Vidal a la derecha, José Antonio Aguirre en el centro y Tatxo Amilia.

Por qué fracasó el alzamiento del 18 de julio en Vizcaya En el cuartel de Garellano (Basurto, Vizcaya), la Guardia Civil y la de Asalto quisieron apoyar la sublevación, pero lo impidió el teniente coronel Vidal


Según el Fiscal de la Causa General de Vizcaya, el capitán Lafuente presentó datos falsos sobre el supuesto fracaso del alzamiento y el teniente coronel de la Guardia Civil, Colina, dijo “que si el Batallón de Montaña no era afecto al Gobierno del Frente Popular, él atacaría el cuartel en que estaba alojado con sus 800 hombres”.

El Informe-Resumen de la Causa General de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. Provincia de Vizcaya, del fiscal militar está en el Archivo Histórico Nacional (FC-CAUSA_GENERAL,1333, EXP.12), donde le ponen fecha de 15 de febrero de 1950. El fiscal era José María Carreras Arredondo, abogado fiscal de la Audiencia Provincial de San Sebastián. El 29 de noviembre de 1953 aparecía entre los “hombres ilustres” convocantes del “homenaje nacional a Azorín”. El 22 de enero de 1964 fue condecorado por Franco con la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort.
(Folio 1, portada, folio 2 otra portada más explicativa: “Informe sobre resultado de las actuaciones relativas a la Provincia de Vizcaya”).
(Folio 3.)
I.- EL ORDEN PÚBLICO EN LA PROVINCIA DE VIZCAYA DURANTE LOS MESES QUE PRECEDIERON AL MOVIMIENTO NACIONAL
En la provincia de Vizcaya los partidos políticos que habían logrado algún arraigo en la opinión pública, eran numerosos y en general bien organizados. Pero prácticamente la lucha política se hallaba entablada entre los grandes grupos de socialistas, nacionalistas vascos y tradicionalistas. (F. 7 (p. 2)) El partido socialista tenía predominio en grandes zonas de Vizcaya controlando aproximadamente un cuarenta por ciento de la opinión pública; los nacionalistas vascos podían contar con un treinta y cinco por ciento del censo, dominando principalmente en Guernica, Marquina y las encartaciones, y los partidos de derecha, controlando el 25 por ciento restante, tenían predicamento en gran parte de la capital y en el Duranguesado. (F. 5 (p. 2))
Las fuerzas políticas de izquierda bajo el predominio neto del socialismo, agrupaban elementos sindicalistas, comunistas y anarquistas, bajo la Jefatura de dirigentes como Indalecio Prieto, Rufino Laiseca, Jesús Gómez, Fulgencio Mateos, Leandro Carro y Dolores Ibárruri “La Pasionaria”, éstos dos últimos de filiación comunista. (F.10 (p. 2)) La clase trabajadora era la que nutría las filas de estos partidos de izquierda.
El partido nacionalista vasco se distinguía por su exaltado proselitismo, utilizando para sus propagandas más los medios externos como las danzas y cantos del país, que la exposición de ideas. Este partido sufrió una escisión al poco tiempo de implantarse la República, formando los elementos más rabiosamente separatistas y de tendencias marcadamente izquierdistas en los campos político, social y religioso, el partido de Acción Nacionalista Vasca, que fue recogiendo en su seno a muchos exaltados del izquierdismo y hubiera terminado por absorver todo el nacionalismo en Vizcaya. (F.17 (p. 2)) Jefes del nacionalismo en Vizcaya eran José Antonio Aguirre, Juan Careaga, Jesús Leizaola y otros de gran entusiasmo y actividad. (F.10 (p. 2)) Integrado principalmente por elementos de la clase media, dependientes y empleados de oficina, se distinguía por la perfección de su organización electoral y trabajos burocráticos.
En el campo derechista, la fuerza política, sin duda alguna más importante por su número, espíritu y arraigo, era la tradicionalista. (F. 5 (p. 2) 7, 17 vto) Esta organización y el requeté dentro de ella, principalmente como fuerza de choque, habían mantenido siempre lucha abierta por sus ideales y su triunfo en Vizcaya. También se habían organizado los partidos de Renovación Española y Acción Popular, encuadrando poco a poco este último la opinión difusa derechista que existía en Vizcaya. Falange Española se encontraba en período de organización, encuadrando elementos que aumentaban rápidamente y que aún cuando todavía poco numerosos, luchaban con gran valentía y entusiasmo unidos a un pequeño grupo de elementos albiñalistas. (F.6, 7, 10, 17 vto (p. 2))
Esta era la distribución de las fuerzas políticas en Vizcaya antes de producirse el Alzamiento Nacional. Como se ve, los republicanos de los diversos sectores, procedentes en su mayoría del liberalismo, no se presentaban en esta provincia como fuerza política de importancia.
