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El enigma vasco Si la fonética castellana procede de la vasca, ¿cómo es que los castellanos cantamos tan mal y los vascos supuestamente bien? Este es para mí el auténtico enigma vasco


En mi memoria está asociada a Claudio Sánchez Albornoz la afirmación de que el castellano es el latín mal hablado por los vascos, como expresión de la influencia del euskera en la formación (no solo la fonética) del castellano. Pero, para mí, la evidencia de que los castellanos (y sobre todo las castellanas) cantamos mal y los vascos supuestamente bien, deja claro que sigue existiendo un enigma vasco sin resolver.

Hace tres décadas que escuché en una conferencia en Pamplona -siento no recordar el nombre del profesor que la daba- hablar de la influencia del euskera en la formación del castellano. Entretanto hay sobre el tema material hasta en Wikipedia. Pero no me resisto a recordar un par de puntos esenciales: la pobreza fonética (cinco vocales solo, inexistencia de uve, dificultad para arrancar con consonantes y por ello supresión de efe inicial -conversión en hache-, etc.), que, y esto es lo importante, diferencian al castellano de las demás lenguas latinas peninsulares (gallego, asturiano, leonés a occidente, aragonés y catalán a oriente), y por tanto solo podría explicarse con un esquema norte-sur. La diferencia ser-estar sería también una característica del castellano heredada del papá, o abuelo, vasco.

Desde luego el primer punto anula todo posible origen galaico (invocado por cierto en la página que va en el link de la cita sobre el latín mal hablado que puse arriba). Esto es algo que me quedó claro en otro texto, también imposible de encontrar ahora pero supongo procedente de Una ciudad de la España cristiana hace mil años de Sánchez Albornoz, en el que el insigne historiador mencionaba cómo en la corte de León se reían de la forma de hablar de los castellanos cuando los primeros titulares de ese condado iban a rendir pleitesía al rey. Siempre lo he considerado como un ejemplo de aquello de que el que ríe último ríe mejor, porque el leonés ha desaparecido y el castellano digamos que aún tiene carrera… Pero ahora viene a cuento de que, si el leonés se reía del castellano, no sería por su semejanza con el gallego, que estaba harto de oír hablar y consideraba lengua culta (véanse las Cantigas de Alfonso X)… sino evidentemente por distanciarse estrepitosamente de la lengua considerada culta: es decir, por la evidente pobreza fonética que, dicho sea de paso, ha sido la clave para el éxito del castellano, mientras que la complejidad fonética hace languidecer, por mucha pasta que inviertan los Pujoles, Mases y Puigdemontes, a sus demás competidores peninsulares (y en general latinos).

Pero dejemos el excurso y vayamos al dilema: ¿Acaso la pobreza fonética no se debe al mal oído, es decir, a que oyendo dos sonidos distintos, se consideran iguales? Esto es palmario para el caso de la be y la uve. Y entonces, si los vascos inutilizaron el oído de los castellanos al impedirles distinguir ciertos sonidos que los demás idiomas peninsulares conservaron, ¿cómo es que los castellanos manifestamos esa inutilidad al no saber cantar, amén de en la dificultad de aprender idiomas con mayor complejidad fonética… y sin embargo los vascos supuestamente cantan bien? (Sobre si saben aprender idiomas «superiores» no tengo ni idea.)

Si los vascos cantan bien, es que tienen buen oído, y por cierto debería confirmarse porque tengan algo más de pericia lingüística que los españoles. Pero si eso es cierto, ¿cómo pueden ser ellos los que no distinguían los matices de la fonética latina y la cercenaron brutalmente, dando lugar o al menos contribuyendo significativamente, a la aparición -genial- del castellano?

Siempre podrá decirse que los vascos en realidad siempre supieron distinguir los matices fonéticos, pero que se los guardan para lo que ellos quieren, y que solo manifiestan sus dotes cuando cantan en casa y lo que les gusta, mientras que para su relación con los extranjeros no se esfuerzan tanto. Es una explicación de chiste, pero tratándose de vascos, no puede descartarse.

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