De las 644 personas asesinadas en Vizcaya durante la Guerra Civil Española, 356 (el 55%) eran presos en cárceles y barcos prisión, entre ellos 43 sacerdotes diocesanos y un seminarista, nueve mujeres, etc. Uno de los sacerdotes asesinados fue D. Matías Lumbreras, flagelado antes de morir en el barco-prisión Cabo Quilates (imágenes de ambos del blog Letras desde Japón).
Segunda parte del informe del fiscal de la Causa General, con el relato de las matanzas de los barcos y prisiones (folios 12 a 34). Antecedentes: organización y fracaso del alzamiento (folios 3 al 12 del legajo 1333, expediente 12, de la CG).
(Folio 12.)
LOS PODERES ROJO-SEPARATISTAS
(F.4 (p.7))
Cuando el Frente Popular se hizo cargo del Poder a raíz de las elecciones de 16 de febrero de 1936, fue designado para desempeñar el cargo de Gobernador Civil de Vizcaya D. José Echevarría Novoa que continuó en dicho puesto el 18 de julio del mismo año y hasta que al crearse el que se llamó Gobierno Provisional del País Vasco, vio anuladas sus funciones por supresión del cargo de Gobernador. Como era natural, nombrado por el FP, había de oponerse y se opuso activamente, como ya hemos visto, a la organización y triunfo del Alzamiento Nacional, y posteriormente, al fracasar éste en Vizcaya, no quiso o no supo impedir los desmanes que se cometieron en la provincia bajo su mando y en este sentido le cabe una evidente responsabilidad en ellos y principalmente en las matanzas de presos que tuvieron lugar, como luego se dirá, en los barcos-prisión.
(6 a 10 (p.7))
Al frente de la Diputación Provincial, figuraba D. Rufino Laiseca Oronoz y continuando en su puesto apoyó a la situación triunfante. Fueron destituidos centenares de funcionarios por su afección al Movimiento Nacional, colaborando el organismo provincial con las demás autoridades, oponiéndose en dicho sentido el Gobierno de la República, felicitando al Gobierno Provisional del País Vasco etc., etc. Fueron asesinados siete funcionarios provinciales.
(F.223 a 226)
Desempeñaba la Alcaldía de Bilbao D. Ernesto Ercoreca Régil, al que sorprendió el 18 de julio de 1936 en viaje de Madrid a Bilbao, siendo detenido en Miranda de Ebro y canjeado posteriormente, volviendo a su puesto en la Alcaldía en el que durante su ausencia había actuado el primero teniente de Alcalde D. Fermín Zarza Jardeguilla. La actuación del Ayuntamiento careció de especial relevancia pues muchas de las funciones que en materia de Policía, Obras Públicas, Asistencia Social y Economía, le eran propias, fueron absorvidas por el Gobierno Provisional del País Vasco. Solamente se destituyó por su afección al Movimiento Nacional a un funcionario, habiendo perecido asesinados once.
Como ya antes se indicó, era Gobernador Militar de la Plaza el Coronel de Infantería D. Andrés Fernández Piñerúa y ostentaba el mando del Batallón de Montaña nº 6 el Teniente Coronel D. Joaquín Vidal Munárriz. Al frente de las fuerzas de la Guardia Civil, figuraba el Teniente Coronel D. Santiago Colina; Jefe de la fuerza de Seguridad y Asalto, era el
(Folio 13.)
Comandante D. Gabriel Aizpuru Maristany; Jefe del Cuerpo de Miñones, fuerza armada de carácter provincial al servicio de la Diputación, el Comandante D. Manuel Montaner Canet; Jefe de las fuerzas de Carabineros, el Teniente Coronel D. Antonio Carrión Villamil; Jefe de la plantilla del Cuerpo de Vigilancia, el Comisario de Primera, D. Francisco Fernández Prados. La actuación de los elementos militares nombrados, quedó ya relatada en el contenido de la exposición que hemos hecho anteriormente.
(F.37 (p. 7))
El 7 de octubre de 1936, tuvo lugar en Guernica la ceremonia de la constitución del Gobierno Provisional del País Vasco y elección de Presidente, poderes que se decía nacían de la voluntad popular y en cumplimiento de los preceptos contenidos en el Estatuto de autonomía de Euzkadi, otorgado por la República. El acto fue presidido por el Gobernador Civil Sr. Echevarrúa Novoa y fue proclamado Presidente D. José Antonio de Aguirre y Lecube. Seguidamente el nuevo Presidente promulgó un Decreto por el que se creaban como integrantes del Gobierno Provisional los siguientes departamentos: Presidencia y Defensa, regido por el propio Presidente; Justicia y Cultura, y como Consejero del ramo, D. Jesús Mª de Leizaola; Gobernación D. Telesforo Monzón; Obras Públicas, D. Juan de Astigarrabía; Industria, D. Santiago Aznar; Agricultura, D. Gonzalo de Nárdiz; Comercio y Abastecimientos, D. Ramón Mª de Aldasoro; Hacienda, D. Heliodoro de la Torre; Trabajo, Previsión y Comunicaciones, D. Juan de los Toyos; Asistencia Social, D. Juan García; Sanidad, D. Alfredo Espinosa.
(F.38 (p.7))
Con la misma fecha de 7 de octubre se publicó la declaración Ministerial en la que se señalaba como finalidad suprema de la nueva organización, el logro de la victoria y la organización de la paz. Como elementos necesarios para garantizar la felicidad del pueblo vasco, se aseguraba que serían garantizados los derechos individuales y sociales y entre ellos la libre práctica de las asociaciones y confesiones religiosas; se mantendría inexorablemente el orden público “llegando si fuera preciso a la adopción de medidas extremas y excepcionales”; se promoverá el acceso del trabajador al capital; garantizará el acceso de los ciudadanos vascos de posición precaria a todos los grados de la enseñanza, etc., etc.
(F.41 (p.7))
El 19 de octubre se establecía por Decreto el emblema y la bandera o pabellón del País Vasco que había de izarse al lado de la bandera de la República.
(F.44 (p.7))
No vamos a seguir paso a paso la actuación del Gobierno Provisional en los meses sucesivos. Sí diremos que ya el 3 de noviembre de 1936 se publicó un Decreto que fue sintomático y harto significativo. Tras una exposición de motivos en la que se quería dar una explicación que fuera satisfactoria, se autorizaba la detención y prisión preventiva de toda persona entre otros muchos motivos por divulgar noticias tendenciosas, formular críticas, hablar despectivamente del Régimen o el Gobierno, participar en reuniones privadas no justificadas, y en fin, según decía el Artº séptimo, “de cuantas personas sean consideradas enemigas del régimen”. Se autorizaba a la Dirección de Seguridad la práctica de registros domiciliarios de españoles y extranjeros, no siendo necesaria, en
(Folio 14.)
(47(p7))
casos excepcionales orden escrita; y se autorizaba igualmente los cambios forzosos de residencia que la DGS ordenara. Por Decreto de la misma fecha se acordaba la expropiación forzosa sin indemnización a favor de la Hacienda del País Vasco, de todos los bienes radicantes en territorio de Euzcadi pertenecientes en 18 de julio de 1936 a personas naturales, sus cónyuges o personas jurídicas que sean responsables de haber intervenido o colaborado en el movimiento insurreccional contra la República. Y en cada Municipio se creaba una junta investigadora encargada de abrir un expediente “a cada persona cuya actuación induzca a sospechar que está en connivencia con el movimiento faccioso, que lo ha preparado o ayudado, que lo estimula o favorece de cualquier manera”.
En estas disposiciones que como muestra se citan, se ve que bastaba una simple sospecha de identificación con el Alzamiento Nacional para justificar la privación de libertad o para que se iniciase un expediente de incautación total del patrimonio. Por otra parte, el propósito inquebrantable del Gobierno Provisional de mantener el orden público no se manifestaba muy bien en la actitud observada frente a los desmanes que continuaron en curso y sobre todo en cuanto a los sucesos que públicamente se anunciaban y que tuvieron su ejecución en las matanzas de presos el 4 de enero de 1937 a que seguidamente nos referiremos.
Por lo demás, como integrantes de los diversos departamentos ministeriales se crearon una serie de cargos y organismos que no pudieron terminar útilmente las importantes tareas que les fueron confiadas, debido a que el 19 de junio de 1937 entraban triunfantes en Bilbao las fuerzas nacionales.
III ASESINATOS COMETIDOS
Durante los 11 meses de dominación rojo separatista se cometieron en Vizcaya numerosos asesinatos. La Causa General arroja la cifra de 644 personas que perdieron la vida en esta provincia como tributo a su afinidad con los postulados del Movimiento Nacional. De ellas 625 identificadas y 19 cuya identificación no ha sido posible a pesar de las diligencias practicadas. 20 murieron fusiladas en el cementerio de Derio por ejecución de sentencia dictada por el Tribunal Popular; 356 fueron víctimas de asaltos en cárceles y sacas y el resto perecieron a manos de sus asesinos en montes o carreteras a donde para realizar el crimen fueron conducidas.