(Folio 4.)
(F. 54 vto (p. 2))
El resultado en VIzcaya de las elecciones para Diputados a Cortes de febrero de 1936, fue el siguiente: Frente Popular, 81.429 votos; separatistas vascos 79.088; fuerzas de la contrarrevolución 56.237 votos. Siendo de notar, y ello sirva como botón de muestra del sistema electoral que entonces imperaba, que el Frente Popular consiguió cuatro y los nacionalistas cinco Diputados a Cortes y los cerca de setenta mil votos de las fuerzas católicas y españolistas no obtuvieron ni una sola acta en la famosa Asamblea en la que estaba fielmente representada, según se decía, la voluntad popular.
LA SITUACIÓN DE ORDEN PÚBLICO
(F. 6 (p. 2)) Dividida así la opinión pública entre los diversos partidos políticos, la lucha entre los mismos iba adquiriendo por momentos caracteres de inusitada violencia. Era patente que los partidos de izquierda y separatista, trabajaban en un plan francamente revolucionario, inculcando en las masas odio feroz a cuanto fuera Patria, orden y religión que aquellos desconocían. La implantación de la dictadura comunista era inminente y como medios hábiles para llegar a ella, se recurría a huelgas, violencias e incidentes, que hacían que la situación del orden público fuera realmente caótica. (F 4, 5, 7 (p. 2) F 10 y 11 (p. 2) F 38 (p. 2)) Públicamente se hablaba de la ya inminente revolución de la que la trágica de 1934 se decía había sido solo un ensayo. A partir de las elecciones de 1936 la situación se agravó notoriamente pues los elementos marxistas se hicieron dueños de la calle con el beneplácito de las autoridades que les amparaban en sus desafueros y cuando a éstos se oponían las derechas y especialmente los grupos de Falange Española, se producían incidentes constantes, con carreras, rotura de cristales, etc., siendo la situación insostenible y el ambiente irrespirable para toda persona de orden y de sentimientos españoles.
(F. 7, 88 (p. 2))
Como existían dificultades para la organización de manifestaciones públicas, los elementos frente populistas para hacer un alarde de su fuerza se valían de los entierros civiles que tenían lugar entonces en Bilbao y a los que aprovechando el pretexto de la muerte de un militante socialista o cualquier pariente del mismo, acudían millares de personas que recorrían las calles en tono de reto convirtiendo el fúnebre acto en verdadera manifestación política. Otra causa de incidentes violentos era la venta del semanario falangista “Arriba”, pues los de izquierda trataban de impedir la venta persiguiendo a los muchachos que lo voceaban, originándose con este motivo, palos, bofetadas y carreras.
(F. 25 (p. 2))
No se escatimaban violencias y persecuciones, clausurándose varias veces el centro de Falange, cuya organización se trató de disolver y practicándose multitud de registros en el Círculo Tradicionalista y siendo frecuente la detención de elementos afiliados a esos partidos. Se coaccionaba a los obreros no marxistas y se amenazaba a los patronos si no despedían a los obreros derechistas.
(F. 4 (p. 2))
Se iba, pues, preparando el ambiente propicio para la revolución próxima hacia la que a pasos agigantados se ca-
(Folio 5.)
caminaba. Y la situación de violencia dio origen en algunos casos no a simples carreras, bofetadas y sustos, sino a más trágicas consecuencias. Y así, con ocasión de los incidentes en uno de los entierros civiles a que antes se ha hecho referencia, fue muerto un tranviario apellidado Prada, afiliado al albiñanismo. En Bermeo, cuando algunos elementos de Renovación Española se presentaron para tomar parte en un acto público, fueron recibidos a tiros y el auto que les habían conducido fue quemado. En Algorta los elementos de izquierda obligaron a que la Guardia Civil cacheara a los asistentes a un acto Tradicionalista y cuando se convencieron de que no llevaban armas los agredieron a tiros. (F. 7 (p. 2))
(F.14 (p. 2) 22, 23, 29, 32, 33)
Es evidente que esta situación de violencia en la lucha política tenía que repercutir en alguna forma, fuera de Bilbao, en los pueblos de la provincia, y prueba de ello son los sucesos a los que acabamos de referirnos. Pero en general puede decirse que el orden público en la provincia de Vizcaya, con exclusión de Bilbao, la capital, no sufrió perturbaciones de carácter grave.
