El que se pretenda que el Yunque deja de ser secreto porque un único miembro de esa organización anticristiana reconozca su existencia, es un intento de darse credibilidad sin dar nada a cambio (mejor dicho, aceptando el contrabando que ese miembro incluye en el mensaje: que el Yunque es en realidad una organización fiel a la Iglesia católica), semejante –mutatis mutandis– al de la banda terrorista ETA cuando comunica la localización de unos cuantos zulos con armas oxidadas. En ambos casos, siempre habrá algún idiota -y entre ellos siempre algún obispo- que quiera «participar» en el «proceso» de dar carta de ciudadanía, a cambio de nada, a la mentira y la extorsión.
El miembro en cuestión es José de Jesús Castellanos López, vicerrector de la Universidad Vasco de Quiroga en Mixoacán (México), de perfil mediático tan bajo que ni Twitter ni Facebook tiene como para ponerle en la lista de los que apoyan al Yunque, pero para quien el Yunque, de paso que repite la monserga de que ya no se llama así sino Organización del Bien Común (OBC), ha abierto una página web titulada www.paraelbiencomun.com.
Primera mentira: vamos a esa página web y no nos encontramos con que sea la página oficial u oficiosa del Yunque, pues en ella ni siquiera aparece citada tal organización, sino que dice ser la página de «una red de pensadores» cuyos nombres no se dan. Por tanto, el anonimato de siempre del Yunque, o si se prefiere, el chiringuito que todo yunquero que se precie debe tener como tapadera, para en vez de decir que hace las cosas en su nombre, decir que las hace en nombre de otras personas cuyo prestigio chupa y cuya credibilidad por metonimia debería trasplantarse al personaje del Yunque. Lo único que sacaríamos en claro aquí -por lo declarado por Castellanos, no porque lo diga la web- es la sospecha de que son del Yunque los personajes que aparecen en la foto de portada de esa web, y particularmente Monseñor Eugenio Lira, quien no será del Yunque, pero por haberse arrimado a ellos seguramente con santas intenciones, ha sido víctima de esta treta del traspaso de su prestigio al del Yunque, y en consecuencia ha tenido que pagar cambiando el puesto de secretario de la Conferencia Episcopal Mexicana por el de obispo de Matamoros (por cierto que por corrección política e interreligiosa ya podían cambiarle el nombre a esa circunscripción). Insisto, Monseñor Lira no será del Yunque, pero esto tiene el mentir que el Yunque lleva en el ADN, que esparce la duda, como es lógico: y luego, claro, dicen que la culpa es del que sospecha.
En resumen: si una persona «desvela» que existe una organización y afirma ser miembro, es menos que nada. Pero no es nada más que eso: suponer que por ello el Yunque ha dejado de ser secreto, o que porque esa persona dice una verdad (que es miembro del Yunque), es verdad el resto de las cosas que dice… Ya es cuando menos ingenuidad. Y ojo, que en eso confía el Yunque, en que las gentes de bien piensan que todos son como ellos, y están dispuestos a dar el cartel de «buenazo» a la primera señal de verdad… Y aquí no hay más verdad que la dicha. Porque si, un suponer, fuera cierto que el Yunque no es una organización secreta, ¿tendría usted la bondad de decirme quién la preside, o cómo se ingresa, o dónde está su sede, o cómo se financia? Ah, que su sede es una página web… en la que no se menciona al Yunque ni a ninguna Organización del Bien Común.
Para una persona normal, pillado el mentiroso en la primera mentira, debería dejarse todo comentario ulterior: todo es mentira. Y cierto que lo es, la pretensión de que el Yunque siempre ha sido fiel a la Iglesia católica, y que lo han aprobado obispos, y nos da un nombre… Pero claro, no nos dice la fecha de aprobación, ni menos el documento. Porque no lo hay, el Yunque jamás ha tratado de formalizar ninguna relación, y menos de subordinación, con ninguna sociedad, y menos con una, como la Iglesia católica, que prohíbe mentir.
Podríamos, eso sí, tratar de adivinar qué pretenden los mentirosos al dar este paso. Sugiero que lo mismo que cuando fundaron en España la Organización del Bien Común: engañar al cardenal Rouco, simulando obedecerle y salir del secreto, a cambio de quemar a tres de sus miembros bien conocidos (y ni por esas, pues Jaime Urcelay siguió siendo consejero de Ayuda a la Iglesia Necesitada hasta que yo denuncié este hecho en 2015).
En este caso, han conseguido vincular su prestigio, lavar su cara de mentirosos, a costa de los portales que han publicado su nota terrorista: Aciprensa e Infocatólica, y de paso Infovaticana (Cigoña) y todos los que han salido en defensa de las mentiras del Yunque. Y de paso que se destapen aún más algunos de sus supuestos miembros como Carlos Beltramo o Marcial Cuquerella.
Con más sensatez e inteligencia, un portal como Forum Libertas se hace eco de la declaración del yunquista mexicano, recordando las verdades que sobre el Yunque publicó en ese portal Victoria Uroz en una larga entrevista en 2015. En el blog Conozca el Yunque, Francisco de Asís, interpreta benévolamente la operación como si el Yunque rompiera su silencio.
La opinión del principal experto mexicano en el Yunque, Álvaro Delgado, también es que el Yunque ha dado un paso importante saliendo del secreto:
En el descubrimiento de la presencia de esta organización ha sido clave la crítica a sus métodos y objetivos de obispos, sacerdotes y laicos, así como la aparición de “El Yunque en España”, libro de Santiago Mata.
Por mi parte, agradezco a Delgado que valore mi trabajo pero supongo que el Yunque tiene su propia estrategia y sin estar dentro es difícil saber qué pretenden realmente. Por una parte, quizá estén tratando de limpiar la candidatura presidencial en México de un yunquista, Juan Carlos Romero Hicks, y para ello quemen a un hombre como Castellanos que parece haber sido portavoz del arzobispo de México a punto de dejar ese cargo por edad, Norberto Rivera.
En ese sentido sería ahora o nunca para esgrimir que algún eclesiástico ha coqueteado con ellos, y ya de paso desenterrar figuras del pasado como Manuel Díaz Cid, al que incluso muestran respeto personas que argumentan haber sido perseguidas por el Yunque, como Ana Teresa Aranda. Un último intento para ocultar una decadencia y corrupción que, en México, es mucho más conocida que en España (lo que, ojo, no significa que los yunqueros españoles sean menos corruptos que los mexicanos, si tuviera que elegir diría lo contrario).
En definitiva, lo único seguro es que hay medios esbirros del Yunque, Aciprensa e Infocatólica particularmente, siempre dispuestos a difundir la falsa imagen de que esa sociedad anticristiana es en realidad piadosa y útil para la Iglesia. Y por mucho que los «expertos» digan que ya se sabe suficiente sobre el Yunque y sus maldades, la triste realidad es que el Yunque se anota el éxito de poder hacer oír en medios llamados católicos sus mentiras, y los supuestos expertos, por no decir claramente los responsables eclesiásticos, nunca las desmienten.
Quien quiera saber más, ya sabe que tiene a su disposición el libro El Yunque en España y a un servidor.