Estudiando la criminalidad por partidos judiciales, se ve desde luego que la gran mayoría de los asesinatos se llevaron a cabo en Bilbao, debido no solamente al mayor número de habitantes sino principalmente a que en Bilbao se realizaron los asaltos a las cárceles. Figuran luego en número decreciente Durango, Guernica, Valmaseda y Marquina.
(Folio 15.)
siendo de notar que en este último partido judicial se cometieron solamente 12 asesinatos.
(F.115v, 147, 148, 149v, 185, 195, 196)
No se realizaron en la provincia asesinatos en masa, salvo los asaltos a las cárceles, que a continuación relataremos. Los asesinatos se llevaron a cabo en carreteras y montes próximos a las ciudades y pueblos y así en Bilbao, el lugar elegido fue el alto de Castrejana, en la carretera a Santander, o el alto de Enécuri: principalmente en el primer punto, en el que se cometieron numerosos crímenes y también algún simulacro de fusilamiento. En algunos casos el asesinato se llevó a cabo en plena calle, como ocurrió a D. Ismael Díaz Hidalgo y D. Eladio Ugalde, y hasta dentro del propio domicilio, como ocurrió a D. Julián Basaldua.
LOS ASALTOS A LAS CÁRCELES
(F.13, 16, 26, 20v, 32v, 55, 56v (p.3))
Los elementos rojos querían desahogar la cólera latente producida por sus derrotas militares, con venganzas en la llamada “quinta columna” y sobre todo con tormentos y crímenes sobre los patriotas presos que indefensos estaban en primer término a su disposición. En mil ocasiones y de mil maneras se había hecho circular la amenaza de llevar a cabo cruelísimas represalias en las cárceles, si la aviación Nacional efectuaba bombardeos. Es por ello perfectamente esplicable (sic) el estado de constante temor en que vivían los detenidos, hasta el punto de que en cuanto sonaban las sirenas se confesaban los que podían hacerlo por tener la suerte de que algún sacerdote sufriera también cautiverio a su lado, o hacían los otros la confesión general preparándose a morir.
(F.5 y 28)
El 25 de septiembre de 1936, aproximadamente a las 10 de la mañana, la aviación Nacional bombardeó la ciudad de Bilbao. Dispuestos a realizar la venganza largamente meditada, los guardianes de los presos comenzaron desde que sonaron las sirenas los preparativos para llevar a cabo sus designios criminales. Además desde que el bombardeo cesó, gran número de hombres y mujeres de la más baja calaña, se dirigieron vociferando hacia los muelles de la ría próximos a la factoría de Altos Hornos, a cuya altura se hallaban fondeados los barcos “Altuna-Mendi” y “Cabo Quilates”, convertidos en prisiones en las que sufrían cautiverio, sometidos a vejaciones materiales y morales cruelísimas, gran número de patriotas bilbainos y donostiarras, trasladados éstos al ser evacuado San Sebastián, en el vapor Aranzazu-Mendi. Desde la orilla, los grupos vociferaban contra los presos e instigaban a los guardianes, para que no dejaran un preso con vida, y algunos componentes de dichos grupos consiguieron entrar en los barcos a los que se trasladaron utilizando gabarras.
(f.4, 17, 18, 20, 21, 24 (p.3))
En el barco Cabo-Quilates, los guardianes fueron seleccionando los presos destinados al sacrificio y los condujeron a una bodega libre en donde permanecieron esperando la hora del martirio. En las primeras horas de la noche, comenzó la matanza, siendo llamados los presos uno a uno con varios pretextos (declarar ante el Juez, pelar patatas…) con el fin de que subieran a cubierta en donde eran inmediatamente asesinados. Como los que quedaban en la bodega oían los dis-
(Folio 16.)
paros, los gritos y el caer de los cuerpos, llegó un momento en que se negaron a obedecer la orden de que fueran subiendo, pero entonces se les disparó desde arriba matando a varios, hiriendo a otros, a los que luego se remató, y obligando a los restantes a cumplir la orden. Así perecieron en dicho barco-prisión 41 mártires. (F.33 (p.3))
(F.31, 111, 112, 113 (p.3)
En el vapor Altuna-Mendi, fueron igualmente seleccionados los destinados a la muerte, aquí en número de 30, aunque después los guardianes perdonaron la vida a uno de ellos. Desde que sonaron las sirenas fueron subidos a cubierta todos los presos a los que se obligó, bajo amenaza de una ametralladora, a permanecer varias horas con los brazos en alto, cesando este suplicio a la una de la tarde. Cuatro horas después se procedió al asesinato de los que habían sido elegidos, a los que se dio muerte en dos grupos de 14 y 15 presos, disparando sobre ellos con fusil, pistola y pistola ametralladora. Así perecieron aquel día en este barco-prisión 29 mártires. (F.34, 35 (p.3))
(F.20, 24, 113)
Durante la trágica noche del 25 al 26 de septiembre, los presos supervivientes escucharon con horror y espanto los ruidos producidos sobre cubierta al arrastrar los cadáveres para desembarcarlos, limpiar los charcos de sangre… y también los lamentos de algún moribundo que pedía por favor ser curado, consiguiendo tan solo que un asesino no saciado todavía, le remetase de dos tiros y una cuchillada en la garganta.
(F.20, 5, 1 (p.3))
En la noche del 2 de octubre de 1936, un grupo de marineros de individuos que se titulaban oficiales de marina del acorazado Jaime I, al servicio de los rojos, que acababa de entrar en el puerto de Bilbao en unión de otras unidades de la flota, subieron a bordo del barco prisión Cabo-Quilates y con la aquiescencia de los guardianes, procedieron al asesinato de 38 presos. También estos eran llamados uno por uno para que subieran a cubierta a “declarar”. Como ante la pasada experiencia y aún la evidencia de lo que ocurría, uno de los presos se negase a obedecer al llamamiento, el “oficial” que los citaba se le acercó y le dijo “parece mentira que tengas miedo. No te puede pasar nada, ya que ves que soy un oficial de la marina española”, y como el detenido siguiera negándose a subir le dijo ¿es que prefieres que te mate aquí mismo? Seguidamente dicho preso fue asesinado.
(F.31 (p.3)
Los mismos asesinos de la dotación del Jaime I, quisieron también abordar en lanchas el “Altuna-Mendi”, pero no lo consiguieron porque tras las matanzas del 25 de septiembre hacían guardia en el vapor fuerzas de la Guardia Civil y Seguridad, y un brigada de la Guardia Civil levantó la escala con decisión, salvando así la vida de los presos.
Es de notar que antes de proceder al asesinato se obligaba a los detenidos a que dejaran sus objetos personales de algún valor (anillos, cadenas, relojes…) en un cestillo y luego los asesinos se los apropiaban exhibiéndolos como gloriosos trofeos.
Aparte estos asesinatos en masa, se cometieron algunos otros crímenes aislados en los barcos-prisión y éstos fueron (F.20 (p.3)
(Folio 17.)
(F.31 (p.3))
el asesinato en el Cabo-Quilates, el 31 de agosto de 1936, de cuatro mártires, entre ellos un padre y sus dos hijos, y el de otro preso en el Altuna Mendi el 21 de octubre de 1936, muerto a tiros por un Guardia de Asalto que comenzó a disparar con su fusil contra los presos a la sola aparición de la aviación Nacional en vuelo de reconocimiento.
Para el 4 de enero de 1937, todos los presos habían sido trasladados desde los barcos-prisión a las cárceles, que, aparte la prisión Provincial, habían sido habilitadas en tierra. (F. 45, 51, 55, 120 (p.3)) A las tres de la tarde de dicho día, aparecieron sobre el cielo de Bilbao, 22 aparatos de la aviación Nacional, contra los que se elevaron varios cazas rojos trabándose combate, pero sin que ninguna bomba cayera sobre la ciudad, a pesar de que si esa hubiera sido la finalidad del vuelo el bombardeo se habría podido llevar a cabo perfectamente. Los rojos tenían verdadero empeño en que todos supieran que cualquier bombardeo que se efectuase sería seguido de nuevas matanzas de presos y aunque, como se dice, este día Bilbao no sufrió daño alguno, inmediatamente al dar las sirenas la señal de vuelta a la normalidad, comenzaron a movilizarse en dirección a las cárceles ya habilitadas en los Conventos de los Ángeles Custodios y del Carmelo y edificio de la Casa-Galera, que normalmente era destinado para la recogida y alojamiento de mendigos.