II.- EL MOVIMIENTO NACIONAL EN LA PROVINCIA
Claro está que ante esta situación y la evidencia que solo los ciegos podían dejar de ver, de que de no salir rápidamente al paso de la revolución, España, tras un período más o menos largo de desintegración, se desharía en el caos, los elementos que sentían fervores religiosos y patrióticos trataron como era su deber de organizarse para oponerse a ese peligro gravísimo e inminente. Falange Española, Renovación y Tradicionalistas, trataron de que aún trabajando con independencia, sus esfuerzos tuvieran una cierta coordinación. Y para ello fueron frecuentes las entrevistas que se celebraron, unas en Gran Vía 62, otras en la calle Berástegui, y en fin, en distintos lugares en los que se trató de una coordinación de esfuerzos. Y para ello, ya en el mismo mes de febrero de 1936, se suscribió por los representantes de los partidos de derecha un documento. (F. 4, 12, 15, 25 (p.2)) (F. 7 vto (p. 2))
Siendo el partido tradicionalista el que tenía en Vizcaya mayor arraigo y mejor organización, es natural que sobre él recayera, en cuanto al elemento civil se refería, el peso principal de los preparativos hacia un movimiento que impidiera la revolución marxista.
(F. 2 vto y 31 (p. 2))
Desde el mes de febrero de 1936 y dado el resultado de las elecciones celebradas con la consiguiente precipitación de etapas hacia la revolución, los tradicionalistas intensificaron su organización desde el punto de vista político y también militar. En plan de preparación y recuento de fuerzas se realizaron varias giras que daban lugar a que se encontraran elevado número de elementos adictos dispuestos a acudir al primer llamamiento. Poco antes del Movimiento se reunieron 2.600 hombres en la Peña de Orduña y también tuvieron lugar concentraciones importantes en los montes de Umbe y Urquiola.
(F. 17 (p. 2))
Se trató desde luego, y como es lógico, de mantener contacto y llegar a una identidad de puntos de vista con el elemento militar, y al efecto a las entrevistas que se celebraron acudieron en alguna ocasión relevantes personalidades
(Folio 6.)
(F. 7 vto 18, 34 (p. 2))
del Ejército como los generales Ponte, Varela y Rada. El elemento militar designó al capitán de Infantería D. Juan Ramos Mosquera, destinado en el Batallón de Montaña nº 6 de guarnición en Bilbao, para que actuara como enlace cerca de los elementos civiles en Vizcaya, y éstos, por tanto, se entendieron principalmente con él en las conversaciones y entrevistas previas al Alzamiento Nacional.
(F. 7 vto, 34 (p. 2))
La organización militar del tradicionalismo estaba encuadrada en el Requeté y con vista a una actuación inevitable se quiso instruir perfectamente a este para darle una verdadera eficiencia militar colocando a su frente generales y Jefes del Ejército como los generales Rada y Utrilla y el Comandante Velarde como Jefe de todo el Requeté de Cantabria. Además al frente de cada “piquete”, grupos de cien hombres en los que se dividía el Requeté, se puso a un oficial de complemento.
