusión” como los que prodiga esta profesora que a pesar de todo afirma ocuparse “de las enseñanzas de la Iglesia”. ¿Ustedes pagarían de su bolsillo a una persona para que se ocupara así de sus asuntos?
En mi opinión, no todo está perdido en Alemania. Incluso en la profesora Knop aún quedan resquicios de cristianismo, ya que termina la entrevista recordando que Cristo dijo ser Camino, Verdad y Vida.
También estas personas que conservan lo que consideran una relación con Cristo, por muy vacía de doctrina o llena de confusión que esté, son valiosas para la Iglesia y no es necesario espantarlas ni expulsarlas. Pero tampoco creo que sea necesario pagarles un sueldazo de profesor de dogmática católica, y desde luego yo no pondría ni un gramo de poder eclesial en manos de un comité formado por estas personas.
Hasta ahora alegaba el Camino Sinodal Alemán que la gente de su país pedía un cambio de moral sexual para no irse de la Iglesia. Ahora que ya tienen el poder, dejan de hablar de eso y se conforman con que se permita la confusión y no se hable claro.
Mi opinión es que todo esto es una tomadura de pelo: frente a ella, los alemanes que no quieren dar de comer a estos titiriteros, optan por dejar de pagar el impuesto eclesiástico, una extorsión inventada por Hitler para castigar a los que tuvieran fe. El resto, tendrá que seguir pagando el chantaje si el Papa no denuncia ante el Estado alemán este golpe de Estado.
Sin otro particular que aconsejarles que se suscriban al Boletín de Centroeuropa para seguir informados, se despide atentamente Santiago Mata.