Cuando los presos oyeron la señal de alarma temblaron ya por sus vidas y aparte proceder a las piadosas prácticas preparatorias para la muerte, tuvieron sus conciliábulos y cambios de impresiones en las celdas, para organizar la defensa, si ello hubiera sido posible, ante el asalto que preveían.
(F.13v (p.3))
A las cuatro de la tarde fueron ya vistos desde las prisiones grandes grupos que se acercaban y se oyeron toda clase de disparos predominando las explosiones de bombas de mano.
(F.16v, 23, 16, 55, 57)
En la cárcel de Larrinaga un miliciano rojo que estaba de guardia abrió la puerta exterior dando paso a los asaltantes a los que los propios guardianes preguntaban si llevaban armas y cuando respondieron que si les dejaban pasar. Una vez en el interior, se procedió a una verdadera caza de presos, pero dándose la curiosa circunstancia que demuestra el valor de aquellos foragidos (circunstancia que también se dio en las otras cárceles) de que fueron sorprendidos y asesinados los presos a los que se encontró en corredores, patios o celdas pequeñas, pero no se atrevieron a entrar en las salas grandes en las que bastantes presos se habían refugiado atrancando la puerta con camastros y colchonetas y sin disponer de otros elementos de defensa que algunas bombillas cuyo estampico al romperse llenó de pavor a los aguerridos asaltantes (F.31v 55v, 56v (p.3) 3v) Las matanzas se llevaron a cabo en el patio, siendo ejecutados los presos por los pelotones formados a este fin. Los asaltantes no respetaron la enfermería, sino que fueron asesinados los 14 presos enfermos, algunos de ellos graves, que en ella se encontraban. En esta prisión fueron asesinados 56 presos. (F.30, 55v, 37 (p.3))
En la de los Ángeles Custodios, los guardianes abrieron también las puertas a los milicianos y grupos asaltantes. En esta prisión se hallaban recluidos principalmente detenidos de edad superior a los 60 años, pero los rojos no paraban en distingos de edad, cuando veían la
(Folio 18.)
(F.32, 35, 36, 124)
posibilidad de saciar sus instintos. Los asaltantes comenzaron a matar a los presos en sus mismas celdas, pero luego cambiaron de opinión y organizaron las ejecuciones en un patio cercano a la puerta de entrada en donde durante cuatro horas, con toda calma y tranquilidad fueron asesinados de cinco en cinco, hasta 97 presos, a los que previamente se hacían objeto de toda suerte de insultos, burlas y groserías. Al patio de ejecución se desciende por una escalerilla en la que los presos fueron formados en fila aguardando su turno mientras desde allí contemplaban la muerte de los compañeros que les precedían y veían como aumentaba y aumentaba el montón de cadáveres. A las 8,10 de la noche se presentaron en la prisión los llamados Consejeros del Gobierno Vasco, Monzón y Astigarrabía, que ordenaron el cese de la matanza. Algunos presos en su afán de salvar la vida consiguieron subir al tejado y desde allí se lanzaron al exterior, siendo recogidos del suelo con las piernas rotas. (F.128, 14, 32 (p.3))
(F.38, 161, 162, 165 (p.3))
En la prisión instalada en la Casa Galera, el asesinato de los presos se efectuó en forma y circunstancias idénticas a las de los Ángeles Custodios. En esta Cárcel sufrieron el martirio 51 detenidos. Uno de estos murió a manos de un grupo de mujeres que le dieron varios hachazos en un portal en donde al huir de la prisión había conseguido refugiarse.
En la prisión del Carmelo, los presos se parapetaron en las celdas, y utilizando botellas y ladrillos, impidieron la matanza general, habiendo muerto solamente cinco, cuatro de ellos sorprendidos fuera de las celdas y muerto otro cuando valientemente defendía el acceso a la escalera. También aquí los asaltantes penetraron en el interior gracias a la complicidad de la guardia exterior que les franqueó el paso y aunque el Jefe de la cárcel cerró con llave la verja de entrada, esta fue violentada.
(F.23, 45, 125 a 137, 113, 153 (p.3) F.16, 55v, 25, 59, F.113v (p.3))
Los asaltos y matanzas en las prisiones fueron llevadas a cabo principalmente por fuerzas del Ejército rojo, constando la participación activa de varias compañías de los batallones “Asturias” (séptimo de la U.G.T.), “Fulgencio Mateos” y “Malatesta”, perfectamente uniformadas, con armamento completo y a las órdenes de sus jefes. Fueron estos los que se hicieron cargo “manu militari” de las prisiones mientras duraron los asesinatos. Capitanes de milicias actuaron como jefes en las prisiones de los Ángeles Custodios, Carmelo y Casa Galera y el Comandante del batallón “Malatesta” dirigió los asesinatos en la prisión de Larrinaga. Pero en unión de estas fuerzas regulares, tomaron también parte en los asaltos gran número de paisanos. Y lo que es más de notar, se vieron entre los grupos asaltantes muchas mujeres que incitaban con verdadero odio y rencor incontenidos, al asesinato, y algún testigo presencial de los luctuosos hechos manifiesta que si en algún momento los hombres parecían dudar entre llevar o no a cabo tal ferocidad, ellas les animaban, incluso insultándoles por su momentáneo titubeo.
(F.30, 55v, 56v, 59, 161, 162 (p.3))
Después de las matanzas, se organizó el saqueo y pillaje de las ropas y objetos propiedad de los reclusos, siendo también desvalijados los cadáveres. Los milicianos entregaban los objetos robados a las mujeres que esperaban en los rastrillos, dándose el caso de que hubo mili-
(Folio 19.)
ciano, que salió de la cárcel llevando cuatro abrigos.
(F.14, 56v, 20, 30 (p.3))
Como se ve el número de los asesinos fue numerosísimo, pero la responsabilidad por los vandálicos hechos no alcanza directamente sólo a ellos, sino también al llamado Gobierno del País Vasco y autoridades a sus órdenes. Como ya se ha dicho que los presos vivían en constante zozobra, se comprenderá que no desaprovechaban cuantas ocasiones se les pudieron presentar para hacer llegar a los organismos oficiales la razón de sus temores. Téngase en cuenta, además, que la amenaza del asesinato en masa era pública y comentadísima en Bilbao. Y, sobre todo, recuérdese que ya el 25 de septiembre anterior habían tenido lugar matanzas de presos en los barcos prisión. Pues bien, a pesar de todo ello, no se adoptó absolutamente ninguna medida de precaución. Algunos funcionarios de prisiones habían dado cuenta al titulado Director General de Prisiones de Euzkadi, del peligro que se cernía sobre los reclusos, contentando (sic) “que no se tomase ninguna medida que él sabía lo que había que hacer”, habiéndosele llamado la atención por última vez un par de días antes de los asaltos. Cuando ya los asesinos estaban dentro de la cárcel de Larrinaga un funcionario de prisiones llamó por teléfono a la DGS, dando cuenta de lo que ocurría, recibiendo la contestación de “que se cerrasen bien las puertas y así no pasarían”. Se llamó entonces por teléfono al Presidente del Gobierno Vasco y éste dijo que se pusiera al aparato el Comandante del batallón “Malatesta” que se había hecho cargo de la cárcel, diciendo éste lisa y llanamente en la conversación telefónica que “cuando el pueblo se convenciese de que no quedaba un fascista vivo en la cárcel, cesarían las matanzas.” (F.23 (p.3)) En vista de que los crímenes continuaban, algunos funcionarios de prisiones se dirigieron rápidamente utilizando un automóvil a hablar personalmente con el dicho Presidente del Gobierno Vasco, al que exagerando la ya enorme tragedia dijeron que habían sido asesinados en la Cárcel de Larrinaga 300 presos, preguntando el Presidente “¿tantos?” y entonces llamó al Secretario de Guerra y ordenó que cesara inmediatamente “lo de Larrinaga”, haciéndose así a los pocos minutos. (F.14, 23 (p.3))
Pero téngase en cuenta que desde que comenzaron los sucesos hasta su terminación, transcurrieron más de cuatro horas en las que los organismos oficiales no carecieron de noticias sobre lo que estaba ocurriendo.
(F.39, 149 (p.3))
Además de estas matanzas, se dieron otros casos de asesinatos de presos. El 26 de septiembre de 1936, algunos individuos armados y enmascarados penetraron en la cárcel instalada en las escuelas de Urbínaga, en Sestao, y murieron asesinados 6 presos. El 26 de octubre del mismo año, tres individuos igualmente enmascarados se presentaron en dicha cárcel asesinando a cuatro presos.
(F.55v (p3))
En cuanto a “sacas” parece no las hubo en las cárceles de Bilbao, pues aun cuando en alguna declaración se dice que hacia el mes de septiembre fue sacado de la cárcel un requeté y asesinado luego, en otras declaraciones se niega que se diera ninguno de estos casos, y aunque entre la población penal corrió el rumor de que algunos presos puestos en libertad eran asesinados, no se confirmó tal hecho.
