A quienes dudan sobre el actuar del papa Francisco -un saludo en particular a los directores de @InfoCatolica e @Infovaticana– y más aún a quienes lo consideran un hereje, debería hacerles reflexionar el agradecimiento del papa emérito Benedicto XVI, quien dijo estar impresionado por la bondad de Francisco.
Su bondad es el lugar donde vivo y me siento protegido, dijo en concreto el papa de la búsqueda de Dios a través de la belleza, subrayando que esa bondad de Francisco le impresiona más que la belleza de los jardines vaticanos. A sus 89 años Ratzinger habló sin papeles y de pie (Francisco había hablado sentado), como resaltando que está en plenas facultades, no habla al dictado y es responsable de lo que dice; basta con verlo y oírlo para comprobar su genialidad; Benedicto XVI no da puntada sin hilo, y si con este discurso sin duda ha querido despejar cualquier duda sobre su total apoyo a Francisco (para mí que hasta el detalle de hablar sin papeles simulando que improvisaba fue para dejar claro que no se debe criticar al Papa), no ha dejado de incluir también un sabroso contenido teológico (texto italiano):
Cristo ha transubstanciado en gracia todo el mal del mundo. ¡Ayudémosle!
Santo Padre, queridos hermanos, hace 65 años, un hermano que se ordenó conmigo decidió escribir en la estampa de recordatorio de la primera misa, además de la fecha y el nombre, solo una palabra en griego: eucharistomen, evcharistomen, convencido de que esa palabra en todas sus dimensiones dice todo lo que se puede decir en este momento. Eucharistomen es un gracias humano, gracias a todos. ¡Gracias especialmente a usted, Santo Padre! Su bondad, desde el primer momento de la elección, en cada momento de mi vida aquí, me golpea, me arrastra realmente interiormente, más que los Jardines Vaticanos con la belleza que tienen, su bondad es el lugar donde habito: me siento protegido. Gracias por sus palabras de agradecimiento, por todo. Esperamos que usted pueda seguir adelante con todos nosotros, con este camino de la misericordia divina mostrando el camino de Jesús, hacia Jesús, hacia Dios.
Gracias después a usted, eminencia [cardenal Sodano], por sus palabras, que verdaderamente me han tocado el corazón. Cor ad cor loquitur. Usted ha hecho presente, sea la hora de mi ordenación sacerdotal, sea incluso mi visita a Freising en 2006, donde he revivido esto. Solo puedo decir que así, con esas palabras, usted ha interpretado lo esencial de mi visión del sacerdocio, de mi obrar. Le agradezco el legado de amistad que continúa desde hace tanto tiempo y hasta ahora, pared con pared, y que es casi presente y tangible.
Gracias, cardenal Müller, por su trabajo para la presentación de mis textos sobre el sacerdocio, en los cuales trato de ayudar, también a nuestros co-hermanos, a entrar siempre de nuevo en el misterio de que el Señor se entrega en nuestras manos.
Eucharistomen. En aquel momento el amigo Berger no se refería solo a las dimensiones del agradecimiento humano, sino naturalmente a la palabra más profunda que se esconde, que aparece en la liturgia, en la Escritura, en las palabras «gratias agens, benedixit, fregit, deditque» (dando gracias, lo bendijo, lo partió y lo dio). Eucharistomen da a esa realidad de agradecimiento una nueva dimensión; Él ha transformado en gracia y por tanto en bendición la cruz, el sufrimiento, todo el mal del mundo. Y así fundamentalmente ha transubstanciado la vida, el mundo, y nos da cada día el Pan de la vida verdadera, que supera al mundo gracias a la fuerza de su amor. Al final, queremos insertarnos en ese «gracias» del Señor y así recibir la novedad de la vida y ayudar a la transubstanciación del mundo, que sea un mundo de vida, no de muerte, un mundo en el cual el amor ha vencido a la muerte.
Gracias a todos ustedes, que el Señor les bendiga a todos. ¡Gracias, Santo Padre!