(F. 12, 17 vto (p. 2))
El Jefe Supremo del Alzamiento en el norte de España, era el General D. Emilio Mola Vidal. Inspector Jefe de los Requetés del norte, el General Rada, Jefe del Requeté de Cantabria, el Comandante retirado Artillería, D. Alejandro Velarde González, que debía ostentar la Jefatura del Movimiento en Vizcaya, una vez unidos los elementos militares y civiles. Era Jefe del Requeté de Vizcaya D. José Luis Zuazola Larrañaga y del de Bilbao D. Antonio de Luisa. Como Delegado de los elementos civiles actuaba el Comandante Velarde, y por el elemento militar y en representación del General Mola, el Capitán Ramos, así es que estos dos últimos llevaron el peso principal de las conversaciones y trabajos de organización. En las entrevistas que se celebraron actuaron además por Falange Española, José Valdés y Florencio Milicua, por el tradicionalismo el Jefe Señorial de Vizcaya D. Luis Lezama Leguizamón y por Renovación Española, los señores Serrano y Areilza. El Comandante Velarde trabajó activísimamente, visitando los pueblos y entidades derechistas, recibiendo colaboraciones y actuando también por enlaces en Santander y San Sebastián. (F. 41 (p. 2), F. 6 (p. 2))
El Requeté había de aportar al Alzamiento el mayor número de elementos comprometidos. Se contaba con unos tres mil hombres en este campo del tradicionalismo. De ellos mil quinientos preparados ya en la provincia para el primer llamamiento, provistos de las oportunas credenciales, habiéndose seleccionado en Bilbao días antes del Alzamiento, 490, entre los de mayor confianza. Falange Española, por su parte, contaba con un grupo organizado de unos 250 muchachos comprometidos, divididos en pelotones de 11 individuos, dirigidos por un jefe. También se podía contar con pequeños grupos de afilados a Renovación Española y Albiñanistas. (F. 7 vto, 20, 34 (p. 2), F. 4, 15 (p. 2))
(F. 4, 7, 15 (p. 2))
Al lado de estos elementos civiles habían de actuar las fuerzas militares y principalmente el Batallón de Montaña nº 6, conocido por el nombre de batallón de Garellano, que había de iniciar el Alzamiento proclamando el Estado de Guerra. Pero numéricamente las fuerzas del Ejército, eran en Bilbao muy escasas, reducidas a ese batallón de Montaña, cuyos efectivos estaban en cuadro, no siendo superiores a 300 hombres, minados además políticamente por Indalecio Prieto y la labor realizada por el Jefe del
(Folio 7.)
batallón Teniente Coronel D. Joaquín Vidal Munárriz. (F. 12, 95v (p. 2))
(F. 27, 94 y 95 v (p. 2))
Se contaba también con la casi totalidad de la oficialidad del Batallón de Garellano, así como con grupos selectos de oficiales y elementos de la Guardia Civil y fuerzas de Asalto, pero, en cambio, los Jefes de dicho batallón y de estos Cuerpos, Teniente Coronel Vidal, Teniente Coronel de la Guardia Civil Santiago Colina y Comandante Jefe de Asalto D. Gabriel Aizpuru Maristany, eran afectos a los rojos y había que prevenirse contra su actuación. El total de los elementos civiles preparados en Bilbao para sumarse al Alzamiento, era de 1.800, pues no se quiso que dicho número excediese al de armas de que se podía disponer, que en conjunto llegaba aproximadamente a dicha cifra, armas de las que se había de proveer a los elementos civiles en el cuartel de Basurto, en el que se alojaba el Batallón de la Montaña. (F. 5, 18, 20 (p. 2))
(F. 15v, 20, 25 (p. 2))
Aparte del armamento que habían de suministrar las fuerzas militares, se contaba con algunas otras armas largas y cortas: los Requetés disponían de 11 fusiles y mosquetones y varias escopetas; Falange Española solo poseía algunas pistolas y Renovación Española consiguió adquirir, con los riesgos consiguientes, 120 armas largas y 300 cortas.
(F. 7v, 12, 18, 34v (p. 2), F. 18 (p. 2))
Dado el escaso armamento con que contaban los elementos civiles se trató de puntualizar el tiempo y forma en que se había de entregar los fusiles que existían en el cuartel. Con este motivo surgieron discrepancias entre el Capitán Ramos y el Comandante Velarde, pues aquel limitaba a 200 el número de fusiles a entregar, ya que siendo unos 300 los soldados disponibles en Bilbao, no quería que el Ejército perdiera el control sobre las demás fuerzas que se le habían de sumar. También se solicitaba que las armas del cuartel fueran entregadas con antelación al día que se señalara para el Alzamiento, a lo que tampoco accedió el Capitán Ramos, conviniéndose en vista de ello que los Requetés y elementos civiles acudirían al cuartel al primer llamamiento. Por otra parte, al limitarse el número de los que habían de ser armados, se acordó que los comprometidos de fuera de Bilbao quedasen en los pueblos en espera de órdenes que recibirían por conducto de la Guardia Civil.