(F.15, 17, 18, 19, 20, 23, 25, 59 (p3))
En la cárcel de Durango, fue sacado de la cárcel el día 2 de septiembre de 1936, el joven tradicionalista, Ra-
(Folio 20.)
món Odiaga Iñurrieta y conducido a la cuesta de Urquila, en donde le asesinaron. El 25 de septiembre de dicho año, fueron sacados de la cárcel de dicho pueblo de Durango, 23 presos que inmediatamente fueron fusilados en el Cementerio de Santa Cruz. 22 de ellos eran de filiación tradicionalista y el otro parece ser era un elemento de izquierda que accidentalmente se encontraba detenido por indocumentado y ser desconocido (F.15, 42, F. 18vto (p3)) F.15, 19, 118 (p3))
TRESCIENTOS CINCUENTA Y SEIS presos murieron, por tanto, asesinados en asaltos, matanzas y “sacas”, durante el dominio rojo-separatista en Vizcaya
En cuanto a la personalidad de los responsables como autores materiales de los asesinatos, poco puede decirse, pues en la inmensa mayoría de los casos se trataba de elementos desconocidos, milicianos que se presentaban en los pueblos procedentes de lugares distantes. Los asaltos a las cárceles fueron llevados a cabo por fuerzas regulares de milicias bajo el mando de sus oficiales, así es que la responsabilidad alcanza a una multitud de individuos que difícilmente pudieron ser reconocidos por sus víctimas. En los barcos-prisión, los crímenes se llevaron a cabo en unos casos por los guardianes, en otros por grupos de milicianos que penetraron del exterior, y en otros por la propia marinería de la escuadra roja, anclada en Bilbao. Como tristemente célebres por su intervención en los martirios y asesinatos en los barcos-prisión se recuerda a Vicente León (a) “León”, Greño, Muela, “El Gabarrero”, José Luis Larrea, un apodado “El Choca”, los hermanos Ormaechea y otros. En los crímenes cometidos en los pueblos intervinieron elementos que, o son desconocidos o no presentan relevancia digna de especial y triste mención.
IV. PERSONALIDAD DE LOS ASESINADOS
Entre los que perecieron asesinados en esta provincia no figura nadie destacado por su relieve en la vida Nacional con personalidad tal que haga precisa una mención especial en este momento. Siendo ello así no parece oportuno ir señalando distinciones en relación a cargos y circunstancias personales entre quienes fueron iguales en el supremo tributo que rindieron en aras de sus ideales religiosos y patrióticos.
Podemos indicar por vía de información que consta fueron asesinadas nueve mujeres, cuatro jóvenes menores de 18 años y 9 ancianos mayores de 70. Clasificadas las víctimas según su edad, podemos ofrecer el siguiente cuadro
(Folio 21.)
(Hombres de 17 años 4; de 18, 18; de 19, 11, de 20, 11; de 21 a 30, 128; de 31 a 40, 115; de 41 a 50, 115; de 41 a 60, 75; de 71, 3; 72, 1; 75, 1; 76, 1; 77, 1; 78, 1; 80, 1; no precisada, 117; mujeres de 25, 1; 29, 1; 44, 1, 51, 2; 76, 1, no precisada 3; profesiones hombres: sacerdotes 43, seminarista 1, médicos 4, abogados 31, catedráticos 1, comerciantes 37, sastres 6, dentistas 2, militares 16, marino 1, guardia civil 9, estudiantes 25, guardia municipal 12, guarda jurado 3, policía 1, obreros 106, empleados 86, funcionarios 25, dependientes 3, ferroviarios 5, cocineros 2, ingenieros 10, químicos 2, publicistas 3, labradores 41, administradores 3, procuradores 3, rentistas 2, maestros 11, propietarios 7, licenciados 2, cónsules 2, capataces 2, sin profesión, profesiones varias o ignorada 128; mujeres modista 1, institutriz 1, labores domésticas 6, desconocida 1.)
(Folio 22.)
Los dos Cónsules que figuran en la anterior relación lo fueron los Sres. Guillermo Wakoning y Federico Martínez Arias, Cónsules de Austria y el Paraguay, respectivamente, que fueron fusilados en el Cementerio de Derio, a virtud de sentencia del Tribunal Popular y bajo acusación de haber suministrado informes de carácter militar a las Autoridades de la España Nacional en Burgos.
V- ORGANIZACIÓN DEL TERROR Y QUIÉNES FUERON SUS INSPIRADORES, DIRECTORES Y PRINCIPALES EJECUTORES
Realmente ha quedado contestado este punto en la exposición referente a los asesinatos que en esta Provincia se cometieron. No existió una organización del terror con caracteres parecidos a los que se dieron en otras provincias: en Bilbao no existió una “checa” como la de Fomento o una banda como la “Brigada del Amanecer”. Los crímenes y crueldades que se cometieron respondieron más bien a circunstancias personales o iniciativas individuales a cargo de milicianos, guardianes o jefecillos de partidos políticos. Cada uno de estos partidos requisó locales en la (sic) que se instaló y a los que sobre todo en los primeros momentos del dominio rojo-separatista eran conducidas personas derechistas que allí eran interrogadas y sometidas a presiones morales y torturas físicas. Algunas veces, tras el interrogatorio y los malos tratos los detenidos eran conducidos en automóviles a los alrededores de Bilbao en donde o se simulaba un fusilamiento o se les asesinaba efectivamente. (F.4, 5, 6, 9, 45 (p.4)
Donde el terror y crueldad con los detenidos tuvieon perfiles más acusados fue en locales o “checa” instaladas en las calles del Correo, San Francisco, Ribera, Biblioteca de la Diputación y principalmente en la bodega nº 4 del barco prisión “Cabo Quilates”. (F. 5, 24 (p.4))
Los detenidos eran tratados muchas veces con gran dureza, propinándoles bárbaras palizas que incluso en algunos casos como en el de D. Marcelino Clos del Sagrario y Don Matías Lumbreras Zubero, terminaron con la vida de los martirizados. En otras ocasiones eran sacados del barco prisión para ser interrogados en los locales dichos y sometidos a trato durísimo a base de fuertes palizas con vergas, siendo reintegrados a la prisión en estado verdaderamente lamentable (F. 5, 6, 11, 15, 44 (p.4) F.11, 15, 44v, 47 (p.4))
Los crímenes cometidos respondieron como antes se ha dicho más bien que a la existencia de una verdadera organización que controlara torturas y asesinatos, al estado de violencia imperante que permitió que las turbas armadas e individuos de instintos sanguinarios, se hicieran dueños de la calle y pudieran a su arbitrio practicar detenciones, inferir malos tratos y realizar asesinatos, conscientes de la impunidad para su conducta. En este sentido se citan en las actuaciones de la CAUSA GENERAL nombres de individuos que se hicieron tristemente famosos por su crueldad, tales como “León”, “Porru”, “El Gabarrero”, “Greño”, “Muela” y otros muchos e incluso se cita como responsable de todas actuaciones como jefe de las mismas al Secretario particular del entonces Gobernador Civil. (F. 5, 6, 15, 33v (p.4))
Esta en relación a “paseos”, a malos tratos y brutalidades
(Folio 23.)
cometidos con los presos y dejando a un lado el aspecto de crueldad máxima en cuanto a los asesinatos en masa que se cometieron en las cárceles, borrón máximo de la actuación roja y a cuyos sucesos y responsabilidades ya hemos hecho referencia.
VI.- PROCEDIMIENTOS Y LUGARES MÁS FRECUENTEMENTE EMPLEADOS PARA COMETER LOS ASESINATOS
También a estos puntos se ha hecho referencia en los apartados anteriores. Aparte los asesinatos llevados a cabo en los asaltos a las prisiones, los que se cometieron por milicianos y miembros de partidos políticos, lo fueron en los primeros días de la dominación rojo-separatista o en los días últimos, cuando ya era inminente la liberación por las tropas nacionales victoriosas. En julio y agosto de 1936, se llevaron a cabo asesinatos de personas tachadas por ideas patrióticas que fueron asesinadas principalmente en los altos de Castrejana, Enécuri, Santo Domingo, a donde eran conducidas en automóviles. Y en los días 16 y 18 de junio de 1937 en las precipitaciones de la huida, los milicianos en derrota quisieron arrastrar tras sí a la población civil y principalmente los elementos de derecha que se habían escondido para aguardar la llegada de las tropas liberadoras, y cometieron también asesinatos como expresión de despecho por las derrotas sufridas. (F. 6, 25, 26 (p.4))
Como lugares de asesinatos, aparte los ya citados, hemos de recordar nuevamente los barcos-prisión Altuna-Mendi y Cabo-Quilates, y la cárcel Provincial de Larrínaga y las prisiones habilitadas en la casa Galera y Convento de Ángeles Custodios. También se cometieron asesinatos en masa en Durango y fueron asesinados presos en los cuartos de retención de Urbínaga en Sestao.
