¿Para qué necesitamos una nueva cultura? ¿Una nueva cultura para qué y para quién?


Hablar —o escribir— sobre cultura suele ser aburrido. Al menos yo me aburro bastantes veces cuando leo algo sobre la cultura. Confío en que al lector (a mi lector o lectora: a usted) le suceda algo semejante, porque eso significa que tiene sentido común.

Quizá es porque no me gusta —supongo que a nadie le “gusta”— que me digan lo que debo hacer, como cantaba un cantautor de mis años mozos: “esto esta bien, esto está mal”. Sobre todo, porque no me gusta el anonimato: que me den consejos anónimos. Uno (yo al menos) enseguida se pregunta: ¿y éste, para qué quiere que yo haga eso? ¿En qué se basa para decirme que esto está bien?

Claro que saber el nombre del que escribe —por ejemplo el mío: Santiago Mata— tampoco sirve de mucho. Por ejemplo, mi lector puede preguntarse: ¿y éste, para qué me dice su nombre? ¿Es un pedante que piensa que su nombre da autoridad a lo que escribe? ¿Es un tipo celoso que no quiere que le copien? Por mi parte, me basta con que el lector (o lectora: y en adelante, si no le importa, que me permita el masculino genérico) sepa que no está leyendo un texto generado automáticamente por un ordenador o copiado de alguna página web…

Tampoco me gusta dirigirme a un lector anónimo (uno de esos robots de Google u otros buscadores, que clasificarán esta página), así que animo al lector a que, si le apetece, se presente… Pero basta, porque ¿quién soy yo para animar al lector a hacer esto o lo otro?

¿Piensa usted que necesitamos una nueva cultura? ¿Una nueva cultura para qué y para quién? Para usted y para mí, claro… ¿Para todos? Sí. Y para qué.

La cultura es “como” una red de carreteras que lleva a la felicidad. No me gustan las definiciones, pero ésta es la mejor que se me ocurre, y además no me parece del todo mal porque, aunque seguramente muchos han dicho algo parecido, yo no lo he leído por el momento, o no en esos términos… Me gusta porque me parece que refleja la dificultad especial de definir la cultura, porque implica la felicidad, que es algo personal, y el construir una red de carreteras, algo que no puede hacer una persona: la cultura es algo colectivo, que comparten muchas personas, y que sirve a un fin personal, que es la felicidad, y además no sirve de modo automático, ya que el ir por una carretera —“buena” o “mala”— no implique que se llegue a destino. Esta “definición” tiene la ventaja de ser amplia: por una carretera hay gente que va en solitario, y hay gente que va en autobús. Del mismo modo hay gente que piensa que la felicidad es algo que se alcanza en solitario, y otros piensan que es un fin colectivo, incluso que sólo se puede alcanzar cuando uno viaja “en grupo”. Me gustaría que pudieran seguir leyendo tanto unos como otros. Y sobre todo, no me gustaría detenerme demasiado tiempo mirando la definición de cultura.

¿Por qué digo que necesitamos una nueva cultura? ¿Por qué lo diría usted? Seguro que ha pensado sobre el asunto. O al menos ha intuido algo sobre el asunto? Yo no me habría parado a buscar una definición de cultura si no fuera porque intuyo que algo no va del todo bien en “nuestra” cultura. ¿Es bueno que haya diversidad cultural? Seguro que sí, “algo” nos dice que no somos todos iguales. Pero “algo” nos dice que en algún punto es posible que todos seamos iguales. Si no, ¿por qué lee usted y por qué escribo yo? ¿No será que es porque intuimos que tenemos algo en común, y que por tanto usted tiene algo que decirme y yo también? ¿No será que intuimos que el hombre es un ser social, que usted y yo somos seres sociales, y que cada uno conoce algo respecto al fin —a la felicidad— del otro, de los otros, que incluso puede ayudarle a construir el camino que le “puede llevar” hacia ese fin, que quizá pueda incluso ayudarle a recorrerlo, y hasta recorrerlo con usted? ¿No podría ser incluso que esta intuición fuera verdadera? Es decir, que de veras el hombre sea un ser social, que realmente NECESITE la cultura para ser feliz, que simplemente necesite a los demás…

Podría ser, o no. Depende de qué sea la felicidad. El camino es sólo importante si de veras hay que llegar a alguna parte. Porque si, por ejemplo, la felicidad está al alcance de la mano, no necesito moverme. Felicidad y cambio, ¿son necesarios? ¿o, simplemente, son? ¿Supuesto que fuera, qué es la felicidad y en qué sentido hay que moverse para llegar a ella?

¿No se ha cansado aún de leerme? Yo casi me he cansado de escribir, pero aún me siento con fuerzas para escribir otra página a ver si soy capaz de responder a la siguiente pregunta: ¿qué es la felicidad? Pero si usted también se siente con fuerzas para decir algo sobre ello o sobre lo anterior, escriba, por favor.

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