(F. 4, 7v, 12, 15, 24, 26, 31, 24v (p. 2))
El plan consistía sencillamente en que una vez ultimados los trabajos de organización y encuadramiento de los elementos civiles, estos, perfectamente comunicados por medio de enlaces, habían de aguardar la orden de concentrarse con las debidas precauciones en lugares a ser posible próximos al cuartel de Basurto. La dirección del Alzamiento la llevarían desde luego los militares y así el Comandante Velarde, recibió órdenes de atenerse estrictamente a las instrucciones que partiesen de la autoridad Militar. Una vez realizada dicha concentración, el momento crítico de la iniciación del Alzamiento había de ser aquel en que las fuerzas del Ejército salieran del cuartel de Basurto para proclamar el estado de guerra. Parece que incluso estaba designado el Comandante Sr. Fernández Ichaso para mandar la tropa que había de proceder a dicha proclamación. Cuando los soldados saliesen a la calle los elementos civiles comprometidos penetrarían en el cuartel para hacerse cargo de las armas y ocupar luego los lugares y edificios estratégicos. La proclamación del estado de guerra, había de ser, por tanto, primer paso y hecho imprescindible para el Alzamiento Nacional en Vizcaya.
(Folio 8.)
(F. 18, 34 (p. 2))
El día 15 de julio, se recibió en Bilbao la primera noticia de la inminencia del Movimiento y la orden de estar todos preparados, así como la de traer a Bilbao al Comandante Velarde, que se hallaba en Viérgoles (Santander). En vista de ello, el día 16 por la mañana, D. Manuel Lezama Leguizamón, hermano del Jefe Señorial del tradicionalismo en Vizcaya, marchó en su automóvil a dicho punto, volviendo con el Comandante Velarde, que a su llegada a Bilbao, se entrevistó con los elementos civiles y militares comprometidos. Una de las reuniones más importantes y la última de las que se celebraron tuvo lugar en Neguri, en casa del Conde de Motrico, asistiendo a ella el Capitán Ramos, en nombre del Ejército y representando también a Falange Española; por el tradicionalismo el Comandante Velarde y D. Luis Lezama Leguizamón, y por Renovación Española, Don José María Areilza, D. Pelayo Serrano y D. Julio Serrano. (F. 12, 25v (p. 2)) En esta reunión el capitán Ramos anunció que el Comandante Sr. Fernández Ichaso y los tenientes Aussin y Del Oso, todos del Batallón de Garellano, se sumaban al Alzamiento y que en conjunto podía contarse con el Batallón. Se designó a D. Julio Serrano para mantener contacto con el Capitán Ramos, a fin de que, cuando éste avisase se transmitieran las órdenes de concentración para el elemento civil y éste se incorporase al cuartel mientras las fuerzas militares proclamaban el estado de guerra. Este mismo día 16, se recibió la orden de que todo estuviese preparado para la noche, funcionando los enlaces durante todo el día. También se recibió una orden, reiterando otra anterior en la que se decía que el Ejército había de ser el que iniciaría el Alzamiento. (F. 25 (p. 2))
(F. 18, 34v (p. 2), F. 95 (p. 2), F. 93v (p. 2))
El día 17 se personaron en Bilbao a esperar los acontecimientos algunos oficiales comprometidos que antes habían servido en el Batallón de Montaña y que por sus ideas patrióticas habían sido trasladados o dejados disponibles. Estos oficiales tuvieron entrevistas y se reunieron en Algorta y entre ellos se encontraban el Teniente D. José María Bellas y los capitanes Oquendo y Carbajo. El teniente Bellas había estado en comunicación con el Teniente Coronel Ortiz de Zárate, que había de ir a Pamplona por orden del General Mola, y el Capitán Carbajo acababa de celebrar en Burgos una conferencia con el General González de Lara que anteriormente había sido Gobernador militar en Vizcaya. Pero ya este día comenzaron también a actuar los elementos frentepopulistas, y por la noche el Capitán Modesto Arambarri, que era Jefe de la Guardia Municipal de Bilbao, se presentó en el cuartel de Basurto para que le fueran entregados por orden del Gobernador, 130 fusiles. Como estos se encontraban en una vitrina cerrada con llave y el Brigada Aussin, que tenía las llaves, no estaba presente, el propio Teniente Coronel Vidal rompió el cristal con el puño de su bastón de mando, entregándole los fusiles. (F. 53, 56v (p. 2))
(F. 18, 34 (p. 2), F. 25 (p. 2))
El día 18 de julio se extremaron los preparativos y en algún punto como Basauri, los requetés no se limitaron a permanecer en estado de alarma, según instrucciones que habían recibido, sino que se concentraron en el Círculo y fueron detenidos por la Guardia Civil. Se avisó por enlaces al Capitán Ramos para decirle que todo estaba preparado y la gente en sus puestos y dicho Capitán dio toda clase de seguridades respecto al Alzamiento.
