Tumba de Tomás Vijández, en el cementerio de Vallecas.

Antonio Vijández, uno de los organizadores de la matanza del Tren El alguacil vallecano declara que Antonio Vijández, teniente de alcalde socialista, le contó qué iba a suceder y que no le dejaron levantar los cadáveres


A pesar de que se lo había ordenado Vijández al alguacil, al que previamente habían anunciado que iban a hacer la matanza. Al firmar la declaración, el alguacil se retracta y dice que sólo dijeron que iban a parar el tren. El enterrador declara que Vijández inspeccionó la apertura de zanjas mientras llegaban los cadáveres. Los enterramientos se hicieron de 8 de la noche a 1 de la madrugada.

Causa General, legajo 1530, expediente 7, folio 148

(Declaración de JOAQUÍN DÍAZ RAMIRO, Madrid, 20-10-39, 58 años, casado, natural de Vallecas, alguacil del Juzgado, domicilio en Vallecas, Calle de la Iglesia nº 13)

declara que el día 12 de Agosto de 1936 se vio precisado a ir al Puente de Vallecas y, cuando lo iba a hacer, se encontró en la Plaza del pueblo dos automóviles parados, a cuyos ocupantes se dirigió pidiéndoles que le llevaran a Madrid. Le contestaron que no iban allí sino al Cerro de Sta Catalina en donde pensaban matar todo un tren que venía de Andalucía lleno de fascistas. Dichos ocupantes eran, entre otros que recuerda, Manuel Atalaya, Antonio Vijández [teniente de alcalde, PSOE], Antonio Martínez Martínez [el Chepas, jefe de las milicias de las JSU en Vallecas], Tomás Vijández [hijo del teniente de alcalde] y Marcelo Hernández [Saez, el «Barbas», comunista y futuro jefe de la 44ª Brigada].

Posteriormente, y ya en el Puente de Vallecas, se encontró nuevamente a Antonio Vijández que le comunicó lo ocurrido y le dijo que fuera a buscar el Juzgado para proceder al levantamiento de los cadáveres. Cuando los tuvo reunidos volvieron todos a Vallecas en el coche de Vijández. Entonces los miembros del Juzgado se dirigieron, en unión del que declara, al Cementerio, donde encontraron unos desconocidos que les impidieron el paso, teniendo que abandonar el lugar.

(…) declara que lo que oyó a los ocupantes del coche no fue lo que queda escrito, sino únicamente que iban a parar el tren.

Causa General, legajo 1530, expediente 7, folio 149

(Declaración de Baldomero Ayuso Díaz, Madrid, 20-10-39, 60 años, casado, natural de Vallecas, enterrador, domicilio en Vallecas, Calle de Francisco Fatú nº 2)

que alrededor de las seis de la tarde del día en que ocurrieron los sucesos del Tren de Jaén recibió del Teniente Alcalde Antonio Vijández (fallecido) la orden de acudir al Cementerio a reunir los instrumentos necesarios para abrir zanjas. Cuando lo hubo hecho empezaron a llegar gentes que eran mandadas también por el mismo sujeto para abrir las zanjas, siendo su número cincuenta o sesenta. Inmediatamente se pusieron a abrirlas bajo la inspección de Vijández. Cuando acababan de empezar llegó una camioneta con cadáveres del Cerro de Sta Catalina. Luego llegaron otras dos o tres con la misma carga, y todas ellas estuvieron haciendo viajes (dos o tres cada una) hasta que hubieron trasladado todos los muertos.

Recuerda que en las camionetas solía ir mucha gente, a quienes no conocía.

(…) no firma por no saberlo hacer.

Causa General, legajo 1530, expediente 7, folio 150

(Declaración de RAFAEL HURTADO RODRÍGUEZ, Madrid, 20-10-39, 47 años, viudo, natural de Vallecas, enterrador, domicilio en Vallecas, Calle de la Suerte, nº 7)

declara que a las cinco y media de la tarde del día en que ocurrieron los sucesos del Tren de Jaén fue mandado por el administrador del Cementerio a el Puente de Vallecas a comprar unos aparatos de carburo, en previsión de los enterramientos que iban a efectuarse por la noche. Cuando volvió con ellos eran las ocho, y el administrador le ordenó que bajara a las fosas que se estaban acabando de abrir, para colocar los cadáveres, dado su cargo de Enterrador Municipal. Cuando llegó al Cementerio encontró unas cincuenta personas que estaban terminando la última zanja; los muertos permanecían aún sin enterrar, dentro del Cementerio.

Los que trabajaban terminaron su obra, siendo dos las zanjas abiertas, de unos catorce metros de largo por 0,80 de ancho y 2 de profundidad cada una. Están situadas en la parte derecha del Cementerio, paralelas a sus lados y cerca de la puerta principal, con una separación entre ellas de dos metros. El mismo declarante fue quien colocó los cadáveres, que eran en número de 188 hombres y una mujer que están enterrada en el primer tercio de la zanja más próxima a la puerta principal. A algunos les faltaba el calzado.

Terminaron los enterramientos a la una de la madrugada, siendo inscritos los cadáveres en el Libro de Asientos del Cementerio.

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