La primera oleada de la pandemia de covid-19 en España puede darse por concluida con un saldo de 44.000 muertos y casi tres millones de contagios, lo que supone una tasa de letalidad que probablemente oscile entre 1,4 y 1,8 muertos por cada cien contagios. Clique aquí para consultar la documentación y fuentes (también en formato excel, por si alguien quiere continuar la tarea de actualizar datos, que yo dejé en 1 de junio de 2020).
Concluyo así tres meses de trabajo con los que he querido contribuir a mitigar los efectos de esta pandemia en la forma en que podía: informando. Mi punto de partida era, hasta cierto punto, privilegiado, ya que en 2017 publiqué un pequeño libro en el que comunicaba mi descubrimiento de que la pandemia de 1918 en realidad empezó en 1917. Estaba así algo más sensibilizado acerca de las pandemias… y de las mentiras que las rodean. Aunque, francamente, no sospechaba que en España se pudiera mentir tanto y tan impunemente.
El resumen de mi trabajo en estos meses puede seguirse con la serie de vídeos que titulé Holocausto geriátrico, que fue combinada con algunos artículos en este mismo blog y la edición de una biblioteca colaborativa (Tiki).
Balance de la primera oleada de la pandemia en España
El coronavirus surgió en Wuhan a partir del 30 de octubre de 2019 y y ya se contagiaba localmente en España el 14 de febrero de 2020, extendiéndose una de las cepas españolas a seis países: el confinamiento comenzó, por tanto, con un mes de retraso.
Cómo se pudo evitar la propagación del coronavirus tomando ejemplo de la pandemia de 1918: vídeo que publiqué el 25 de febrero, sin saber que ya entonces era demasiado tarde por mucho que se decretara el aislamiento.
El error garrafal de Lorenzo Milá: vídeo del 27 de febrero donde critico al corresponsal de TVE por decir erróneamente que la letalidad del coronavirus es inferior a la de la gripe. Tras este error está el negacionismo de quienes creen que el virus no puede hacer daño si no se ve: son los que han seguido hablando de muertos «con coronavirus» y no por coronavirus.
14 de marzo: datos y las tres patas de la estrategia alemana: localizar los casos, distanciamiento social, proteger a los vulnerables. España entretanto ya pasa la barrera del 3% de letalidad, que indica una epidemia totalmente descontrolada.
Parece imposible hablar del coronavirus sin referirse al médico que lo descubrió, Li Wenliang, y también sin referirse a quienes trataron de impedir que la pandemia se conociera, al frente de los cuales, por estricta dependencia jerárquica que no implica juzgar sus intenciones, está el presidente chino Xi Jinping. Es decir, de momento tal afirmación no equivale a alinearse con posturas como la del diario La Gran Época, que llama al coronavirus el virus del Partido Comunista Chino.
Sobre los héroes y villanos de la tragedia del coronavirus he visto dos vídeos que quisiera hoy comentar: un vídeo de Mate con Mote que resalta la represión, e interpreta en ese sentido la eliminación de 21 millones de números de teléfono, que para él sería un intento de ocultar que el número de casos de la enfermedad en China sería muy superior al declarado:
Por otra parte, un ciudadano chino que no se identifica en este vídeo explica la historia del descubridor del coronavirus:
¿Qué opinan de estos vídeos?
En cuanto a Li Wenliang, parece obvio que tiene el mérito de haber descubierto el virus, pero su valentía tiene sus límites: su noticia se difundió a pesar de que pidió que no lo identificaran, y firmó una retractación (era miembro del Partido Comunista y aceptaba su disciplina). Su relevancia debe dejar hueco a otras personas, como los que pidieron libertad de expresión, notablemente el profesor Tan Yiming.
Respecto al primer vídeo, resalto el dato de los 21 millones de teléfonos suprimidos en los tres primeros meses de 2020. Se entiende que eso lo pueda haber hecho un Gobierno que cree en el control central a cargo de un partido no quiera dejar nada a la iniciativa privada. Pero eso, que lo sufran quienes quieran o no tengan remedio: el resto del mundo no tiene por qué aceptar que los datos difundidos por quien de esa forma reprime a sus ciudadanos tenga nada que ver con la verdad.