Este día para fijar algunos últimos detalles del Movimiento, tuvieron una entrevista el Comandante Velarde y el
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(F.8 (p. 2))
Capitán Ramos, manifestando éste que los elementos de derecha debían personarse en el cuartel a los efectos consiguientes, manifestando su conformidad el Comandante Velarde, pero exigiendo que dicha orden de concentración en el cuartel fuera de puño y letra del Capitán que la debía entregar por medio de algún oficial de enlace en la casa señalada con el nº 60 en la Gran Vía. En vista de ello el Comandante Velarde dictó las órdenes oportunas a fin de que los elementos que integraban la organización se concentrasen en diversos puntos para coincidir todos en el cuartel a la hora señalada que se comunicaría por los enlaces. Pero como también los frentepopulistas actuaban ya por su cuenta y el Teniente Coronel Vidal se había dado cuenta de los conciliábulos entre los comprometidos, ya avanzada esa noche del 18 fueron detenidos el Comandante Fernández Ichaso, Capitán Ramos y los hermanos Aussin, que eran Teniente y Brigada en el Batallón de Garellano. Es decir que cuando los elementos civiles se concentraban para esperar las órdenes que les habían de transmitir los militares, estos eran detenidos. (F. 18v, 34v, 38 (p. 2))
(F 12v (p. 2) F. 53 (p. 2) F. 36v, 53, 93, 95 (p. 2))
Dentro del cuartel había indecisión sobre la forma y momento del Alzamiento y según dijo luego en la prisión el Capitán Ramos, se esperaba la llegada a Bilbao de fuerzas de Vitoria al mando del Teniente Coronel Ortiz de Zárate. Entre la oficialidad los que constituían el grupo de principales comprometidos eran los Comandantes Fernández Ichaso y Anglada, Capitanes Ramos y Carbajo y Tenientes Aussin, Del Oso y Bellas. El enemigo declarado del Movimiento, decidido por todos los medios a impedir que triunfase en Bilbao, era el Teniente Coronel Joaquín Vidal Munárriz que como garantía del Frente Popular, sustituyó en el mando al Teniente Coronel Ortiz de Zárate. También el Gobernador Militar de la Plaza, Coronel D. Andrés Piñerúa Iraola, amigo personal de Indalecio Prieto, y que sustituyó en Bilbao al General González Lara, se puso frente a las tentativas que se hicieron para el Alzamiento triunfase en Vizcaya. (F. 38, 51, 93 v (p. 2), F. 7v 55v 56 (p. 2) F.38, 56 (p.2)El ambiente en el cuartel era de nerviosismo e intranquilidad. Los comprometidos vigilaban al Teniente Coronel Vidal y éste vigilaba a sus subordinados y daba noticias al Gobernador Civil, D. José Echevarría Novoa, sobre el estado de ánimo de la oficialidad, dando garantías de que él sería en todo momento dueño del cuartel pues contaba con clases y tropa. Los oficiales comprometidos habían dirigido algunas obras de fortificación en el cuartel y uno de los cargos más importantes que se les hizo después, al ser juzgados por el Tribunal Popular, fue el haber instalado dentro del mismo una emisora de radio. Para asegurar mejor la posición del Teniente Coronel Vidal dentro del cuartel, se rodeó este por elementos armados de los partidos dominantes y se situaron en las proximidades varias camionetas de Asalto. (F.20v, 53, 56 (p. 2)) Aunque dentro del cuartel la efervescencia aumentaba no se llegó a dar ningún paso decisivo y en la noche del 18 al 19, más bien ya en la madrugada del 19, por instigación del Gobernador Civil, el Teniente Coronel Vidal ordenó la detención del Comandante Ichaso, Capitán Ramos y Teniente Aussin, que fueron conducidos a la Comandancia Militar. Parece ser que antes el Teniente Del Oso había lanzado una arenga en su compañía y el Teniente Coronel lo detuvo pistola en mano tras un incidente violento. Practicadas las detenciones y entregados en la forma que ya antes queda dicha los fusiles al Capitán Arambarri, que los recogió en nombre del Gobernador, el Movimiento quedaba dominado o por lo menos muy gravemente desarticulado, dentro del elemento Militar. (F. 18 v (p.2), F.37, 56 (p.2))
(Folio 10.)