En cuanto al procedimiento para el asesinato puede decirse que siempre salvo las excepciones que luego se aludirá, fue el disparo con arma de fuego.
VII.- ASESINATOS DE MAYOR CRUELDAD
(F.4 y 17 (p.3) F.2, 7 (p.3) F.17 (p.3) F.219 (P.Pra))
Como casos señalados de crueldad, aparte los que incidentalmente ya han sido relatados en otros apartados pueden citarse los siguientes. Don Matías Lumbreras, joven sacerdote, coadjutor de la parroquia de Santa Mª de Galdácano, fue bárbaramente martirizado soportando 80 latigazos, con gruesas correas con nudos, siendo muerto más tarde en el barco-prisión “Cabo-Quilates” el 25 de septiembre de 1936. La alcaldía en su informe sobre este caso dice “murió después de muchos días de escarnio y martirio; fue el prototipo de mártir de la crueldad rojo-separatista”. Al Oficial de Correos D. Marcelino Clos del Sagrario con el pretexto de que se quitara una medalla que llevaba al cuello le propinaron una paliza tan fuerte que le dejaron moribundo, rematándole luego a tiros. Su viuda, en la declaración que presta en la Causa General, dice que fue objeto de constantes martirios. Don Juan Aguirre,
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(F.24 (p.3) F.24 Pral F.259vto, F.113(p.3) R.18F.18, R.27, F.2 y 7, F.27 R.42)
recibió una enorme paliza que le dejó inmóvil varios días, y cuando parecía que empezaba a reponerse (y confesado en secreto con un sacerdote que más tarde murió también asesinado) sufrió otra fenomenal paliza hasta privarle de la vida. Don Dario Gallo, también como los anteriores en el barco prisión “Cabo Quilates”, sufrió una paliza que le privó de la razón y la misma tarde fue asesinado y arrojado su cadáver al agua. Don Pedro Pérez quedó moribundo a bordo del barco-prisión “Altuna-Mendi”, el 25 de septiembre de 1936, fecha de una de las matanzas de presos, y como por la noche se quejase, fue rematado a tiros y de una cuchillada en la garganta. El 16 de mayo de 1937, fue detenido en Amorebieta D. Avelino Álvarez Pérez, siendo conducidos a un chalet, donde fue asesinado a las pocas horas y después se dio fuego a la casa, apareciendo el cadáver carbonizado. Don Ernesto Allende Santamarina, vecino de Durango, fue asesinado por la espalda en la cuesta de Urquiola, presentando su cadáver un tiro en la nuca, tres en la garganta y uno en la sién.
Merece mencionarse el caso del matrimonio formado por Don Juan Bautista Echavarría y Doña Tomasa Epalza y su hija Tomasa Echavarría Epalza. Los tres aparecieron carbonizados entre las ruinas de su casa incendiada en Veida, después de que el pueblo fue evacuado ante la proximidad de las fuerzas nacionales. En la relación de víctimas en el Municipio de Vedia aparecen como presuntos asesinados, pero no ha podido puntualizarse lo que en realidad ocurriera, si fueron quemados vivos (cosa que no es presumible dado lo monstruoso del hecho y por no tener parangón con ningún otro ocurrido en la provincia), si fueron asesinados y quemados luego, o perecieron luego de evacuado el pueblo en algún bombardeo que incendiara la casa. (F.2, 9 y 11 R.60)
Hubo familias especialmente afectadas por el número de víctimas que lamentar, como fue la de Zubiria, de la que fueron asesinados cuatro hermanos, Pedro, Gabriel, Rafael y Tomás Zubiria Somonte. Doña Ana Mª Garnica, esposa de Don Gabriel y la institutriz al servicio de la familia, Briddie Bolan; los seis murieron asesinados en Las Arenas, el 16 de junio de 1937, horas antes de la liberación del pueblo por las fuerzas nacionales. Los hermanos Bernabé, Daniel y José Gómez Obregón, fueron también asesinados, los dos primeros en Santander y al último en la cárcel de Larrinaga en Bilbao, Don José Larrucea Lambarri y sus hijos Don Javier y Don Carlos Larrucea Samaniego, murieron asesinados el 31 de agosto de 1936 en el barco-prisión “Cabo-Quilates”. Los hermanos Ángel y Silverio Ochoa de Alda, Fernández de Quincoces y los dos hijos del primero, Eugenio y Juan Ochoa de Alda Beriain, murieron los cuatro en las matanzas del 4 de enero de 1937 en la prisión “Casa Galera”. Los hermanos Eduardo y José Leal Lecea y el hijo de éste Don Ramón Leal Hernández, fueron asesinados el 25 de septiembre de 1936, en la carretera de Enécuri; Don Eduardo era Deán de la S.I. Catedral de Plasencia y D. Ramón era seminarista. Murieron también asesinados los hermanos Ibarra Villabaso (Don Juan y Don Ramón), Arellano Dihin (Don Javier y Don José María), Elorduy Fay (Don Mario y Don José Mª), Loredo Viguera (Don José y D. Manuel), y Orovio Larrosa (Don Ramón y Don Vicente). (F. 162, 163 (pral), F. 262, 262 vto (pral) F.117 (pral) 117vto, 118, F.196 (pral) 196vto, 197).
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VIII.- LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA
La unión de los nacionalistas vascos a los marxistas para oponerse al Movimiento Nacional, determinó que la vida religiosa en Vizcaya durante la etapa en que dichos elementos unidos imperaron, revistiera características especiales. Es cierto que por ser católicos los nacionalistas vascos se dio en Vizcaya el fenómeno de que el culto católico no sufriera interrupción, ni se llevaron a cabo profanaciones, sacrilegios, ni asesinatos en masa de religiosos, en la cuantía y saña que en otras regiones. Pero no es justo querer basar en esta diferencia, en esta parcial normalidad, la afirmación de que en Vizcaya no ocurrió nada o casi nada en punto a persecución religiosa.
(F.3, 17, 58, 10 (p.10))
Los marxistas se vieron frenados en el desarrollo libre de su ímpetu antirreligioso por el codo a codo que en los frentes mantenían con sus aliados los separatistas, pero ello no impidió que cometieran también por su cuenta abundantes crímenes, y hasta existen elementos en la Causa General para afirmar que en algunos momentos los nacionalistas dieron al olvido sus convicciones religiosas (prescindiendo claro está de su misma alianza con el marxismo) y se extralimitaron gravemente en ese terreno.
(F.20, 22, 35v, 36, 44, 50)
Si es cierto que los templos (la mayoría de ellos) permanecieron abiertos al culto público, no lo es menos que la vida religiosa, aparte los crímenes y atrocidades a que luego se aludirá, tuvo un desarrollo lánguido, sobresaltado y siempre expuesto a los mayores contratiempos. Si no hubo una persecución franca y violenta, sí la hubo solapada. No podía ser de otra manera cuando el estado general de espíritu de los dirigentes se reflejaba en la prensa marxista, con violentos artículos en los que directa o indirectamente se atacaba a la religión y a sus ministros en repetidas ocasiones. Véanse como muestra algunos titulares y caricaturas de las publicadas en aquella época. “C.N.T.” del 27 de diciembre de 1936, publicaba una caricatura que representa un árbol figurando un obispo como tronco y una rama derecha rematando en una figura de capitalista y en la rama izquierda un militar. y como pie a esta caricatura se decía. “No hay que andarse por las ramas. Al tronco”. En el mismo periódico se insertaba el 19 enero de 1937 un largo artículo bajo el título “La dudosa doctrina de la redención es a todas luces ilógica”. Y en el de 23 enero del mismo año el pie de otra caricatura en la que figuraban un Obispo, un capitalista y un militar, decía. “Tres personas distintas y un solo enemigo verdadero. (F.4 (p.10) F4vto (p.10))
En el diario “Euzkadi Roja”, correspondiente al 9 de diciembre 1936, se publicó una caricatura con el título “Don Dinero y San Dios”, cuyo pie decía. “Capitalistas y clericales, hermanos en fascismo. Se juramentan abrazados para luchar contra el pueblo trabajador. Pues abrazados morirán como los ahogados.”
El 20 de enero de 1936 (sic), el periódico “La lucha de clases” insertaba una caricatura la que aparecía un sacerdote apuntando con una pistola al pecho de un obrero mientras en la otra mano sostenía un crucifijo, y como pie se decía. “Así cumplen el quinto mandamiento los curas facciosos”. (F.6 (p.10))
(Folio 26.)