Pero parece difícil que sea el Gobierno quien ha suprimido los teléfonos, pues se condenaría a no controlar a esos ciudadanos, por no decir que a ellos los condenaría a la inanición, porque en China tener registrado el teléfono es clave para cobrar, imprescindible para moverse… ¿Si lo ha hecho el Gobierno es para impedir que se muevan esas personas? ¿Significa que han muerto 21 millones de chinos? ¿O que prefieren malvivir sin ingresos bancarios con tal de escapar al control del Gobierno?
En España
Y puesto que en el artículo anterior mencioné la investigación necesaria sobre lo que en España se ha convertido en un holocausto geriátrico, hoy lunes 6 de abril de 2020 se publicó la noticia de que están en marcha más de 40 investigaciones penales sobre los muertos encontrados por el Ejército en residencias de ancianos. No es, pues, una investigación partidista ni una alucinación, y sin duda es un paso adelante en el sentido que he pedido en esta solicitud de ayuda para investigar este holocausto:
Mañana espero presentar en este mismo espacio una web colaborativa donde quienes quieran podrán participar en este proyecto.
Santiago Mata (centroeuropa). Madrid, 20 de marzo de 2020.
España podría tener a fecha de hoy, viernes 20 de marzo de 2020, 90.000 infectados por coronavirus, en vez de los 20.000 que declara, por cuenta del Gobierno, Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias. Es una conclusión que puede deducirse precisamente de los datos que presenta Simón, y de las proyecciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y demás datos de la pandemia.
Por lo que respecta a la OMS, el 24 de febrero de 2020, según resumía El Independiente, los expertos de una de sus misiones a Wuhan, concluían que, fuera de China, la mortalidad de la entonces epidemia (desde el 11 de marzo pandemia) de coronavirus sería del 0,7% (es decir que morirían 7 de cada 1.000 infectados, o enfermos para entendernos).
Sorprendido por semejante uso de las cifras de mortalidad y de la importancia que puedan tener en una pandemia (algo que conozco por mi trabajo sobre la pandemia de 1918), he comparado las cifras de mortalidad por coronavirus en los 17 días que van desde el 4 al 20 de marzo en España, Corea y Alemania, obteniendo los siguientes resultado:
¿Por qué España no mantiene la mortalidad dentro de los niveles previstos por la OMS, mientras que Corea sí lo hace y Alemania logra unos niveles notablemente inferiores?
Si miramos a Alemania para tratar de resolver este enigma, observamos que allí la información, y hasta punto gestión de la pandemia, corresponde al Instituto Robert Koch, donde no aparece una estrategia específica, sino las recomendaciones de la OMS, según las cuales el control de la pandemia se basa en tres puntos (ver en las p. 4-6 de este documento):
Localización de los enfermos y de sus familiares y allegados más cercanos, para tratar de curar a los primeros y aislar a los segundos (y observar su evolución).
Reducción al mínimo de las relaciones sociales: pero evitando males mayores; por ejemplo, es recomendable dejar que las personas paseen, siempre que sepan guardar la distancia de seguridad entre ellas.
Protección de los grupos más vulnerables, en este caso personas mayores y personal médico.
El folleto alemán presenta las dos parábolas que en España hemos visto dibujar a Fernando Simón: una muy empinada, que supuestamente implicará el bloqueo de los hospitales, y otra que dosifica en el tiempo la llegada de un número de enfermos que a fin de cuentas es igual, pero que así puede ser atendido.
Pero lo que presenta el folleto alemán y no parece haberse oído en España son esas otras dos patas de la mesa, o más exactamente la primera, porque de proteger a los vulnerables también se habla, aunque otra cosa es que se haya hecho algo… a tiempo.
Cuando los enfermos en España eran pocos, Fernando Simón hablaba mucho de que se investigaban los contactos que cada uno había mantenido, si bien parecía que solo era para saber quién los infectó desde fuera. Luego esa preocupación desapareció. Y por fin desapareció por completo el interés por saber quién estaba infectado.
De repente, lo único importante era que nadie se moviera y así no podría infectarse nadie. Para proteger a los grupos vulnerables, solo los muy graves debían ir al hospital. Y los ciudadanos, obedientes, así lo hicimos. Y hoy los hospitales están llenos -no voy a decir expresiones alarmistas, pero el de la ciudad donde trabajo, Leganés, anunció hoy que no admite más enfermos: llámenle como quieran a eso.