(F.51 (p.2))
En esta noche del día 18, el Coronel García Escámez llamó por teléfono desde Pamplona al Gobernador Militar Coronel Piñerúa, ordenándole en nombre del General Mola proclamase en Bilbao el Estado de guerra, como se había hecho en aquella ciudad unida ya al Alzamiento. El Coronel Piñerúa contestó que no obedecía tal orden, pues no acataba sino las que procedían del Capitán General de la Región, General Batet, con lo que se dio por terminada la conferencia, diciendo el Coronel García Escámez al Gobernador Militar de Bilbao, que si no proclamaba el Estado de Guerra, respondería con su cabeza de la sangre que aquí se derramase. Después de esta conferencia, el Coronel Piñerúa celebró una reunión con los Jefes del Batallón de Garellano, Guardia Civil, Miñones y Asalto, a la que asistieron también algunos otros oficiales, como el Comandante Anglada, Capitán Carbajo y Teniente Bellas, Teniente Coronel Vizcaíno, Capitán Lafuente, y Teniente Coronel Carrión, Jefe éste de las fuerzas de Carabineros. (F.51v, 94, 95v (p.2)) Esta reunión tuvo lugar en el cuartel de Basurto y en ella el Capitán Lafuente fue el primero en hablar exponiendo su opinión contraria al Alzamiento, dando lectura a unos telegramas de los que parecía que el Movimiento había fracasado en toda España. Habló después en parecidos términos el Coronel Piñerúa. El Jefe de la Guardia Civil, Teniente Coronel Colina, dijo que él tenía 800 Guardias Civiles concentrados en Bilbao y que si el Batallón de Montaña no era afecto al Gobierno del Frente Popular, él atacaría el cuartel en que estaba alojado con sus 800 hombres. El Comandante Aizpuru, Jefe de Asalto, dijo que hacía suyas las palabras del Teniente Coronel Colina. Después hizo uso de la palabra el Teniente Coronel de Carabineros, el cual aunque en tonos menos vivos se mostró de acuerdo con los anteriores. El Teniente Coronel Vidal dijo que, reconociendo que el ambiente del Batallón de Montaña no era favorable al Gobierno del Frente Popular, él se sumaba a los que defendían éste. El Comandante Anglada, manifestó que él se consideraba como Jefe del Batallón de Montaña, que contaba con 280 hombres, la mayoría voluntarios y muchos de ellos hijos de Guardias Civiles, por lo que no se decidían a salir a la calle, dadas la opiniones que se habían expuesto y la escasa fuerza de que disponía para hacer triunfar el Alzamiento mediante un acto de fuerza. El Comandante Montaner, considerado como afecto al Alzamiento, habló en forma ambigua e indecisa. El Teniente Coronel Vizcaíno, Capitán Carbajo y Teniente Bellas, se mostraron afectos al Movimiento Nacional. Fracasó pues en esta reunión el Alzamiento, ello debido principalmente al efecto que sobre los reunidos produjo la lectura de los telegramas en los que se afirmaba la toma del cuartel de la Montaña, el fracaso del Alzamiento en la Escuadra, dándose con todo ello la sensación de que el Gobierno del Frente Popular era dueño de la situación.
(F.8 10v, 31, 56, 57 (p. 2))
Mientras tenían lugar esas incidencias entre el elemento Militar, los Requetés y Falangistas comprometidos habían recibido por sus enlaces la orden de concentración y así lo habían hecho en varios puntos de la ciudad, entre otros en varios pisos de los números 60 y 62 de la Gran Vía, en donde se reunieron unos 200 requetés, esperando en dicho lugar cercano al cuartel de Basurto, la orden de dirigirse al cuartel y la proclamación del Estado de Guerra, punto inicial convenido, como ya se ha dicho, del Alzamiento. El Comandante Velarde, esperaba en Gran Vía 60 la orden del Capitán Ramos, para que los elementos civiles marcharan al cuartel, avisó que no se recibió por haber sido detenido dicho
(Folio 11.)