Son estos botones de muestra para comprender que bajo tales excitaciones dirigidas a una masa ya por sí misma excitada, la vida religiosa no podía ser muy plácida. Y en efecto no lo fue. No vamos a relatar demasiado minuciosamente todo lo ocurrido en punto a persecución religiosa sino que agrupando los hechos vamos a ocuparnos a grandes rasgos de tres puntos importantes, a saber: Asesinatos y violencias cometidos con religiosos. Destrucciones y daños en edificios religiosos. Sacrilegios cometidos.
(F.7vto y 15 (p.10) F.51 (p.10) F.7 R.52, F.4, 7, 20 (p.3) F.7 R.46 y F.5 (p.4) F.196, 197 (pral))
Fueron 43 los sacerdotes cuyo asesinato consta acreditado en los folios de la Causa General. También fue asesinado un seminarista. Entre los sacerdotes sacrificados figura D. Eduardo Leal Lecia, canónigo Deán de la Catedral de Plasencia. La mayoría de los asesinatos se cometieron en los barcos prisión y durante los asaltos que tuvieron lugar a las cárceles el 4 de enero de 1937, pero también en otros casos los sacerdotes fueron, o bien asesinados instantáneamente al ser detenidos, o conducidos a diferentes lugares, montes principalmente, para ser asesinados. Los PP. Carmelitas Fray Simeón Jesús y Fray Melquiades San Juan, fueron detenidos en Mañaria, y conducidos a Gallarta, en donde se les asesinó y fueron arrojados al mar de donde se extrajeron sus cadáveres que actualmente reposan en el Convento de Carmelitas de Begoña. Al sacerdote Don Matías Lumbreras le hicieron objeto de crueles martirios antes de ser asesinado en uno de los asaltos a los barcos-prisión. Al canónigo D. Eduardo Leal Lecia, se le dio el llamado “paseo” en unión de su hermano D. José y su sobrino Don José Ramón, que estudiaba la carrera eclesiástica en el Seminario de Vitoria. En fin; no es posible relatar todas las circunstancias de detenciones y asesinatos. A los folios 30 a 35 de la pieza nº 10 de la Causa, obra relación de los asesinatos cometidos, con indicación de los ramos y folios respectivos en los que dichas circunstancias constan esclarecidas en cuanto ha sido posible.
(F. 4, 7, 20, 24, 33vto, 68 (p3), F.20, 22, 35v, 36, 37 (p.10), 39, 50)
En cuanto a violencias, ya se indica en lo relativo a la vida de en las prisiones, los malos tratos y vejaciones a que los sacerdotes presos fueron sometidos. No faltaron tampoco persecuciones y detenciones en sacerdotes que pudieron escapar sin mayor daño, algunos de ellos por haber logrado pasar a zona nacional. En Sestao los rojos penetraron en la Sacristía de la Iglesia Parroquial y trataron de asesinar a dos sacerdotes que no podían decirles dónde existían armas ocultas, porque en realidad no las había, disparando contra ellos por la espalda, causándoles heridas de las que por fortuna no fallecieron.
(F.25, 26, 27 (p.10))
Fueron muchísimos los daños materiales causados en edificios religiosos. Claro es que en este punto no puede presentarse una relación completa de edificios siniestrados ni una valoración de daños que comprenda la totalidad de los sufridos, porque se ha prescindido de los daños nimios o que por circunstancias especiales no han podido ser objeto de valoración exacta. De todas formas, baste decir que en Bilbao, fue incendiada la Iglesia y Convento de la Concepción, fueron incendiadas la Iglesia Parroquial de Guecho, Iglesia y escuelas católicas de San Julián de Musques, Iglesi de San Juan en Orduña. Capilla y Convento de Santa Clara en Portugalete, Ermita de San Blas en
(Folio 27.)
Ceánuri, Ermitas de S. Roque, San Antonio, San Bernabé y Ntra. Sra. del Remedio en Ochandiano, Iglesia Parroquial de Gatica: fueron destruidas con dinamita las Iglesias Parroquiales de Maruri y Munguía, destruidas las Ermitas de San Roque y Santa Isabel de Trucíos e incendiada parcialmente la Iglesia Parroquial de Lauquiriz. Fueron también relativamente numerosos los saqueos, destrucciones de altares, imágenes, confesionarios y objetos de culto. La valoración total de los daños más importantes cometidos en la que se comprende todos los anteriormente relatados, se eleva a la suma de 3.620.231 Pts. A los folios 25, 26 y 27 de la pieza 10 de la Causa General, figura la relación de daños causados, con la referencia a los Ramos en los que constan acreditados.
(F.20 (p.10) F.39 (p.10) F.40 (p.10) F.58 y 59 (p.10))
También, y aparte las profanaciones antes referidas, se cometieron actos sacrílegos. En Rigoitia fue sacado del Sagrario un Copón y se arrojaron al suelo las Sagradas Formas, ignorándose lo que los rojos pudieron hacer y su paradero. En Villaro, se celebraron procesiones sacrílegas y se organizaron bailes en los templos. También en Berriz se realizaron hechos parecidos bailando con vestiduras sagradas dentro del templo. En Ochandiano mutilaron un Crucifijo y atravesaron a balazos varias imágenes arrancando a algunas los ojos. También en Ibarruri se parodió el fusilamiento con varias imágenes. En el Convento de PP. Capuchinos de Bilbao, se instalaron las milicias comunistas que convirtieron la Iglesia en comedor y bar; convirtieron el coro en dormitorio, destruyeron las imágenes después de profanaciones y mutilaciones, destrozaron los confesonarios, quemaron las estaciones del Vía Crucis, las figuras del “nacimiento” y más de cien cuadros religiosos, arrancaron la devota imagen de Jesús Crucificado, que se veneraba a la entrada del templo y entre escarnios y befas la llevaron a la huerta en donde la “fusilaron”, siendo luego destrozada y hasta enterrándola.
Especial mención merecen los sucesos ocurridos en la Basílica de Ntra Sra. de Begoña Patrona de Vizcaya y templo mariano por excelencia de la provincia.
(F.37v 150 (p.10) F.97, 126 y 158 (p.10))
En dicha Basílica se celebraron las Misas acostumbradas pero no los otros cultos. En ella se constituyó una especie de depósito de alhajas y objetos sagrados valiosos que los rojos iban recogiendo de las parroquias de los pueblos de la Provincia, reuniéndose así un gran número de cálices, custodias, Copones y ornamentos y depositándose también la urna de plata con los restos del Beato Valentín de Berriochoa, urna que fue rota y profanada.
El 14 de junio, la Basílica fue ocupada por batallones rojos que la profanaron, incluso el Camarín de la Virgen, profanando todos los objetos valiosos para llevárselos metidos en sacos, lo que no pudieron realizar, ya que el rapidísimo avance de las fuerzas nacionales lo impidió. Los copones con varios miles de Sagradas Formas fueron retirados del Sagrario y guardados en el joyero de la Sacristía, pero a la liberación de Begoña, apareció violentado el joyeron, los copones profanados para ser llevados y las Formas Sagradas habían desaparecido, salvo un centenar que se encontraban esparcidas por el suelo. Las mejores alhajas de la Virgen entre ellas la corona y el cetro habían sido depositadas en el Banco de Vizcaya de donde fueron sacadas y enviadas al extranjero consiguiéndose después su recuperación.
(Folio 28.)
No cabe dudar que en otras regiones de España se cometieron desgraciadamente crímenes y destrucciones en proporción mucho más elevada que en Vizcaya, y se realizaron hechos vandálicos que afortunadamente, aquí no se conocieron. Pero con todo, como se ve del breve relato que hacemos, también en esta provincia, la furia antirreligiosa que se desató al amparo del dominio rojo, dio sus frutos, y bien graves e irreparables algunos de ellos.
IX.- LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA Y EL RÉGIMEN DE PRISIONES
En este aspecto de la actuación de los elementos que dominaron en Vizcaya hasta la liberación por las fuerzas Nacionales, hemos de distinguir la actuación de los Tribunales ordinarios, es decir, los ya existentes a la iniciación de la contienda, y la actuación de aquellos que fueron creados en la época roja.
(F.4, 9 (p5) F.36, 41 (p5))
La inmensa mayoría de los funcionarios de la Administración de Justicia, era adversa al Frente Popular y por consiguiente a la situación creada en Vizcaya al triunfar éste, y conforme avanzaba el tiempo su situación se fue haciendo más crítica. El Fiscal de la Audiencia Ilmo. Sr. Don Pedro Alcántara y García, fue detenido el 1 de septiembre de 1936, permaneciendo en prisión hasta la liberación de Bilbao, y algunos otros funcionarios pasaron en fechas diversas a territorio nacional, siendo destituidos de sus cargos y condenado a muerte en rebeldía el Abogado Fiscal Don Javier Medrano Unanua. (F.24 (p5))
(F.55 (p5) F. 4, 5, 6, 7, 8, 11 (p5))
por lo demás, aun cuando por Decreto de 24 de octubre de 1936, se facultó al Departamento de Justicia y Cultura del País Vasco, para nombrar con carácter interino funcionarios de cualquier categoría de las carreras judicial y fiscal, no se hizo uso de esta autorización y en las funciones judiciales ordinarias, no intervinieron funcionarios de nombramiento gubernativo.