Y, volviendo a lo primero, tenemos una cifra de muertos respecto a los enfermos declarados que indica que, o tenemos un virus más letal, o no sabemos manejarlo como la OMS prevé para que muera el 0,7% de los enfermos. O, tercera opción, quizá sí muera una cifra no muy diferente a esa, pero entonces tenemos muchos más enfermos de los que declaramos.
La pregunta es: si ya no se busca a los enfermos, y se dice que nadie se mueva de casa, que ya se les atenderá… ¿Cómo se puede esperar adivinar el número de enfermos? Aparte de que no se sopesa el efecto secundario de que, al disuadir a los enfermos de que salgan de su casa para pedir auxilio, sólo saldrán cuando estén a punto de morir y entonces ya no se les podrá ayudar… Lo que, ciertamente, nos alejaría de la tasa de mortalidad supuesta por la OMS.
Para no preguntar por un misterio, veamos qué han hecho Corea y Alemania para conocer el número de enfermos, como paso para atenderlos, controlar sus contactos y evitar la propagación del virus: hacer test y más test. Test gratis en Alemania desde febrero, para 72 millones de asegurados de las Cajas de Médicos (Kassenärztliche Vereinigung, KBV), con tal de que tuvieran algún síntoma de enfermedad pulmonar. A fecha 20 de marzo ya no hace falta tener síntomas, sino que un médico autorice la prueba, o bien tener seguro, y si no se tiene cuesta entre 60 y 200 euros, y en las calles hay colas para hacérsela. A los mayores de 50 años, considerados grupo de riesgo, los buscan las autoridades de casa en casa para hacerles la prueba.
En suma, aunque los alemanes se autoflagelan porque les parecen pocos los 160.000 test que allí se hacen cada semana, Tobias Buck afirma el 20 de marzo en Financial Times que el gran volumen de test es la razón de la anomalía alemana: gran número de casos, baja tasa de mortalidad.
En España, según el Ministro de Sanidad en su comparecencia el día 15, se habían hecho 30.000 test hasta ese momento. Sin contestar la pregunta sobre si la alta tasa de mortalidad presupone que no se han localizado todos los enfermos. Fernando Simón dijo a renglón seguido que en dos o tres días se harían todos los test necesarios. Tres días más tarde, el primer ministro británico dijo que allí pasarían de hacer 10.000 a 25.000 test diarios. En España no se han dado cifras…
Con 1.002 muertos, a fecha 20 de marzo de 2020, si la tasa se acercara a los 0,7 muertos por cien infectados, debería ser que en España hay… 143.143 infectados. ¿Algún día sabremos cuántos hay?
A falta de datos y para suplirlos con una hipótesis, esta puede ser que supiéramos a qué tasa de muertos en porcentaje de los enfermos/infectados se corresponde el caso de España: si a la de nuestra relativamente cercana pero sin duda más espabilada Alemania, si a los países indeterminados en que, según la OMS, debería regir la tasa del 0,7% de muertos, o a la de la más lejana pero sin duda desarrollada y celosa Corea. Quizá estemos incluso mucho peor que ese país, pero vamos a suponer que pudiera ser que tuviéramos su tasa. ¿Cuál sería entonces la cifra de infectados/enfermos?
Con la más benéfica de las tasas a efectos de obtener un número de afectados menor, pero la peor por suponer mayor mortalidad, es decir, con la coreana, se deduciría que en España hay más de 90.000 infectados con el coronavirus.
Los alemanes han sabido prever
En estas cosas, como en casi todas, no hay milagro alemán. Lo que hay son alemanes previsores. Los virus no se vencen saliendo a aplaudir. Pero, ya que no podemos improvisar lo que otros han preparado durante años, reconozcamos al menos la realidad: es imprescindible localizar a todos los afectados, y controlar a sus allegados, para que no sigan expandiendo el contagio: y para que no esperen a estar a punto de morir para ir al hospital.
Hay que dejarse de demagogias. No digo que haya que depurar responsabilidades, pero evitemos que los efectos de la irresponsabilidad se sigan expandiendo a la velocidad del virus.