(F.8, 18v, 34v (p.2), F.20v, 21 (p.2), F.11, 18v, 20v, 34v (p.2))
Capitán, el que por medio de un oficial de enlace, comunicó su situación al Comandante Velarde y le requería para que los requetés marcharan sobre la Comandancia Militar en la que se hallaba detenido con otros oficiales, con el fin de libertarlos. Esto pareció descabellado al Comandante Velarde, toda vez que los requetés carecían de armas y los oficiales detenidos se hallaban bajo la vigilancia de centinelas. Además los elementos rojos habían salido ya a la calle y en la noche del 18 al 19 circulaban en grupos numerosos y uno de ellos compuesto de 70 a 80 individuos, vigilaban el cuartel de Basurto. Las camionetas de asalto emplazaron también ametralladoras en dirección al cuartel y se empezó a fortificar ligeramente los centros oficiales por medio de sacos terreros. Miñones, Carabineros y Guardia Civil, establecieron retenes a las órdenes de las autoridades gubernativas y a las ocho de la mañana del domingo día 19 tuvo lugar un desfile de fuerzas militares ante las autoridades entonces constituidas y en señal de acatamiento al régimen y oposición al Movimiento Nacional. Tomó parte en dicho desfile una Compañía del Batallón de Montaña nº 6 con banda de música, bajo el mando del mismo Teniente Coronel Vidal y figuraron también fuerzas de Carabineros, Asalto, Miñones y Guardia Civil.
(F.19, 35, 35v (p.2))
Puede suponerse el estupor y desorientación de los elementos que concentrados esperaban la proclamación del Estado de Guerra para comenzar a actuar. Ello no obstante se confió en enderezar todavía las cosas y se buscó la manera de enviar enlaces a la Comandancia Militar, y el día 19 de julio estos enlaces se entrevistaron con el Capitán Ramos y oficiales detenidos que se encontraban muy pesimistas. Se estudió la forma de libertarlos, bien en la misma Comandancia Militar, bien durante su traslado al edificio de la Diputación. El día 20, se celebró otra entrevista con dichos oficiales detenidos encontrándose mucho más optimistas y dispuestos a todo. Se pensó en reorganizar el Movimiento encargando al Comandante de Infantería Martínez Anglada, alzarse con el Batallón de Garellano y aun se dio orden de que los requetés concentrados se presentaran por parejas en el cuartel de Basurto, pero después se recibió ya contraorden y como los rojos se hacían por momentos dueños de la calle y era inminente la detención de los elementos de derecha concentrados, se dio la orden de que se disolvieran, haciéndolo así con las naturales precauciones en las primeras horas del día 21, fecha a partir de la cual el Movimiento Nacional en Vizcaya quedó definitivamente fracasado y la provincia en poder de marxistas y separatistas, ya que estos últimos que como se ha visto ninguna intervención tuvieron en los anteriores sucesos, seguramente al ver el curso de los acontecimientos, dejaron a un lado sus titubeos y en una reunión de Jefes nacionalistas en “Sabin-Echea”, acordaron el día 19 unirse a los rojos. (F.8, 19v, 21, 35v (p.2))
(F.6, 8v, 10, 12v, 21, 26 (p.2))
Como se ha dicho la proclamación del Estado de Guerra había de ser requisito indispensable y hecho inicial del Alzamiento en Vizcaya. Los elementos civiles comprometidos habían de esperar la actuación de los militares y obedecer en todo momento sus órdenes. Por ello las causas que determinaran que ese primer paso de proclamar el Estado de Guerra no se diera, son las que determinaron el fracaso del Movimiento. No hubo en realidad traición ninguna entre los comprometidos, pero sí tal vez indecisión en saber aprovechar las circunstancias favorables y jugar el todo por el todo en el momento preciso que es el decisivo. En el cuartel de
(Folio 12.)
Basurto hubo falta de acierto al no valorar exactamente la importancia de este momento decisivo que se desaprovechó lamentablemente, y luego los acontecimientos vinieron redados dando el triunfo al Frente Popular.
(F.6 (p.2) Hubo defectos en la organización y parece no existió una verdadera cohesión en los trabajos preparatorios, trabajando cada partido político en un sentido excesivamente autónomo. Pero este hecho, la dificultad que supuso el sr relevados del mando varios oficiales comprometidos, y otras varias circunstancias, son causas accidentales al lado de la principal y determinante del fracaso, que ya queda dicha. (F.10 (p.2))
Continuación sobre la Revolución de 1936 en Vizcaya.

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