(F.14 (p5))
En cuanto a organismos judiciales creados en la época rojo-separatista, merecen consignarse los siguientes. Por Decreto de 7 de octubre 1936, creado el Departamento de Justicia y Cultura como uno de los que integraban el Gobierno provisional del País Vasco, fue designado para desempeñar dicho cargo de Consejero, D. Jesús María de Leizaola, destacado elemento de partido nacionalista vasco que ocupó dicho cargo hasta la liberación de Bilbao. en 9 de octubre fue nombrado Secretario General del Departamento D. Jesús Arechalde Aramburu, y en 3 de noviembr, Director General de Justicia, D. Juan Antonio Careaga Andueza, ambos elementos destacadas elementos destacados también de dicho partido.”
(Folio 29.)
(F.15 (p.5) F.19 (p.5))
Como organismo asesor del Departamento fue creada una Comisión Jurídica Asesora, la que además de tomar parte en la elaboración de las disposiciones legales tenía como misión destacada la de informar en las peticiones de indulto de penas de muerte. Dicha Comisión se dividía en dos sesiones: una para las cuestiones políticas, penales, administrativas y Jurídico Militares, y otra para las civiles, procesales, notariales e hipotecarias. (F. 25 (p.5))
(F. 51, 55vto (p.5))
También fueron creados cargos de Inspector General de Tribunales y de Fiscal Superior de Euzkadi, que recayeron respectivamente en D. Manuel Saiz Taramona y D. Ildefonso Guruchaga.
(F. 18 (p.5) F. 58 (p.5))
En cuanto a las principales disposiciones emanadas del Departamento de Justicia, pueden citarse: En 28 de enero de 1937, fue creada una Audiencia Territorial en Bilbao, cuyo personal no llegó a designarse y que, por tanto, no funcionó nunca. En 18 de marzo de 1937, se concedió amnistía por delitos políticos y comunes cometidos antes del Alzamiento, de la que quedaron excluidos los “enemigos de la república”. En 3 de noviembre de 1936, se regulan las formalidades para la celebración de matrimonios. En 20 de noviembre de 1936, se crea el Colegio Notarial de Euzkadi. El 27 de enero de 1937, se crearon en la Dirección General de Justicia, las secciones de Registros y Notariado. (F. 54 (p.5) F. 57 (p.5) F.19 vto (p.5))
(F. 21 (p.5))
Por lo que se refiere a la Justicia Militar, la disposición más importante fue la creación del Tribunal Militar de Euzkadi, cuya competencia fue atribuida por Decreto del Departamento de Defensa de 11 de marzo de 1937, extendiéndose a la vista y fallo de los sumarios seguidos contra las fuerzas regulares, milicias armadas, ejército voluntario y fuerzas análogas. En posteriores disposiciones se fue designando el personal que constituyó este Tribunal Militar, formado por un Presidente, cinco vocales y sus suplentes que habían de ser Comandantes o Capitanes del Ejército y de las Milicias, un Vocal técnico, y un Fiscal. Para la instrucción de las causas se designaron jueces militares en las distintas Divisiones. Como organismo relacionado con la justicia militar en el Departamento de Defensa, se creó la “Sección de Orden Público y Justicia de Guerra”. Este Tribunal funcionó efectivamente, pero su actuación no debió ser de trascendencia pues no consta que ante el mismo se dictaran sentencias de pena capital, ni que, por tanto, se procediera a ninguna ejecución. (F.23 (p.5) F. 23vto (p5))
(F.28 (p.5))
Indudablemente el aspecto más interesante en el estudio de la justicia en época roja, es el relativo a la actuación de los Tribunales Populares. Creados estos Tribunales por Decreto inserto en la Gaceta de Madrid, de 26 de agosto de 1936, funcionaron activamente en toda la zona roja, y también en Vizcaya, aun cuando en esta provincia no fueron dictadas sentencias irreparables en número tan elevado como en otros lugares.
En un principio el Tribunal Popular se constituyó
(Folio 30.)
(f.24 y 40 (p5) F.16 (p.5) F.17 (p.5))
nombrándose para el mismo a funcionarios de las carreras Judicial y Fiscal, pero estos gestionaron su sustitución y les fueron aceptadas las dimisiones que presentaron, dado además que sus primeras actuaciones fueron favorables a los encartados , figurando en adelante en dicho Tribunal un solo Magistrado procedente de la carrera Judicial. El Tribunal Popular quedó constituido, presidido por el Abogado don José Espinosa y Magistrados Don Dionisio Mazorra (de la carrera judicial) y Don José Luis Lámbarri (Abogado). Como fiscales fueron designados los Abogados Don Jesús Monzón, Don José Miguel Gomendio y Don Germán Iñurrategui. Formaban también parte del Tribunal Jurados de hecho designados por los partidos del Frente Popular, que era encargados de contestar a las preguntas de veredicto, ya que el Tribunal actuaba en forma análoga al Tribunal del Jurado. (F.24 (p.5))
(F.9, 25, 30 (p.5) F.9, F.29, 30,31 (p.5))
En lo externo, dentro del procedimiento, los encartados gozaban de garantías procesales, pues podían proponer toda clase de pruebas y eran defendidos por Letrados libremente designados, pero en realidad en muchos casos, la sentencia estaba prejuzgada según la filiación política del acusado. Además si el Tribunal se reunía y funcionaba con apariencia de objetividad jurídica, la pasión política se sobreponía, y se daban casos en que los propios jurados insultaban a los Letrados defensores, sin contar las interrupciones e insultos que partían del público, sobre todo en el momento en que los procesados entraban o salían en la Sala de vistas.
Claro es que la prensa contribuía por su parte a mantener vivo el fuego de esa pasión política contra los acusados y en titulares y texto, al dar cuenta de la celebración de sesiones ante el Tribunal Popular, no se recataba en sus juicios contra los inculpados.
(F.44 (p.5))
Véase a modo de ejemplo los titulares que se empleaban. “Hoy ha comenzado el juicio contra los oficiales de complemento y Jefes Militares del Regimiento de Garellano, con cuya criminal intentona de traición al régimen pretendían sumir al pueblo en la abyecta esclavitud”. “Perfecta coordinación entre las fuerzas negras de la reacción y los Jefes Militares”. “La voluntad de los procesados era ahogar en sangre al pueblo”. “Once reclusiones perpetuas y dos penas de muerte” “¿y no hay responsabilidad civil?” (F.46 (p.5) F.47 (p.5) F.38 (p.5))
(F.34, 30, 31 (p.5) F.10 (p.5) y p.3 f.145, 146, 147)
Los juicios se celebraban bien presentes los acusados, bien declarados en rebeldía por haberse ocultado o haber pasado a zona nacional y por ello la mayoría de las penas de muerte dictadas lo fueron contra los inculpados que se hallaban en este último caso. Las penas de muerte que se ejecutaron fueron 20, todas ellas por fusilamientos que se llevaron a cabo en las primeras horas de la mañana en el Cementerio de Derio, en cuya cripta de mártires reposan actualmente las víctimas.
El tiempo que se concedía para solicitar el indulto era brevísimo y era muy difícil realizar las
(Folio 31.)
(F.31 (p.5) F.29, 31, 39 (p.5))
oportunas gestiones. A los fusilamientos, no obstante la temprana hora en que tenían lugar y hallarse el Cementerio de Derio a varios kilómetros de Bilbao, acudia mucho público, y así, por ejemplo en la ejecución de los oficiales del Batallón de Garellano, se hallaban presentes más de mil personas. El público insultaba, llenando de improperios a los condenados, llamándoles traidores cuando en el último momento daban fe pública de sus convicciones religiosas y patrióticas, y en algunas ocasiones, fusilados los presos, hasta hubo quien dijo “ahora debíamos fusilar a los abogados defensores”.
En resumen; si la justicia en Vizcaya durante esta época no presentó los caracteres de saña y crueldad, numéricamente hablando, que en otras regiones, no dejó de llevar aparejadas consecuencias irreparables en torno a la actuación del Tribunal Popular.
RÉGIMEN DE PRISIONES
(F.64 a 100 (p3) F.10, 28 (p.3))
Inmediatamente después de abortado en Bilbao el Alzamiento Nacional, y dueños de la calle los rojos-separatistas, comenzaron las detenciones de los elementos de filiación política contraria y la sañuda persecución contra los mismos dirigida. En las listas que obran en la Causa General figuran 1.071 personas que por este motivo sufrieron cautiverio. En época normal existe en Bilbao una sola prisión, la cárcel de Larrínaga y por ello, ante la notoria imposibilidad de albergar en esta cárcel a todos los detenidos, se habilitaron los barcos “Cabo-Quilates” y “Altuna Mendi”, para recluir en ellos a los detenidos, siendo trasladados a estos vapores los presos que a la evacuación de San Sebastián trajeron los rojos en vapor “Aránzazu-Mendi”. Los dos barcos dichos quedaron fondeados en la ría de Bilbao, hasta que más tarde fueron trasladados todos los presos a edificios requisados que convirtieron en prisiones: Estas fueron además de la dicha prisión provincial la instalada en el edificio de los Ángeles Custodios, perteneciente a una Comunidad de Religiosas, Convento del Carmelo y Casa Galera, antes destinada a refugio de mendigos. Todas estas prisiones estaban instaladas en terrenos del barrio de Begoña.
(F.11 vto, 19, 20 (p.3))
En los primeros días del dominio rojo, no existía, por tanto, sino la prisión de Larrinaga, y en ella se amontonaban los detenidos, ya que su capacidad máxima era de 600 presos, imponiendo los rojos a los detenidos de derecha un régimen duro y haciéndoles objeto de continuos vejámenes. En realidad y desde los primeros momentos, los milicianos se hicieron cargo de la prisión, y eran ellos los que ejercían las funciones directivas. Como en las mismas celdas convivían los presos políticos con los comunes, hasta que todos éstos fueron puestos en libertad, los presos comunes insultaban y vejaban constantemente a los detenidos derechistas, dando lugar a incidentes y agrediendo a éstos con el beneplácito de los propios
(Folio 32.)
(F.16, 44, 55, 59 (p.3))
milicianos guardianes, incidentes en los que resultaron heridos varios presos de derecha. Baste decir que Manuel Coto, el asesino de Don José Mª Maura, tenía gran autoridad en la prisión, y en alguna ocasión, no se permitió por su orden que se trajera comida a los presos.
(F.17 (p.3) F.12vto, 21, 22, 25, 50 (p.3))
Aparte insultos, vejaciones, dureza en el trato y escasa comida, en esta prisión de Larrínaga no hubo crueldades ni inhumanidades, siendo de notar que el comportamiento de los funcionarios del Cuerpo de Prisiones fue excelente, tratando de aliviar en lo posible la situación de los presos y hasta desempeñando papel de enlace con sus familias. Sin embargo no escasearon las privaciones y baste para dar idea del hambre que se padecía a base de una taza de malta como desayuno y de 40 a 100 garbanzos como comida y otros tantos para cena, el hecho de que los presos se dedicaron a cazar ratas para comerlas cocidas o asadas. La única ocasión en que hubo en el economato de la prisión chorizos y jamones fue a raíz de la visita que hizo a Bilbao el Deán de Canterbury pues dos horas antes de que fuera a visitar la cárcel, se la proveyó de toda clase de alimentos que desaparecieron por el mismo sitio por donde entraron en cuanto marcharon los visitantes admirados de la abundancia en vitaminas que existía en las prisiones de Euzkadi. (F.27 (p.3) F.57vto (p.3))
Es de advertir que los detenidos, antes de ingresar en la prisión permanecían unas horas o unos días en el cuartelillo de Seguridad o en la Inspección de Vigilancia, siendo correcto y exento de toda vejación y violencia el trato que allí recibían. (F.17, 31, 58 (p.3))
(F.4, 17, 19, 20, 35, 30, 32 (p3))
El trato que los presos tuvieron que sufrir en los barcos prisiones, no puede ser calificado con justeza; inhumano, infame, cruel, inicuo, todo calificativo parece escaso. Desde luego se les despojaba de todo cuanto pudiera tener algún valor. Los que mandaban eran individuos de los peores sentimientos cuyos nombres o apodos se hicieron trágicamente famosos “León”, “Porru”, “El Muela”, “El Gabarrero” y otros. Los presos se veían precisados a trabajar sostenidos por una alimentación deficientísima; por la mañana como desayuno un cucharón de café sacado de un caldero en el que a veces había papelotes y donde hasta parece cierto que los milicianos hacían aguas menores; otro cucharón de garbanzos con un trocito de carne a mediodía y lo mismo por la noche. No es necesario decir que las burlas e insultos eran constantes y por el menor pretexto se les propinaban palizas. Se elegían las horas de más calor, en pleno verano, para hacerles trabajar sobre cubierta. Todas las mañanas se les formaba para oír puño en alto la lectura del periódico “El Liberal” y cantar “La Internacional”, obligando a los sacerdotes presos, a los que se hacía objeto de vejaciones especiales, a dirigir el canto mientras uno de los peores guardianes vigilaba con un bonete terciado en la cabeza. Con estos sacerdotes, se formó así un orfeón que se exhibía a los visitantes como número jocoso. (F.4, 17, 18, 19, 20, 25, 31, 32, 53vto, 168 (p.3) F.53 vto (p.3) F.4 (p.3) F. 20, 169 (p.3))
Los guardianes bajaban todos los días a las bodegas en donde estaban recluidos los infelices presos y ele-
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gían a su placer los que habían de ser sus víctimas, sometidas a malos tratos y latigazos, para lo que disponían de una bodega que a esos fines siempre estaba libre, dándose el caso de que hasta sacaron de la cama para apalearle a un enfermo con bronquitis. Al sacerdote Don Matías Lumbreras, asesinado después en las matanzas del 25 de septiembre, lo propinaron en una ocasión ochenta latigazos, con fuertes sogas, que a veces, y para hacer más daño, mojaban previamente. Otro castigo consistía en poner desnudos a los cautivos y echarles chorros de agua fría, haciéndoles correr sobre cubierta para pegarles en el trayecto. (F.5 (p.4) F.32 (p.3) S.4 (p.3))
Al oficial de Correos D. Marcelino Clos del Sagrario, con el pretexto de que se quitara una medalla que llevaba al cuello, le propinaron tan fuerte paliza que le dejaron moribundo, rematándole luego a tiros. D. Juan Aguirre recibió también una paliza que le dejó tullido varios días y cuando parecía reponerse algo, poco después de confesado en secreto con un sacerdote preso, recibió otra fenomenal paliza hasta quitarle la vida. También fue asesinado en esta forma el Sub-Jefe de la Guardia Municipal de Bilbao, D. José Méndez. Don Darío Gallo sufrió una paliza que le privó de la razón y la tarde del mismo día fue asesinado. A Don Ángel Esteban Brizuela, que declara en la Causa General, lo colgaron, atadas las manos, de una viga en una bodega del barco, salvando la vida porque al ser llamados los milicianos le desataron diciendo que ya le llamarían más tarde. Algunos milicianos se vendaban las muñecas para no lastimárselas, al dar tan enormes palizas. En fin no es posible relatar todos y cada uno de los detalles sobre el infierno en que los rojos convirtieron los barcos prisión. (F.17 (p.3) F.24 (p.3))
(F.5, 12, 16, 17, 20, 21, 25, 32, 58, 113vto, 162, 164 (p3))
En las cárceles instaladas en tierra, el trato en general fue bueno y exento de las crueldades e inhumanidades que acabamos de hacer referencia. Lástima que la relativa normalidad en estas cárceles se viera turbada con el borrón de los asaltos que en las mismas tuvieron lugar, llevándose a cabo matanzas al igual que las que en los barcos-prisión se habían realizado, poniendo con estos un final trágico a las crueldades que con los presos cometían. La importancia y gravedad de tales matanzas en barcos y cárceles, quedó ya relatada anteriormente.
(F.15, 18, 18, 19, 20, 23, 25, 55vto, 59 (p.3))
En cuanto a sacar ya anteriormente se hizo constar que no las hubo en las prisiones de Bilbao. En algunas declaraciones se alude no a sacas colectivas, sino a algún caso aislado como el relativo a un requeté que se dijo fue sacado de la cárcel y asesinado al salir. Sí es cierto que entre la población penal corrió el rumor de que en algunos casos los presos puestos en libertad eran asesinados, pero este extremo no se ha comprobado, y todos los funcionarios de prisiones que informan en la Causa dicen que desde luego en Bilbao, no se dio caso alguno de “sacas”.
(F.15 (p.3) F. 18 vto R.42)
También se hizo mención anteriormente de los casos que se dieron en la Villa de Durango, de cuya cárcel fue sacado y asesinado inmediatamente un joven tradicionalista cuyo cadáver apareció en la cuesta de Urquiola. El 25 de septiembre de 1936, el mismo día de los asesinatos en los barcos-prisión de Bilbao, fueron sacados de la cárcel 23 presos que fueron fusilados en el Cemente-
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rio Municipal. Coincidencia significativa que pudiera indicar la existencia de un plan preconcebido para el asesinato de presos.